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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

Momentos Creativos
Fabro grafics

agosto 29, 2011

Instalada en el reflejo de tu mirada.

Sigue...
No pares...
No te detengas...
Jamás dejes de hacerme sonreír... 
Jamás me prives de hacerte feliz.
Jamás te vayas de nuevo, quédate e inunda mi atmósfera con tu olor a ámbar y a atardeceres...

Deja que esa luz penetre nuestras consciencias y permita que así como los reflejos nos iluminan, la luz nos aclare. Deja que el naranja cobrizo de la tarde me empape de tu gusto. Deja que mi respiración se acople a la tuya. Deja que disfrute de tu memoria... de la presencia inaudita, única e increíble de tu regazo. 

Déjame en tu estela... en tu corazón, en el altar de tu cuerpo.  Incrústame en tu camino, y has de nosotros el arte que desempeñas... El carámbano de nuestra cueva.

Retumbas en la habitación. Acomodas tu imagen en mi cabeza. Me trasportas a un lugar donde adoramos lo humano, donde el mundo se derrite al calor de los sentimientos, donde lo que nos rodea parece ser una maqueta mediocre.

Reluce en tus ojos un halo multicolor, el agua de un arcoíris... El átomo perdido del minuto que ya pasó y que invoca al siguiente. La excusa perpetua para no irse a tiempo. La mirada que detiene el espacio y encapsula el tiempo hasta que desvanece.

Entonces reflexiono en medio de la embriaguez que tu tacto me provoca, aparece una sonrisa invadida de una pena pueril, y de una esperanza innata.

agosto 22, 2011

Una tarde de pequeñas confesiones.

Tengo tanto por decirle que prefiero callar, mis palabras escupirán ácido en nuestras heridas- Dijo suavemente la chica que no tenía ni 5 de ser Linda. Su amiga, Soledad, le dio una palmadita en la espalda, acomodó un poco el cubrelecho que abrigaba a Carolina, e intento en vano cambiar el tema.

-Me encanta ese cantante, su estilo, su música...Viste la nueva casa! es incre...

-Esta tarde, estuve tan cerca de ir a buscarlo a su casa... pero no sé si mi orgullo o mi cobardía me detuvo... no sé qué hacer... 

Soledad le dirigió una mirada compasiva, maldijo al chico que le quitaba el sueño a su amiga. Se levantó de la cama y buscó algo en el bolso que combinaba con sus zapatos. Hubo un silencio inesperado, que Soledad soportó con la paciencia que sólo con Carolina podía tener. No era que ver a su amiga llorar sin lágrimas no le afectara, pero si al fin de cuentas, lo peor ya había pasado, y ella debía encargarse de hacerla sentirse mejor, no más deprimida.

Tomó una chocolatina y partió un pedazo mediano. Se lo llevó a la boca y disfrutando del segundo exquisito y cremoso de ese oscuro elixir terrenal, miró a su amiga. Le había crecido el pelo bastante, aunque todavía mantenía ese aspecto alocado un poco infantil y bastante natural. Tenía que haber adelgazado al menos un par de kilos, su busto firme y suave se dibujaba de una manera sutil y seductora. No llevaba maquillaje; siempre le había envidiado la manera en que no necesitaba aplicarse nada y no dejaba de verse bien. Con un poco de timidez, pero completamente convencida de que tenía la razón, le tomó la mano. -Debes fijarte en otras personas... comenzar de cero.

-No puedo.

-Si, es sólo que te fije en las personas que te quieren hacer feliz...- Le retiró un gajo de pelo que llevaba sobre la cara, aún húmedo. Estaban en casa de Soledad. La había encontrado caminando bajo la lluvia de esa tarde, sin inmutarse del frío o de que sus pulmones débiles se resentirían. No le importó cita con otras chicas, ni tampoco afán, regresó acompañada para cuidar de lo que quería cuidar. -Personas que pueden estar muy cerca... y te adoran por quien eres...
  
-Que no! ... No es sólo él... es todo... su perfume, las tardes, las luces de la luna, TODO!, sus labios, sus manos, sus palabras, hasta su hamster! 

Respiró y exhaló con un suspiro que no pasó desapercibido. Carolina le tomó la mano y le agradeció. Sólo con ese acto, su piel se erizó y de una vez se puso en pie.

-Creo que dejé la estufa prendida... El café se dañará!- Corrió escaleras abajo y, aún con el sonido de sus palabras en su boca, analizó su situación. Sacudió la cabeza como si con ello lograra disipar los pensamientos que la arrinconaban mentalmente.

Al subir, la encontró mirando fijamente la ventana. Dispersa en ese mundo que imaginaba, que nadie entendía y que por desgracia el único que había alcanzado a compartir un poco, había abandonado. Deseó tener las puertas abiertas, pero sus dudas persistían. Carolina le pidió que se sentara a su lado y la abrazara. El pulso de Soledad se incrementó con fuerza cuando sintió el aroma cálido y característico de su amiga. Con suavidad repasaba líneas en la espalda de su amiga y observaba con ansiedad sus brazos hasta ver lo que esperaba pero aún así le sorprendió ver, el vello rubio y delicado de sus brazos erizados.

-No es justo con nadie... no me anima hablar con nadie más, no suspiro por ver a nadie más... Quisiera gritarle en la cara el amor que siento... pero no es justo conmigo... con él...

Como de costumbre Carolina le había leído el pensamiento sin siquiera notar que tanto se acomodaba a esa situación.

-No es pertinente, no aceptará nada de lo que le diga... soy cobarde...- Carolina miró a su amiga y la apretó hacia sí. -Quisiera besarle... ver la luz de la tarde de nuevo reflejada en su cara y sonreír por verle feliz.

