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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

Momentos Creativos
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diciembre 30, 2012

Para el gitano frente al conocimiento constante



Las personas son lo que son, cambiantes.

Aunque no quieras pensar en nada, lanzarte al vacío de la rabia, la incertidumbre y dolor, sólo deprimen la pureza de la tierra de tu corazón que necesita de buen abono. ¿Qué es lo que lleva a que ella se escape de tu vista y se niegue a atender tus llamadas mientras está frente a otro hombre? acaso, ¿te quiere dar celos?

Tampoco puedes exponer tu carne, joven de experiencia aún, a las ráfagas de metal ensordecedor de una guerra que no es tuya y has ido buscando para tejer una distracción frente a tu tristeza. Perderte de todo y todos es posible, hasta cierto punto, porque no puedes perderte de ti mismo y de lo que los demás han dejado y han hecho de ti.

Los paños de agua tibia que estás buscando no cubren tus heridas más allá de la capa superficial, mientras derriten el hoyo de cera, agrandando el espacio quemado. No valorarás lo que intento decirte, porque tus decisiones, motivadas por vacíos desatendidos, te están inyectando la adrenalina de la renuncia con mucha insistencia. Procura no arrojarte con estas drogas en la cabeza, cuando se disuelva su efecto, te causarán arrepentimiento.

Si quieres arrancar la raíz de la mala hierba que deforma la curva de tus labios, piensa en la razón última de tu tristeza. Piensas en que el motor de tu fuerza ha perdido su energía. Trataste de ser alguien para y por ella... para los dos, pero no para ti. Viste en su felicidad, la tuya. Pero ahora que ella no llora tu ausencia y tienes los oídos llenos de concreto para tus palabras, ahora que su sonrisa crece con otro sol tostado y muele el suelo con su baile, tú no estás feliz... ¿Tus actos han sido más que nacidos para complacerla? Si no tienes voz propia, ¿cómo esperas que las canciones que entonas le aceleren el pulso?

Te fusila pensar que su amor no arde de forma que te satisfaga, y que en su pueril ira, ella no asuma su carácter negativo con suficiente claridad.

Dices, que quieres respeto. Esperar de la gente, es la base de la esperanza en la repercusión que los actos propios pueden generar en los demás. Pero, esperar no implica obligar a que se haga, se piense, se ame, para que tú sientas lo que quieres y como lo quieres sentir.

Por costumbre, se esperaría que ella debería hacerlo, pero su libertad, y la libertad de su amor, se resumen en el punto de encuentro donde nace o no lo que tú anhelas para ti. Aún con el desagrado que se produce en ambos al plantearlo con tal claridad, ya ha venido pasando.

No es cuestión de merecer, porque todos merecemos respeto, pero la libertad a medias pierde su estructura y su naturaleza. Imponer o rogar te hiere en el intento arbitrario.

Las personas no resultan ser lo que creíamos y queríamos ver que eran. Muchas son más y otras menos, pero todas diferentes, más profundas. Parte de amar es darse cuenta que en cada encuentro se conocen, se indagan, se decepcionan e iluminan, de formas y combinaciones sin límites.

Hay cambio, porque no se puede ser estático y los caminos se dibujan en diferentes ritmos.

No puedes esperar que tu sangre sea dogma para que obligue un resultado. El sacrificio voluntario se inmola en el aire sin esperar ser reconocido más que por sí mismo. Se da lo se quiere dar, si el eco de los actos resuena o se convierte en silencio, el acto sigue siendo una realidad existente.

Conozco el arco iris de tus ojos y las gamas que han adquirido. Conozco, acepto y sonrío cada situación. Sé quién has sido y qué te ha hecho feliz, que aunque no siempre será lo mismo, te hace más fuerte que este primero, segundo o decimoquinto amor.

Descubriste un nuevo color en su paleta. Otra ella, que es y no es la misma que tú tenías por ella. Más no tienes por qué aferrarte a una piedra que va al mar, si no te quieres mojar. No respires por lo que han o no hecho, por el ideal que te hiciste de la ella anterior y que dista tanto de la ella actual.

En tu libertad decidirás diariamente si se dan la oportunidad de conocer o si dista de ti tanto que se quedará como quien solías conocer.

diciembre 28, 2012

Al travieso juan.

Él es un hombre sonriente. De dientes grandes y ojos tan oscuros que sólo al sol se le distinguen las pupilas. Ser hipócrita, dice él, es su gran defecto. Subir con la marea y dejar que la espuma se desvanezca en su prepotencia.

No es alto, no es bajo; es flaco. Saluda con una chispa de veneno en la punta y calla con la ternura de un cariño real. En su saliva se disuelve la verdad para salir camuflada con ironía. Con las manos largas enrolla los rulos naturales de su pelo, habla en otras lenguas, pero trata con la igualdad de la desigualdad. Es cuestión de que sabe que ser intuitivo y práctico con sus emociones, mientras sus pensamientos se vuelven agua en la saliva y piedra en el aire.

El enigma de su verdad, queda para su corazón. Nosotros nos conformamos con saber que el calor de su abrazo se da y se queda en el presente. En la realidad que los ojos no logran traspasar.

Se irrita cuando no valoran su trabajo y piensa que en camino largo hay desquite.Se relaja en lo serio y se pone intransigente en las bobadas que no le digan poeta ni cínico. Trabaja a su ritmo y observa acelerado. 

Simplemente, es él y sólo él quien resuelve el interrogante que todos le ponemos sobre la cabeza. Sólo él es capaz de desnudar su sonrisa. Sólo él es capaz de deslizar la cortina de hielo para darle paso a una dama engalanada que se pondrá a conquistar la tierra de su corazón. 

diciembre 18, 2012

Manifiesto primero

Afortunados apátridas nosotros a los que el sol cercenará el corazón, sin que ello sea motivo para que éste deje de palpitar.

El mundo perderá sus fronteras y perderá la globalización. Perderá la xenofobia y la xenofilia para reconocer que los hombres son más que su nacionalidad. Después de que la tecnología colapse, después de que la soberbia materialista llore por su ineficacia ante fenómenos sobre naturales, manos delicadas y mentes brillantes serán necesarias para que, una vez destruida toda la materia infértil que ha eliminado en nombre del negocio a la libertad individual, la técnica, la razón y la lógica vuelvan a nacer en beneficio real y natural del hombre.

No sin miedo, recibiremos en nuestras manos este manifiesto en la diestra y el mundo en piezas punzantes para reconstruirlo en la siniestra, que ya no será malvada, sino reconocida como digna trabajadora siendo otra herramienta de nuestro cuerpo. Costará tiempo y sacrificio emocional el romper con los apéndices que nos han reemplazado en las acciones más humildes, hornos, calentadores y cosas "inteligentes", que por soberbia ignorante hemos consideramos que quienes no las poseen son pobres. Como si la única riqueza fuera acumular. Desentumiremos el cuerpo, la voluntad y el cerebro.

Nos enfrentaremos al verdadero reconocimiento cuando la sociedad esté tan asustada y fragmentada en la oscuridad, que hasta aquel que antes resultaba inexplicable y caprichosamente desagradable nos arrancará una lágrima de alegría por saber que aún existe y es lo único que tenemos cerca.

Nos enfrentaremos a la tristeza de la incertidumbre sobre aquellos que se quedaron lejos. A los que partieron de casa, a los que el teléfono y el internet nos ponía en la sala.

Encontraremos que las vocaciones reales de cada uno, saldrán a la calle, sólo con el interés genuino de actuar. Intereses libres de toda búsqueda siempre inútil, pero en ese entonces mucho más evidente, de dinero o poder, intereses en lo que nos lleva a cuidar el alma, la pasión e identidad de cada uno.

Sufriremos por la costumbre de acumular, y acumular datos. El bolsillo nos parecerá más útil para cargar duraznos y la memoria nos reprochará no haberle dedicado más tiempo. Volvemos a valorar lo poco impreso; y la oralidad impuesta por la falta de imprenta y grandes almacenamientos nos hará más atentos a escuchar lo que nos dicen.

La sal la medida. La necesidad nos hará fuertes. Y siendo iguales en capacidades, en libertades, los que realmente despierten y actúen harán girar a la sociedad a su reconstrucción. Sin aprovechamientos, sin mentiras, sin ideas que fuera del abstracto son prostituidas.

Nos uniremos en grupos, buscando refugio para el miedo que lo inesperado nos ha sembrado. Nuestras manos se harán más duras, nuestros pies se trasladarán por el pasto y el río nos cubrirá con cuidado. El asco nos sacará vísceras más fuertes y haremos las cosas bien, porque no hay otra forma.

Nos quebraremos entre los que maldicen el incidente solar y los que admiten que el cambio borró todo. Cabrá recordar que lo que existe sin nosotros, se ha fusionado con nuestra creatividad para ayudarnos. Recordar que nosotros creamos... ya no podremos dañar.  Recordaremos que es una bendición que no hayamos perdido, y por el contrario habremos ganado aún raspándonos con la realidad, la verdadera y creativa humanidad.

Habrán necesidades que nos sacarán sangre, gritos y fuerza. Empujaremos al abismo a las máquinas inertes que nos desangraron.

Nacerán médicos de los ingenieros, obreros de los doctores, ingenieros de los artistas e investigadores de abogados. Nacerá en cada persona la necesidad de reencontrar un camino un futuro y no quedarse humectando el suelo por lo que no volverá.

Los historiadores nos contarán la realidad que ayudó a nuestros ancestros; y todos nosotros, cada uno, al rededor de un refugio, aprendiendo a hacer fuego puro, relataremos como libros vivos, que pasarán en el nuevo mundo, historias tan reales que serán dignas de ficción.

diciembre 13, 2012

Al soldadito de leyes.

No temas, hombre que ha tenido el corazón brillante. Las raíces de una vejez que tu cuerpo no refleja están en la grandeza humilde de tus pensamientos curiosos, en tus caminatas con libro en mano y en la compañía apasionada de tu guitarra.

Has desplazado las tardes rodeado de arquitectura colonial, las charlas sobre política e historia, los amigos con la pipa, porque estás enredado en tu edad y la tensión de un sueño que por prudencia no quieres romper. 

Conozco tus sentimientos y cuánto sueñas con poder vivir en los días en que las raíces florecen sin dejar de crecer. Recuerda que aún si el amor falla, te hace grande, te refleja y no te priva de amar y de amarte.

Sin confusión y comprendiendo que la soledad también enseña, no dejarías que te engañara la idea de que la persona con quien estás molesto cederá a tus peticiones por ternura eternamente. Tampoco ignorarías los gestos mezquinos, los odios profesados sin prudencia, ni olvidarías tu sueño de un amor libre. 

Ella está afianzada en una piedra, sintiendo que es tu dueña, sintiendo que eres su bolso, su edecán, su mozo, su niñero y mandadero. Ella se refleja en una familia que detesta y te arrastra, sin que percibas, a hacer lo mismo para demostrarle cariño.

Su fortaleza está aferrada al opuesto contractual, donde el amor sabe a costumbre y las clausulas pesan más que lo espontáneo y dinámico del amor, con el que tú sueñas, atormentado en un árbol delgado que vive este conflicto amoroso como el menor de tus problemas. No es cuestión de objetivarse y de merecer, es cuestión de crecer.

El amor es más que palabra y charla. Más que guerra de poderes, besos y reconciliaciones, es un apasionado consenso que se construye con voluntad y respeto. 

Frena tu bicicleta y has que la rueda de tu cabeza no te maree. No creas, como ella, que el huir de la puerta y asegurarte en otra te traerá más independencia. No creas que sostenerte activo y productivo por ella va a ser diferente que hacerlo por tus padres... el único que debe estar satisfecho de sí mismo, eres tú.

¿A dónde irás, a pelear por una estabilidad vendida como un sueño americano que por la inmadurez de ambos se quedará en el día a día, el arriendo y la posibilidad de volver a estudiar algún día? 

No eres un juguete, para su cama, ni un mayordomo, para sus tareas. No dejes que el día te pese como pesa el agua que se desperdicia mientras otros mueren de sed. No dejes que manipule tus fibras y te convenza de quedarte pasmado, antes que solo. No dejes que mañana el tiempo se te escurra por la piel para que al mirarte al espejo veas que no hiciste tus sueños porque ni siquiera lo intentaste hoy. Si temes perder el tiempo, deja de temer y arriésgate a hacer para ganar.

El dinero es un medio que no es sinónimo absoluto de riqueza. No puedes dejar que por la asfixia de ir a buscarlo forzosamente, tu camino como persona quede en un segundo lugar. El respeto no se compra y quien te ofende, se arrepiente y vuelve a disminuirte no te cuida como una madre, sólo te tiene porque le perteneces.

No olvides en que el peso de su amor, puede convertirse en odio y su voluntad está dispuesta a ello pues lo contempla como un experimento, en el que si algo falla todo se vuelve retractable.

He visto tus ojos dilatarse cuando narras tu pasado y las historias de tus ancestro; el orgullo de tu historia llenar tardes enteras mientras muestras viejas monedas; el valor que le das y el que adquieres al pensar en viejas en enseñanzas; la ilusión gitana de tus venas trasformarse en acordes vibrantes y noches alegres. He visto tus intereses culturales, tus ideologías políticas y tu niño preguntón activarse ante la oportunidad de aprender. He visto parirte a ti mismo en muchos intentos, no te quedes quieto.

Sé que para despertarte mis discursos son insuficientes, sé que sólo el tiempo puede tumbarte los lentes de aumento con el que ves tu romance.

Eres libre y quieres seguir desesclavizándote para serlo, no te quedes con el silencio amargo y metálico que recubre las cuerdas de tu garganta. Porque si la sociedad nos imprime cadenas en la piel, porque si te prohíben hablar de lo que tú consideras correcto, ¿dónde sino en tu mente puedes ser libre?

diciembre 09, 2012

Pequeña autoreclamación y autoconsuelo vespertino.

Las mentiras se degradan como una cáscara de huevo pisada.  Al único al que le rindo cuentas es al que mentalmente le pido que me mantenga en su noble pobreza.

Reflexionar sobre lo teológico se ha vuelto un monólogo al viento y los filósofos se quedaron susurrando, con la fama de los maestros, mientras que el mundo se deshidrata de pensamientos.

Nadie se salva de este vicio, ni siquiera aún quienes logramos afirmar su existencia. Visible por la sombra escurridiza que captamos un buen día en el que la luz decide acompañarnos. 

El vicio ronda nuestras mentes reemplazando los sueños, llenando de uranio nuestros pensamientos y de plomo y de petróleo el futuro. Entonces, cada grano de arena disperso se recoge por miedo a no poder escapar del incendio de las playas de nuestra humanidad. Ardiente sociedad.

Todos tan solos y tan vulnerables. Tan conscientes y tan somnolientos en medio del cementerio de formol que nos rodea.  Tan sólo si el mar de la esperanza pudiera reunirnos y las estrellas bajaran a consolarnos.

Decimos verdades, pero nos opacan las mismas mentiras ponzoñosas con las que hemos nacido. Sólo la verdad sabe la intención de nuestros latidos por despegar las capas de polvo que la historia nos ha adherido.  Sólo la verdad sabe lo eternamente nuevo que trasportamos dentro.

diciembre 03, 2012

0"Monólogo Inverosímil de la chica con el estómago roto".

Fuimos novios durante dos años. Largos y amargos. 

Recuerdo que físicamente no me gustó, lo evadí. Pero creí en su alma y la negrura de ésta me sacudió y arrastró hasta dejarme pegada a mi cama inundada en llanto. 

Sin importar lo que este impedido me planteaba como reto a mi amor propio, yo se lo dí todo. Le creí, le amé y me convertí en una sombra que a todo le decía que sí.

No me apoyó cuando mi cabello se deshilachó y las inyecciones me arrancaban sangre y lágrimas. Pues una vez habíamos terminado, su Osita pasó a ser el trapo que cuelga de la caneca con manchas que aún siendo de él le repugnaban.

Se burló de mí, de y en cada espacio de mi cuerpo y de mi vida. 

Lo odio y lo digo con este vidrio bruñido que llevo en mis ojos; que separa mis lágrimas, de lo que los demás ven de mí. Soy un cascarón roto, pegado con babas y mentiras, que guarda un corazón que se vacía gota a gota en el suelo.

Soy un árbol carcomido por las termitas de su ensañamiento ¿Qué hice para merecer su crudeza y ni siquiera su hipocresía? ¿En qué clase de estorbo me convertí, que para obtener una vida sin mí, prefirió rayar mi piel con la cuchilla de su lengua? ¿Porqué se sentaba a mis espaldas y escudriñaba en una red virtual sobre mis capacidades mentales, cuando antes me había alabado por mi inteligencia? 

No... eso no se hace.  Ahora me ahogo entre regaños familiares por no seguir con él, porque hasta mi abuela creía en sus promesas.

Me tocó cargar con un problema de dos que decantan en uno. 

Cargué con todo yo sola. Cargué con la delicadeza de mi moral, con las esquirlas de mis alegrías enmohecidas, amohosadas por mi llanto. Cargo aún con la mentira de un alivio producto de mi ficción, que tan frágil como mis deseos de vivir, se trata de estabilizar en la tormenta muda que me golpea. 


noviembre 29, 2012

A la pequeña semilla entre la hiedra

Adquieres un brillo singular, cuando en la tierra árida, en la que nadie de verdad sueña, tu pintas tu cielo con la idea de volar. 

Quiero dedicarte unas líneas a pesar de la improvisación para enviarte entre el viento de tus instrumentos una nota sonriente, quiero darte un respiro para decir que la soledad que sientes y la ansiedad de saber si las palabras tienen hogar es una sensación que se recompensa con mirar al sol sobre las cabezas mientras el mundo no para de girar. 

Estamos en un momento infame, se promocionan, se prueban, se mezclan, se usan y se botan. Se unen etiqueta con etiqueta, se toman una foto ligera y se despegan dejando piezas de su imagen en los botes vacíos de contenido estructural y trascendente humano. 

No te pierdas en mis murallas narrativas, cruza la penumbra atento y ven a ver el lugar de los que sueñan despiertos. 

Estamos en un momento de ceniza, donde la gente baila sobre sus recuerdos y sobre sus ancestros. Qué claro se ve en tus pupilas el amor y la marca de tu familia. Cómo brilla tu pecho hinchado de gritos de alegría que ansías derramar sobre la vida. 

Tienes un corazón adiamantado  caminas, pisando la lluvia fundida, sin aceptar que has llevado pureza a semillas secas y te duele estar estancado en la vitrina de esta sociedad de feria. Quieres derretir el hielo de tu timidez, pero no quieres arder en la soberbia moderna que engomina los cerebros de la misma manera.

No te encierres en la comodidad del no conocer, busca las respuestas y arriésgate a conocer a tientas. Miras a los demás y piensas; sonríes tímido, aún, por miedo a no descubrir alguien que reconozca en ti tu esencia. 



noviembre 27, 2012

Testimonio de la mujer de cuatro décadas. III


III: Mi camisa de fuerza el enamoramiento de una ilusión.

Ese día me levanté de la mesa y salí de la cafetería con los ojos pequeños de las lágrimas. Él me siguió diciendo que era un simple ejemplo que no quería que yo me fuera y lo dejara. Pero ¿porqué no había querido aclararme que no quería una segundona en el trabajo?

Que me lo dijera por un ejemplo o no era para algo... ¿para pensarlo? pues sí, pero ¿para qué? sólo me dejaba dos opciones para decidir, o esperar a que él se divorcie o aceptar que me deje en la segunda repisa.

Lloré. Y dejé en mi almohada su recuerdo con el consuelo de recibir a la soledad de nuevo como una conocida.

Te llamaré. Dijo. Aún tengo la ansiedad de que lo haga y la absoluta certeza de que su juego me dejó enviciada a tal punto en que espero a que él me tome de nuevo, me diga que nada importaba, que todo va a estar bien, y que seremos lo que éramos sin miedo a seguir siendo.

Si lo hiciera, si decidiera bajar su ego a llamarme, aceptaría mi rol. Pero no lo hace y me quita las fuerzas para desear serlo. Me duele saber que espero tanto su llamada insistente y que si llega yo me humillo a decidirme a estar con él.

Me duele no su adiós, no sus palabras y su falta de tacto. No me duelen sus defectos, no me duelen sus espacios oscuros que aún no conozco. Me duelen que las promesas tengan el peso de un insecto, porque sus actos y la distancia me dejan tanto silencio para discutir. Me duele que sus pantalones no sean de cuero sino de lana. Me duele lo que veo, lo que no se parece a lo que anhelo. Me duele la luz de sus formas mórbidas. Me duele que no sea la imagen que me vendió. Me duele que no luche por engañarme y hacerme creer que es lo que yo quiero que sea. Me duele la idea que creé de él, de nosotros. Me duele la ilusión de cada latido.


noviembre 25, 2012

Testimonio de la mujer de las cuatro décadas. II

II: A la entrega


Te quiero me decía. Ambos comenzábamos a apegarnos. Pero, ¿cómo no? Estábamos tan unidos en un idilio de comprensión, que la ausencia de un impacto amoroso de primera vista no me importó.

Yo sabía a que estaba jugando, tenía las cosas claras, pero calladas. Pero él no aludía a nada más que "No quiero que sea un juego. Yo te quiero". También hablaba de que en nuestro trabajo la gente no tenía porqué saber de su vida personal, de sus problemas, de su soledad. 

Él con diez meses, yo con año y medio y después de un cine pues vino la propuesta. "Quiero estar contigo". Y finalmente iba a pasar. 

Sería más consuelo para mí decir qué mal polvo... pero todo lo contrario. Más difícil se me hace. 

Palabras de amor y actos de abandono que me aplastan por su acero ¿Porqué espero tanto tiempo? ¿porqué el café y el cigarrillo de la mañana me dejaron la ceniza y el amargo en mi garganta? Porque no sé si su ejemplo hipotético fue el comentario directo para decirme que sin serlo y sin decirlo era lo que era, la del domingo. La del corazón, pero del fin de semana.

"No quiero que te traten así, sólo quiero que lo pienses" Claro que lo había pensado, pensé, pero no pensé que me dijera eso precisamente después del momento en que cedí a sentir. Tantos que estaban detrás, tantos que perseguían eso, tanto que yo extrañaba ¿Porqué con el?

Me fui. No lo cacheteé por milagro. No lloré. No insulté. Sólo compañeros seríamos. "Sé que me odias, sé que no me contestarás, sé que no me hablarás, pero yo no dejaré de buscarte... porque te quiero."

Mi ansiedad era tal que la ira, la tristeza, la nostalgia del recuerdo y la esperanza ridícula se mezclaban en mi corazón y me daban ganar de cachetearlo y besarlo, al mismo tiempo, de matarlo y amarlo.

La confianza se me desbordó por las líneas del desespero. Lloré en silencio. Usada no es palabra, amada, tampoco. 



noviembre 23, 2012

0Testimonio de la mujer de las cuatro décadas. I

I : La mujer desesperada.

Él está casado y yo era su domingo. Aún no entiendo porqué se quedó recostado en la pared de cemento esperándome para saludarme. No entiendo porqué se quedó mirándome. No entiendo porqué, si hablamos tantas veces del tema, no  me lo dijo antes. No entiendo porqué con él.

No tenía contacto físico real con nadie y después de un año de divorcio, todo me hacía falta. La soledad... lo empuja a uno a poner como telón una sonrisa, mientras las lágrimas corren con las canciones que le hacen recordar un pasado más valioso. En ese tiempo, yo "salía" con un hombre, en realidad... sólo por internet. Más de una vez quedamos en vernos, pero como vivía en otra ciudad, imagino que las sábanas ajenas le pesaban para tomar un vuelo y comenzar algo más en serio. Claro que se dio cuenta, yo ya no tenía tiempo, no contestaba el teléfono. Pero con todo lo que pasó, no me interesa. Si el uno las perdió todas, el otro ya está naufragando.

Él hombre en cuestión, me refiero al de carne y hueso, trabajaba conmigo. Los horarios no eran flexibles, pero nos hablábamos. Normal, como cuando uno está entre compañeros y se molesta y se recochan, con muchos temas. Pero él era alguien interesante... No de los que buscan meterse con cualquiera, alguien muy analítico, serio.  

Yo no lo sospechaba, o no mucho. El día que me dijo que le gustaba y que quería tener algo conmigo también me confesó que era tímido. Yo también. "Puedes verificar con todos los muchachos que yo no me he metido con nadie; no quiero que esto sea un amor pasajero; no sabes lo bonito que es tener a quien llamar, esperar y decir te quiero", me decía. 



Nos fumábamos un cigarrillo con tinto de vez en cuando. Normal. Alguna vez me invitó a un café, por fuera. Era un domingo, nuestro único día de descanso. Después vino una cerveza, unas cenas, unos desayunos... citas domingueras. Esa era mi prueba de que en definitiva no estaba bien con su esposa. Eso me decía, y le creo. 

Las sonrisas aunque disimuladas en medio de los hombres que descueran a las segundonas eran un respiro en mis días de comidas para uno y los domingos eran nuestros rincones de películas, de dulces, cafés, cervezas y güarito.

El problema vino después... pero finalmente era inevitable, en algún momento iba a pasar.

noviembre 18, 2012

Preludio en cumpleaños

Hay una distancia que se acorta en fecha y pesa con los años que llega encima. Hay unos bultos que parecen jorobas sobre nuestras espaldas, sólo cuando no se sabe cómo cargarlos. Le llamamos cumpleaños y casi siempre antecedido por la palabra 'feliz'.

La madurez se conquista y la alegría no depende de la edad.

Muchos esperan ahogar ese peso emperifollándose, bebiendo y bailando con los que se le acerquen de turno. Muchos sólo queman las horas con un cigarrillo en la mano esperando apiñar en una noche toda la celebración. Otros se amargan por tener que ver personas que no les agrada y compartir un pastel, mientras la familia siempre desentona en esa canción, que al parecer la afinación se le ha perdido con tantas veces que lo han repetido. Otros prefieren aparentar un reforzado buen comportamiento, no saliendo, no diciendo, no haciendo, esperando a que los que los vigilan les den un aplauso o una palmada de aprobación.  Otros se sorprenden, otros se decepcionan.

¿Celebrar... qué? la lluvia de años, la lluvia de experiencia... o simplemente las cenizas del recorrido ¿Los regalos, la compañía, el éxito? 

Salir a la calle y sentirse distinto, seguir de largo y que los desconocidos piensen en sus vidas sin detenerse a felicitar a nadie. No hay un brillo especial que descienda en el cuerpo con el letrero de 'Hoy cumplo años'. Pero sí hay un facebook, un teléfono o una madre adorable que lo divulgan con cariño. Arreglarse para alguien, que a la larga no es más que uno mismo. Tacones o no, corbata o no, lo importante debería ser sentirse cómodo. Comer sin medida y aplazar la dieta otro día más, no falta quien aún en ese día se priva por angustia del qué dirán. Esperar una torta, un regalo, una llamada o simplemente saber que se habla con pocos humanos. 

Cumplir años y volver a nacer, con la misma o con otra gente. Cerca o lejos. De la misma manera que todos los años o siempre con una ansiedad de no saber con qué vendrá la fecha. 

Por el lado de los cercanos, osar a introducirse en la sorpresa y salir con una sonrisa a felicitar al bebé crecido. Reunir personas y mostrar que importa, o tan sólo hacer la carta más hermosa.

Celebrar... que tierno, que grato, que sorpresa, que esperado, que sentimiento de estar o no acompañado.

Para pasar al otro lado de la calle, el sol nos da la vuelta. Depende de nosotros si sólo miramos el camino recorrido, el piso o el camino que nos espera. 

De lo que me arrepentí, fue de cosas que hice, no que dejé de hacer. De lo que me arrepentí fue de cosas que hice tarde, pero no nunca. Ahora, no me arrepiento de nada, porque después de verlo, ya no hay culpa que se haya quedado sin yeso para aliviarlo. Siempre hay tiempo para arreglar lo roto, para mejorar el panorama que dejamos como estela de nuestros errores. Tiempo para pedir dos minutos y sacar las palabras aferradas en el corazón, con las mejillas rojas de pena o ternura y decir cosas por la necesidad de desalojar lo reprimido. Tiempo para enfrentarse a los leones mentales y domar los problemas, la timidez y la ironía. 

Otro año llega, con más plumas para volar más lejos. Con más besos para amar lo viejo y lo nuevo.

Siempre hay tiempo, aún cuando el reloj se detenga, aún cuando se escurran las vidas por el precipicio de sus hilos cortados. Aún cuando después de un año ya no sean los mismos, sin cambiar de nombres o de cuerpos, los que están a tu lado. Siempre hay tiempo para saberte un ser humano, amado por pocos, por muchos, por ninguno, por ellos... o por ti.


noviembre 05, 2012

Con prótesis de corazón.

Sin saber la hora exacta, el mundo se trasforma. El prestigio y la sonrisas mueren a bala porque la sinceridad y los sueños no deben germinar en este país de maiz y misa.

Cada historiador da su causa, pero los fenómenos no se estudian en el presente. Somos fenómenos de espacio gris y pureza corrupta en su seno democrático. Cultura sin espacio, sin tiempo, sin personas, sólo gente. 

Somos hijos de xenofílicos codiciosos, de materialistas, de intolerantes, de arribistas, de despreocupados, del internet y del ocio. Somos absurdos. Lo personal, cada vez más público y más manipulado, nos aleja de conocer el pasado para representarlo ignorantes y sonrientes frente a los errores. 

Una guerra nos despertaría? No. Vivimos en ella tan inmersos que sólo el nombre nos extraña. 

Los pensamientos críticos se expanden pero los ráfagas del silencio social los exilian a diálogos mentales. 

El futuro nos carcome las manos atrofiadas y cae vacío al suelo, mientras tomamos con carcajadas las prótesis del conformismo. El porvenir se nos resbala en la cara como agua que no podemos retener. 

El placer del presente nos mutila los sueños y deja que se destroces fugaces en el basurero personal. Empeñados en el conformismo, con la cadena perpetua a vivir muertos de la risa. Vivos y muertos... cagados de la risa sin ninguna diferencia.


noviembre 01, 2012

A mi querido amigo.

Aún cuando sea difícil y el viento del saber común te estire para que cedas, trato de decirte, si es que leerme no te da flojera, que eres libre de luchar por lo que deseas.

Es difícil escribirte, te lo digo sin que me preguntes, sabes que soy sensible a tus respuestas. No eres el caballero predilecto, sé por qué ya no quieres serlo, y aunque te opongas, veo de ti el lado tierno.

No sé si es que extiendes un manto desértico para que la arena cubra lo que piensas o a lo mejor es que mi imaginación pinta vuelos donde no hay viento. Pero algo, aquí dentro, me dices que ocultas lo que sientes y lo barnizas con una capa de indolencia unido a unas esferas flotantes de distracción.

Si es tu caparazón, me gustaría ser quien pueda ayudarte a que hables con luz y no susurres en las sombras, pero ignoro quién sea la precisa para esa tarea, así que sólo escucho ecos lejanos de murmullos e imágenes difusas que espero algún día quieras tú que yo entienda.

Sé que poco o nada te importa la parafernaria. Sé que te gustaría que te aborden cara a cara y te griten escuetamente lo que piensan cada mañana. Sé que lo que te digan puede serte indiferente y que eres una pared inanimada. Sé que puedes no leer, o puedes resolver que no te incumbe.

Pero no puede ser que mi vista sea tan mala. Te vi herido, te vi pálido, te vi con miedo y derrumbado cuando te faltó aire para no arrepentirte de ser osado. Vi el rojo de tus ojos reventando de ira contra ti mismo por no rodar por la arena y salir con excusas molestas. Te vi, dialogando contigo mismo. Y me viste ocultándome en tu misma máscara para brindarte esa confianza.

No puedo hacer más que animarte a tomar las riendas, a salir de tu hogar interno y buscar el camino para llegar a lo que anhelas. A lo mejor, soy aún más cobarde de lo que piensas y mi error consiste en no decirte mi experiencia. No puedo hacer más que escucharte aunque los monosílabos sean tus respuestas. No puedo hacer más que recordarte con un vacío de no saber cuál es el daño para ayudarte. No puedo hacer más que suponer lo que tu corazón grita que me impide adivinar el destinatario. No puedo hacer más que recordarte con nostalgia por representar un enigma que me aborda. No puedo hacer más que atragantarme con la casi certeza de que aún fuese obvio e inaguantable para ti continuarás siendo un mar de respuestas inciertas.

octubre 30, 2012

Más allá del traje.


Más allá del traje. Cosplay en el SOFA 2012.
Por Linda Patiño

I: Viernes 26 de octubre
No había mucha fila en la boletería. Tomé el tiquete verde del día viernes y después un muchacho de chaleco naranja lo rompió por la mitad. Con eso, ya estaba dentro de Corferias y por las próximas siete horas estaría allí, recorriendo pabellones sin poder ir a buscar a alguien fuera o ir a comer algo económico.

El SOFA, Salón de Ocio y fantasía, es un evento, que lleva haciéndose desde hace cuatro años, que expone diversas posibilidades para el ocio y la fantasía en el tiempo libre y que se caracteriza por reunir la mayor congregación de Otakus colombianos. 

Otaku significa fanático a algo. Hay, Maho Otaku, Train Otaku, Omocha Otaku, Gore Otaku, Yuri y Yaoi Otakus, Geemu Otaku, Pasokon Otaku, Manga Otaku… etc. Es decir, fanáticos de películas, libros o animes fantásticos y de hadas; a trenes; a figuras de acción; a contenido sangriento; a contenido homosexual; a videojuegos; a ordenadores y consolas; a mangas… entre otros, respectivamente. Su concepto es herencia de la cultura comercial nipona y llegó curiosamente a Colombia con el nombre de Otaku, a pesar de que en Japón es un insulto y se reemplaza por el término Akibakei. La primera imagen que llega cuando se oye “Otakus”, si es que llega alguna imagen, es un grupo de jóvenes medio locos disfrazados de personajes de ficción y dibujitos animados. Esos son los Cosplayer, en algunos casos cuando cambian el género del personaje son los Crossplayer, una clase de Otakus que realizan manual o industrialmente el costume y el vestuario de un personaje determinado y lo exhiben reuniones y convenciones determinadas. 
Atravesé la plaza central con la cámara alrededor del cuello, retratando algo de esta cultura que gracias a la globalización se ha vendido como exótica en el “exterior”; y con el sol en las dos de la tarde, recogí los rostros sudados de algunos cosplayers a lo largo de la plaza. 

De las primeras fotos que tomé, fue a una mujer vestida de japonesa antigua, maquillada impecablemente. Sonó su celular y contestó. Ni aún así dejaban de tomarle fotos. Ni siquiera cuando estuvimos comiendo, los fotógrafos, algunos con cámara profesional, otros con celulares, no dejaban de capturar a los personajes de distintas series con un bocado grande de una hamburguesa en la boca.

En frente del museo de Mario Bros., a las afueras del segundo piso del pabellón 8, encontré a Miguel, un muchacho de 18 años, de ojos miel y pelo castaño hasta los hombros, que es conocido en el “mundillo” como Lundumost. Lo había visto en el G-ton japan party de agosto, tenía fama de ser un vampiro y de ser, en chiste, la reencarnación de Jesús. Estaba con un delineador negro corrido en el borde de los ojos y su expresión cínica se plasmó en la pantalla digital de mi cámara.
“Viniste” Me dijo. “No te ibas a salvar de mí”, le contesté, refiriéndome a la entrevista que tenía pendiente conmigo. Por mi espalda llegó Camilo, un otaku gore que se identifica como la reencarnación del dios nórdico Odín y que dice que puede transformarse en lobo. El vampiro lo miró con desprecio, quedó en llamarme luego y se fue con toda su manada de guardaespaldas mal mirados detrás. Nunca sucedió.

En el primer piso, estaban la mayoría de cosplayers que habían huido del sol. Encontré a Daisy Peña, de veintidós años, cinco como cosplayer, vestida de Sailor Moon. Le tomé una foto y momentos después perdió el brillante de su cetro y desde el piso, buscándolo, me contestó cortante. “El cosplay es la interpretación de personajes de ficción, pero yo no tengo que dejar la realidad de lado para hacerlo. Tengo un trabajo, una familia, un novio, hago deporte, oigo música y hago coplays como un rol más en la sociedad”. 

Seguí caminando y luego Katy Martínez me dijo “No faltan las personas que no entienden lo que hacemos, creen que somos unos asociales, inadaptados, y lo dicen como si su forma de actuar fuera la única conveniente para la sociedad.” Mientras me hablaba se arreglaba la calaca de cabra miniatura que tenía en su cabeza sobre el velo negro que le cubría la mitad del rostro. Me explicó como profesora a niños de kínder “Hacer cosplay no sólo es ponerse un traje, sino que también es representar al personaje escogido. Por eso, debes conocer la serie, el personaje, sus gustos, sus gestos y disfrutar lo que haces”

En stand de GTO Medios, organizador del G-ton Japan Party y el medio más destacado en cubrimientos del mundillo, encontré a un excompañero de colegio y exnovio de una amiga de viejas épocas. Juan Pablo Castilla, vestido de británico inaguantable, de peluca roja, gafas y bandera de Inglaterra hasta en los zapatos. Actuó como su personaje ante las cámaras y luego me saludó, sudando. “Hacer cosplay es un hobbie divertido. Quien diga que es un estilo de vida está muy equivocado. Esto no te da para vivir. Es algo para disfrutar pero que tiene sus límites.” Alguna vez fue al colegio con una katana afilada y se puso de mal genio con alguien y lo amenazó, desde ahí lo tildaron de loco. No sé cómo no lo expulsaron. “Es una actividad divertida… ¿Evadir la realidad? ¡Eso es imposible, porque ella sigue ahí! Tal vez burlarse de ella… y a ratos. Aquí soy un loco británico, pero afuera soy un profesional con amigos, novia, familia, carrera y trabajo”.

Recorrí los stands comerciales. Un gorro, de estilo peruano, de Goomba, hongo perverso de Mario Bros. estaba en sesenta mil pesos. Algunas cosas se repetían de unos a otros, pero se encontraban los artículos originales de la mayoría de series que alguna vez vi en mi infancia. Unos guantes de sakura, peluches de las guerreras mágicas, las esferas del dragón. También artículos de películas, espadas de Jedi, varitas de Harry Potter y accesorios para cosplay de Avengers. 

Brayan López me miraba como una gárgola de mármol. “El cosplay es la interpretación del personaje con el que nos identificamos. Se diferencia del disfraz por histriónico, que significa la interpretación de los detalles y la interpretación del personaje.” Cuando pregunté si alguna persona se había opuesto a su afición se rió jorobándose y escondiéndose detrás del pelo. “No del todo… Uno es un lava-cerebros ágil y hace que a los demás les guste lo mismo que a uno… y si no pues, se le busca el género de anime que se acomode a cada quien. Yo me daba mis mañas. Aún vendo, comparto y multiplico las aficiones, claro, con el interés oculto que los demás se contagien de este mundo de aficiones”. Juan Daza replicó “A mí si siempre. Muchas personas de mi universidad y de mi familia me decían que dejara de ver tanto anime, que buscara novia. Es algo curioso, todavía me lo dicen porque creen que si consigo novia, dejo de ver anime”.

Cuando me dirigía al parque o zona de juegos, una versión pobre del guasón se me acercó, hablando en adivinanza. Era alto de estatura, tenía los ojos saltones y la boca pintorreteada de rojo. “¿Sabes cómo me hice esta sonrisa, Linda?” Puse a mi amiga de escudo, riendo nerviosa, cinco años sin ver a Daniel Andrés García. Nos siguió por más de una hora, trató de abrazarnos en varias ocasiones, e insistió en tomarse fotos con nosotras. “¿Van a venir mañana.. Y el domingo?”

II: Sábado 27 de octubre.

“Si quieres venir con nosotros tienes que hacer un cosplay o algo. No nos vas a juzgar así no más” Víctor Manuel García me mandó a buscar personaje desde el día en que le dije mi tema de crónica.

Mi maleta había resultado un estorbo, el sábado llevaría un bolso artesanal de búho que había comprado el viernes y una chaqueta para la noche. No iba a aguantar frío con el vestido. 

La semana anterior al SOFA 2012, mi madre y yo habíamos modificado el vestido de elfa tres veces y sólo ese 27 de octubre las rosas plateadas de la tela azul cayeron como debían por el escote triangular del diseño. El maquillaje se demoró una hora y las trenzas para la parte superior de la cabeza salieron más rápido que hacer rulos con el resto del pelo. 

Iba a llegar tarde a las conferencias y mis colaboradores ya me estaban esperando. Sabía que tenía que hacer las orejas desde antes. Colombianada de última hora ¡Tonta, confiada! ¡Que orejas de elfa tan horribles! Planeaba salir de mi casa a más tardar a las diez de la mañana, sólo a la una de la tarde lo logré. 

No llevaba ni dos cuadras y los taxis pitaban, la gente miraba. Ahí iba una elfa andando, con trenzas, vestido, piedras naturales y pseudorejas. Después del comentario desentonado del taxista, llegué una vez más a la entrada de Corferias. 

Estaba mucho más lleno. La fila de la boletería alcanzaba la mitad de la plaza. Por fortuna se movía con rapidez. Dejé de contar las miradas cuando llegaron a cincuenta. La chica que me seguía en la fila me miraba emocionada. Por lo menos dudo dos veces en hablar. “¿Todo lo hiciste tú? ¡Es increíble!” No. No lo sentía increíble. Pudo ser mejor. Evité continuar la conversación, compré la boleta y avancé acelerada.

Juliana Chauta me esperaba después de que nuevamente el muchacho de chaleco naranja rompiera la boleta, esta vez blanca, por la mitad. Se acomodó el chaleco de cuero negro con capota, las gafas estilo cyber punk, la corona de cartulina negra, las alas de plumas negras en su espalda y sacó un arco de madera sin flecha. Era el cosplay de una carta de magic : “La resurrección de los muertos”.

No hay más de 3 metros de baldosa entre el punto de entrada y el pavimento de la plaza de Corferias. Y en cuanto llegamos juntas, una epidemia de camarógrafos nos acorraló. No habían flashes, pero para eso estaba el sol. Picaba en el metal de los artefactos y saltaba hacia nuestros ojos.  Un camarógrafo se retiraba y otros dos reemplazaban su lugar.

Un paso, foto; otro, foto; otros dos, foto con un desconocido; otro, foto solas. Tardamos cincuenta minutos en llegar a las banderas. Víctor tampoco podía moverse, después de mes y medio de trabajo una de las alas de su cosplay, que había hecho con partes de una maleta de rodachines vieja y un sistema de polea, estaba rota.

Ése no era Víctor, era el estúpido y sensual Tsukune de Rosario + Vampire, convertido en una bestia negra de tizones rojos en los músculos, piel negra, cabello gris y ojos amarillos. “para mi el cosplay es volver a ser niño, es el tener el privilegio d poder ser tu personaje favorito. Es una forma de soñar, me encanta interpretar a mis personajes favoritos, jugar a que soy ellos y lo que más me gusta es crear esa ilusión de que lo soy y hacer a la gente partícipe de esta misma ilusión. Esto no borra la realidad, la complementa y la hace más divertida”.

La procesión se hizo aún más larga. Aún dentro del pabellón, las fotos nos hacían marionetas con movimientos lentos. Daniel Andrés García asomó su cabeza por ahí y gracias al envolate logramos perderlo una vez más.

El viernes, Alejandro Barahona, conocido como Asuma de GTO, me había hecho el ofrecimiento de trabajar en conjunto y llegué al stand. Dejé mi abrigo y mi bolso y le ayudé a trasportar los cables y el portátil para hacer la trasmisión por stream.tv. Gracias a Alejandro aprendí la técnica de evasión de fotos. “Ya un momentico, es que estoy ocupada”… ¿Dónde lo van a encontrar a uno? Y gracias a su técnica, llegamos al Teatrino Rojo cinco minutos antes de que finalizara la premiación a estilos alternativos y comenzara a hablar Megan Marie.

Después de que sus sesiones fotográficas como modelo se hicieran cada vez más temáticas, Megan Marie, inició en el mundo del Cosplay con el traje de la mujer maravilla y el de Lana de Superman. No supo que era cosplay hasta que llegó a una convención otaku y se enamoró de ese mundo. La cosplayer profesional, fue la invitada especial al SOFA de este año y aunque la traducción fue pésima, los mensajes fueron claros para la mayoría. Le preguntaron de series y de trajes, los más famosos son el cosplay que hizo de Gears of War, y el crossplay de Two Face del comic de Batman.

Cuando abrieron la ronda preguntas del público, me avergoncé de su cumplido a mi traje, tan pronto recobré mi carácter periodístico, formulé mi pregunta. Su respuesta hizo que resonaran varias exclamaciones de asombro. “El cosplay es algo que me apasiona. Me dio la oportunidad de conocer a los que son mis mejores amigos, de viajar por el mundo, de ser recursiva, pero lo soy muy tímida, muy mala actriz. No conozco a nadie que viva en una fantasía sin saber de su realidad. Y yo nunca me he perdido en la ficción porque disfruto haciendo la apariencia de mi personaje, pero no me gusta actuar, no soy él”.

Dijo muchas cosas, pero hubo algo que fue abrumador para nosotros, los periodistas, que podíamos considerarnos extraños. “El cosplay es inherentemente social. Los asociales cosplayers son un mito”. No hay forma de que los que asistan a las convenciones no quieran ser reconocidos y queridos por ellos y por sus personajes.  “Somos amigables, solidarios y participativo, sólo usamos nuestro tiempo libre en otras cosas distintas a las usuales”.

Mientras se organizaba el concurso, Alejandro, Asuma, me preguntó. “Ya que tú lo hiciste, ¿Qué les dirías a aquellos que nunca han hecho cosplay para que se atrevan a hacerlo?” 

Yo también me sentía diferente ¡Viva la filosofía del por qué no! Nos soltaron el micrófono y mi punto de vista inexperto interesó a los treintainueve espectadores del canal.

Para cuando pasaron los concursantes de Cosplay Mascarade de este año, me llamaban elfa y no por mi nombre. Atendía de igual forma. Las presentaciones fueron ascendiendo, los malos actores quedaron atrás por los cosplays con un trabajo impecable, Samus Aran, Iron Man, Depredator y otros tuvieron sus representantes dignos. Pero hubo un ganador prematuro. El último cosplayer subió a la tarima, con un vestido blanco imbombo, su presentación no era de gran puesta en escena, pero de repente, detuvo su acto y dijo “Esto es para ti, Milena”. La mujer, una morena alta, vestida con camiseta de Mafalda, subió al escenario ayudada por los coordinadores. La emoción del hombre era tal que no la veía porque estaba de espaldas al escenario buscándola entre la gente. Se arrodilló y sacó un anillo de compromiso. Los aplausos se reventaron en el aire y la mujer lloró. Carlos, el productor de GTO nos miró. Todos estábamos conmocionados, Alejandro y yo con nuestras parejas a lo lejos y sueños hermosos. “¿Ves?” Me dijo. “La gente cree que somos asociales y solterones por siempre… es difícil encontrar la persona indicada. El ya es de por sí un ganador”.

III: Domingo 28 de octubre.

El domingo organicé mis notas. Me levanté a las siete de la mañana, desayuné y mi madre me sorprendió con unas nuevas orejas. El látex estaba cubierto por aluminio repujado en arte ruso, tenía unas cadenas y unos detalles de pedrería muy bien hechos.  También el peinado cambió y hasta un brazalete, también de aluminio, se unió a la causa.

Como el evento era zanahorio y había durado hasta las ocho de la noche, logré tomar un taxi y llegar a mi casa sin mayor problema. Sin trancón, el taxista me contó en quince minutos más cuentos de fantasía que los que he oído en estos seis meses. Duendes, hadas, diablos nombrados con misterio. “No crea, niña. En esta época, ¡hay muchas cosas que salen como son y uno cree que es disfraz! Hoy la vaina va estar tenaz.” Y en la mañana del veintiocho, las calles estaban solas.

Mi guía principal, Víctor, tuvo que adelantar un trabajo con urgencia; otro, David, tuvo que acompañar a su madre a hacer diligencias; otro, Daniel, tuvo el cumpleaños de su primo; y otro, Germán, tuvo trabajos que hacer. La única que quedó en pie fue Juliana.

Cuando llegué, esta vez con un tiquete morado roto por la mitad, ella estaba con un cosplay de una colegiala guerrera con katana y abanicos, subida en un toro mecánico en el que no duro más de cuatro segundos. No le prestó atención a mis orejas. “¿No son las mismas?”. Falta de detallismo, ¡carajo!

¡Por fin! Pude recorrer la feria completa. Esta elfa bailó, pseudo tocó gaita y tiró flechas. El mejor halago del día lo hizo un integrante de la aldea medieval de Pendragon. “¡Tienes puntería de elfa!”

Quería ver los Cosplayers Elite ¡Ya! Si los Mascarade eran tan buenos, no podía imaginarme el nivel de profesionalismo. No sin dudarlo un poco, abandoné la aldea medieval.

La técnica de evasión funcionó repetidamente sobre todo con los morbosos que les gustaba acercar sus manos a las cinturas de las cosplayers. El teatrino rojo, no era el único escenario, pero los temas de cosplay estaban dirigidos ahí, estaba repleto con la presentación de grupos de baile de K-pop. Juliana se perdió entre la multitud, mientras yo logré llegar a la parte de enfrente y tomar algunas fotografías a la multitud que coreaba y bailaba con los que se presentaban.

El evento de Cosplay Elite debía comenzar a las dos y cuarenta y la premiación a las tres. Eran las tres y diez y hasta ahora acababa de presentarse el último grupo de baile. Tenía que estar allí. Valía la pena, la espera, el sofoco, todo. Los organizadores ubicaron a la gente detrás de una cuerda y la gente se fue sentando y pasando la cuerda por encima para hacer más espacio. Quedé atrapada al lado de la pasarela, pero con ángulo de visión suficiente como para no perderme el espectáculo.

A las tres y cuarenta salió el presentador con un cosplay de Assasin´s Creed mandado a hacer, muy regular. El cosplay, por lo menos para Megan Marie y para muchos cosplayers que conocí se hace con la creatividad y manualidad propia buscan forma y no función. Eso hacía los cosplays de Mascarade tan increíbles. Tuercas, argollas, tapas de baño, empaques todo con ayuda de pintura e ingenio puede servir.  Luego llegó una Suicide Girl, modelos tatuadas, y hablaron cosas sin relación al evento durante veinte minutos más.

El público comenzó a chiflar. Coreaban “Cosplay, cosplay”. Me moví buscando la posición más cómoda. Los de al lado también y todos tratábamos de acomodarnos sin molestar al otro.

Lina Osorio, de 24 años, cosplayer desde hace 5, se rió de una periodista que llevaba un gorro de zorro y no se sentaba por tomar fotos. “La gente ni sabe. Inventan. A Juan Pablo Castilla lo entrevistaron los de Taboo”. Alejandro, de GTO, también me había preguntado sobre eso. La hostilidad hacia la ridiculización de sus actividades era notable.  Lina siguió. “Siempre dicen lo mismo. Otro mundo… Pues, sí, es un hobbie… una manera de escaparse de lo que se hace en la normalidad y divertirse. Pero nadie deja de ser por estar en esto… o pues, no creo ¡Es un mito! No conozco a nadie que haya llegado a ese extremo. Yo lo veo como un hobbie que me divierte mucho.

A las cuatro de la tarde, ya se había ido gente, pero esperado lo más, esperar lo menos.
Entregaron los premios de Mascarade, y la sorpresa elite nada que llegaba.

Llegó el tan esperado maestro Carlos Alberto Espitia. Nadie lo pudo creer. Su cosplay tenía al menos ¡metro y medio de ancho! Era una especie de astronauta gigante, con luces y propulsor. Un nivel muy avanzado. Una chica que venía detrás era parte de show. Cosplay de Bloshock 2. Pero, entonces, el traje no lograba subir al escenario, tampoco la presentación se podía hacer en el suelo. ¡Súbanlo, álcenlo! ¡HAGAN ALGO!

Muy a pesar de todos. El maestro no pudo presentarse. El hombre estaba sudando dentro del traje, por lo poco que pude ver a través de la abertura del brazo de su máquina tiene aproximadamente cincuenta o más años.  “El cosplay es una pasión” dijo sofocado, bañado en gotas que parecían lluvia directa sobre su cara.

Hubo abucheos, el público fue muy exigente. La presentadora se quedó muda con la situación. Los organizadores dieron por terminado el evento y todos salimos con un sin sabor imposible de expresar.
Regresé al stand de GTO y el concurso de cosplayers me animó. Se trataba de imitar los movimientos de uno de los presentadores del canal. Recorrimos el pabellón ocho al menos una diez veces hablando en japonés, con Browser, Linterna Verde, Kakashi Sensei y una niña de Visual Kei. Le pedimos, cada uno a su forma, a Atena que nos eligiera. Los concursos pasaron.  Treintaiocho solicitudes en Facebook llegaron.
Pude volver a la aldea. Pendragon estaba iluminado por la luna llena. Los escudos celtas estaban expuestos, la tienda estaba rematando. En la arena de juegos estaban sus guerreros. Retadores del público forcejeaban con los caballeros que una vez más recorrieron toda la feria condenado a los herejes y sujetándolos con los grandes maderos. Hubo combates con acero, tambores, escudos, violines escoceses, armaduras y arcos. La gran procesión celta se despidió del SOFA 2012 y de cada personaje, personificando, gritando y cantando.   

octubre 08, 2012

A Diez Años de Hoy


Elizabeth se despertó sin abrir los ojos. Sintió la boca un poco seca y suficientes ganas de dormir otros sagrados cinco minutos como para recogerse dentro de las cobijas.  Ya que el despertador no había sonado, sopesó la posibilidad de no alistarse para salir hacia la Universidad, pero la idea de que hacía lo que le gustaba le dio fuerza para abrir los ojos y quitarse las cobijas de sopetón. Sintió frío, pero se acostumbró rápidamente.   

Se levantó usando su memoria como ojos en la oscuridad. Tanteó dos veces el interruptor, pero no estaba.  Con el seño fruncido, recorrió la pared con la palma sin éxito. Volvió a la cama, confundida, pero su pie derecho tanteó la orilla y encontró una mesa. Su tronco rebotó al instante, sentía la boca aún más seca y recordó. La idea le pareció absurda sólo en su infancia despertaba  con la garganta seca. Algo de miedo mezclado con curiosidad le instaba a descubrir si podía ser real.

El vaso con agua, el mismo que su madre le dejaba sobre la mesita de noche, la sorprendió. Rió nerviosa y respiró repetitivamente para controlarse. Aún estaba a oscuras. Subió las persianas  y vio a través del vidrio el parque de Cedro Golf. Recordó las canciones que cantaba sobre el pino, las tardes en las que llevaba una bolsa de zanahorias para alimentar a los conejos, el cumpleaños donde mandó a dos jóvenes en bicicleta a que le arrojaran bombas de agua a sus primos. Suspiró con picardía, olvidando, por un instante, lo raro del momento. Más giró, reconoció el mural de margaritas que había hecho con su madre, el techo lleno de discos volteados reflejando su cara, el perro de peluche con gorro y la corbata de su uniforme. Su sonrisa se llenó de desconfianza y percibió  algo macabro, sintió la zozobra de hallarse atrapada en un recuerdo.

Corrió por las escaleras hasta llegar a la sala. Vio a su padre leyendo el periódico en el amplio sofá de terciopelo rojo que les había heredado el abuelo. Con miedo de verle la cara fue cautelosamente a la cocina. Se estrelló con su madre. Ella tenía el pelo corto y le consentía la cabeza. Elizabeth se quedó fría, sintiendo la mano adornada con anillos entre el pelo. 

Desayunó sin decir palabra. No tuvo cabeza para saborear el huevo atomatado que tanto le gustaba. Ensimismada en la posibilidad de que fuera un sueño, una ilusión, una muy mala broma o que todo el mundo fuera diez años más joven. Fue consciente de sus contradicciones internas, de su tristeza y de su alegría, y de cuánto daño le hacía ver a sus padres juntos de nuevo.

Aprovechó la orden de irse a bañar para encogerse en la ducha. Cerró los ojos pensando que era brillante la idea de perder la consciencia y despertar en la realidad de nuevo, pero el humo del baño terminó por resignarla y por regalarle un regaño suavemente maternal. Eso le agradó, hasta sonrió, pensó en lo hermoso de no tener problemas y discusiones eternas con su madre.

Se sintió aliviada de que fuese sábado, la posibilidad de volver a su colegio y tener que tratar con todos sus compañeros le turbaba. No sin dudas aprovechó para sentir lo que el día le brindaba. Cantó a todo pulmón Californication de los Red Hot Chilli Peppers. Almorzó ajiaco con su hermano y sus padres, sentada en la silla más alta. Bailó Brittney  Spears para su mamá. Consintió a ninfa, su lorita mansa, y se quejó de no poder coger a Lancer, el loro al que su hermano enseñaba a picotear. Sacó a las barbies a modelar y hacer discursos en el patio. Y cuando la tarde comenzaba a quemar la rama alta del pino de enfrente, se refugió, no por mucho, en un rincón debajo del escritorio. Lloró silenciosamente por su deseo de continuar viviendo ese sueño, dejando el miedo y la vergüenza de lado, cultivando más amor que el ya cultivado. Lloró por recordar su vida como adulta, por no avergonzarse de ella, pero por no poder decidirse por ninguna. Respiró y poco a poco el llanto silencioso se convirtió en mero silencio.

Fue un momento duro, Elizabeth sabía lo que iba a pasar. Su madre y su hermano entraron con unas velas en las manos. Las pusieron en el suelo, mientras Elizabeth salía de su escondite con el corazón tan agitado como el de un ave. Por años había deseado revivir las noches de cuentos a oscuras. Gracias a esos años amaba la luz de las velas y de las estrellas, gracias a ello apreciaba la literatura, con dragones, sapos y princesas, gracias a ello, y a todo lo que había vivido ese día, Elizabeth era quien era. Y a la hora de dormir, minutos antes de las nueve, después del besito de buenas noches, del abrazo y del discurso sobre angelitos, el niño Dios y hasta el “perrito de Santa Closh”, Elizabeth se acomodó en la almohada y cerró los ojos con la idea de que aún si se despertara en esa o en la realidad 10 años más adelante, con o sin sed, lo haría con la satisfacción de saberse Elizabeth.

Al desocupado desesperado


No me había preguntado cuán desocupada puede ser una persona. Y hoy me dado cuenta que esa palabra es difícil de usar. La que en realidad he visto es una persona desesperada.

Meditando un poco sobre el asunto, pienso desocupado es aquel que no se ocupa de lo que le importa. Un momento... más bien, de lo que debería importarle osea su propia vida... ¿verdad? No. Eso es impositivo, ¿quién soy yo para decir qué debe o qué no importarle a una persona sobre su vida? Que no esté de acuerdo, bien, pero juzgarla por no pensar igual significa intolerancia, nacionalismo, europocentrismo, hegemonía... homogenización. En fin.



Bueno, pero si a la persona le interesa la vida de los demás, y la vida gira entorno a las acciones que le dan de qué hablar... ¿porqué llamarle desocupada?


Pues bien, tal vez no lo sea... según su perspectiva, a pesar de que los otros sean libres de pensarlo. Pero de que es deprimente, es deprimente, ¿o no? Digo yo, tan poco valorará a sus amigos, a su familia, a su estudio o proyecto de vida único, que ¡todavía le queda tiempo para interesarse en las minucias de otras vidas! y preciso en la mía. (risa... no tan burlona.)

Digo minucias porque cuando uno crea un vínculo con una persona, lo más natural es que a uno le importe lo relacionado a esa persona. Tal vez no todo, no falta aquel que no quiere saber sobre los amigos de su pareja o su familia, pero al crear una relación de amistad o pareja se construye un círculo expansivo donde se comparten experiencias comunes. Donde al pasar el tiempo, más me importa saber qué sucedió con el grado de su hermano, con el viaje de su madre, con el perro nuevo. 

Lo raro del asunto es que esta persona tan "ocupada" venga a interesarse en quienes no tiene o definitivamente va de mal en peor un grado de relación. En quienes, desafortunadamente para ella, no le prestan la atención que quiere.

Creo que ahí está el problema. Porque entrometerse (dígase de una persona que se mete donde no le llaman, o se inmiscuye en lo que no le toca) en la vida de aquellos que odias para poder criticarlos y tener de qué hablar, demuestra un vacío de relaciones valiosas propias, de corazón, de creación propia y humana. Demuestra el vacío superfluo de una lengua floja y pendenciera. Demuestra una falta de autoestima grave ¿Quién puede considerar su voz como respetable cuando ha silenciado a los demás posibles hablantes con un tapabocas, o, peor aún, con un tiro?

Claro, todo depende del objetivo de vida. Los "enemigos" (si es que a uno le gusta sentirse en un absurdo campo de batalla) o aquellas personas con las que uno por algún motivo no puede entablar una relación aceptable, donde el mínimo respeto sea no hablar mal a espaldas de esa persona, también le enseñan a uno. Le influyen en sus gustos, sus formas de hablar y el hecho de que esté yo escribiendo sobre esto es influencia directa de la acción de una desafortunada personita desorientada. 

Desearía no conocerla tanto como para saber que compite con su madre para ver quién es más bella y que además debe soportar que su hermana menor la opaque. Pero éste no es el espacio  para venir a develar la vida de alguien (bueno al menos no del todo). Y a esa persona le digo sinceramente, LO LAMENTO. 


¿Qué lamento? No lamento ser quien soy, ni hacer lo que hago. Menos tener la voz que tengo o las palabras que de mi corazón salen. Lamento que tu libertad esté encadenada porque así lo has decidido. Lamento que mires la mía con tanto recelo. 

Puede sonar hasta hipócrita, pero no. Lamento que estés perdida, lamento el dolor interno que te lleva a vomitar veneno con la máscara de una satisfacción que esconde la intoxicación tan avanzada que la soledad ha dejado en tu pecho. Lamento que la vida no sea lo que tu quieres, y por ende lamento tu incapacidad para guiarla por donde quieres. Lamento que vayas a leer este escrito y vayas a reaccionar como siempre, poseída de una rabia ciega y propia que se limpia la sangre en los demás para no verse manchada. Lo lamento, no siento lástima. 


Finalmente, cada quien tiene la hermosa libertad de decidir su concepto de vida buena, de plan de vida y de todos los conceptos que haya hecho, tenga o quiera hacer. Y aunque no me parezca tu forma de vida, vívela. Igualmente tengo la mía y aunque tú no la respetes ni toleres, no va a dejar de ser mía. La diferencia es que a mí me da alegría ver distintas formas de vida, no me duele porque tengo muy segura la mía.