Soledad se soltó un poco, temiendo que su instinto se pusiera en contra de la prudencia. La miró a los ojos y controlándose para no llorar susurró. -Tal vez en un futuro, en otro tiempo, en otro espacio... o... en otra vida. 

agosto 14, 2011

"Al disparador de las balas más dulces".


¿Cómo está supuesto que se resolverá el asunto? Enciendo una vela cerebral y avivo su fuego con el suspiro de mi desconocimiento sobre qué siento. 

Es devastador no comprender por qué no puedo dejar de invocarle... llamarle en la oscuridad de mi rincón, susurrar su nombre en las estelas y las claves de mis oraciones. Cada molécula de mi cuerpo se inmola. Navegó en un mar anaranjado que raya en el horizonte con el dorado del sol. Estoy ciega por él... su luz no me ilumina. No concibo no ver sus pensamientos, pero infaliblemente se me refunden en la niebla de la incertidumbre y la sonrisa del macabro juego de la duda. Es una posibilidad. 

Me confrontan las voces de quienes me rodean. Construyen con un impulso benévolo y altruista una superficie temporal para que pueda apoyarme. Siento que con el fuego de su comprensión desaparece un poco y lentamente el frío que acompaña su ausencia. Se templa mi cuerpo para acostumbrarse a la nueva temperatura, como si me cobijara. Siento que mi andar se alivia. Por un instante, su imagen se congela y deja de trastornarme con sus miles de reproducciones, tan espléndidas, tan mosaicas, tan artísticas, tan humanas, tan cruelmente hermosas. Todo se torna más fácil, aparentemente. Es simple, porque me entumecen, con morfina duermo casi tan pacífica y perfectamente despreocupada como si apoyada en mis brazos mi cabeza permaneciera, todo sobre la rama plana de algún bosque encantado. 


Pero en realidad, todo se reduce a "no estoy mal porque se ha dormido el dolor". Se merma a "no siento". No siento el viento en el balcón; la tibia caricia en mi paladar de un poema amigable; mi propio llanto, invisible, pero tan latente como que soy sin lágrimas, con más dolor que demostración.

Por un momento logro sonreír, contemplar el mundo como camino que sostengo por delante, que dibujo con mis pies. Lo observo, pensando en lo que deseo formar con las herramientas de mi crecimiento. Pero en realidad, sólo es un momento donde como por milagro logro ignorar que camino (porque no sé si avanzo) a la luz mojigata de la incertidumbre entre los enramados de la confusión.

Palpita en mis palmas la sangre... la reliquia material del amor, el producto de la unión corporal y la materialización de un alma. El líquido que humecta el amor... la esencia de nuestro corazón, de nuestros motores. El ritmo de nuestros pensamientos y deseos. Entonces, con sólo percibir el olor zozobroso de la luz del mundo de mi cuerpo, se retuercen mis glándulas y mis nervios despiertan gritando desgarrados. Seré sin lágrimas, pero no sin dolor, porque no hay peor dolor que no ser capaz de sentir dolor, de doler sin doler, de doler y no poder materializar ese dolor con el soberbio ataque del llanto. 

Todos los cimientos que terceros procuraron levantar, se van desbaratando; con la misma rapidez que mi sonrisa se mancilla y entre sus grietas deja relucir el borde levantado de esa máscara sonriente. Se divisa el color pesaroso de mi verdadero sentir. En el esfuerzo más sensato, lanzo la red de una mentira al mar muerto de mi lógica; y con una voz enrarecida por la máscara que deja trasmitir el mensaje, sostengo que pronto pasará, que no me lastimará más que de lo que me he lastimado yo, que más temprano que tarde habré aprendido la lección sin salir tan dañada profundamente, tanto como para recordar su presencia y sus efectos eternamente. Que desesperada e inocente falacia. No es más que la desvalida onda de la piedra que cayó en el agua, el impacto, del agobio y la presión de haber perdido el gobierno.

No necesito consuelo porque es ineficiente para lo que por propia voluntad he astillado con tanto fervor y pasión. Aquellos, desconocidos de nuestro nudo, conocidos de mis manos, remilgan, nadando en contracorriente. Reman para rezagar el agua y evacuar la inundación, mientras que con un movimiento sinuoso, en una pequeña ola, el agua retorna para posesionarse de lo que ya le había pertenecido... todo.

Procurando no despotricar de los intentos fallidos, de los salvavidas desinflados, lanzo el suspiro concluyente. Reposo sus derrotados argumentos en mi pecho y les envuelvo en el abrigo de mi bienestar mediocre, invencible, persistente... casi parásito. La moral no puede ser levantada al intentar seducir con el argumento de : "podría ser peor" ¿Acaso no es más deprimente pensar que ni siquiera para sufrir se es suficientemente bueno?

Entonces me poso en el hilo que une mis abismos, en el lapso entre la tranquilidad y la angustia, entre la ansiedad y la paciencia. Reprimiendo y carbonizando a la vez, a la una con la otra. Atacando con mi brazo izquierdo mi mano derecha y respondiendo con el mismo movimiento inverso. No hay clavo, hay hoyo. No hay madera, hay corazón. No hay martillo, hay besos ¿Quién habría adivinado que, aparte de artículo, también podía ser bala? Orificios donde él se enardece. Orificios perforados por la dulce caricia de unos labios, por el aliento de unas palabras. Perforaciones que sostienen como cuadros de un gran artista, todas las imágenes que decidí mantener en una exposición privada sólo para nosotros, sin reparo de cantidad o calidad... Imágenes que decidí me arrinconan al borde de sangrar por gusto... de sangrar y abandonarme a su sentido del gusto.

agosto 12, 2011

"Rompecabezas de sus sutilezas 1"

Así se armaban y se desarmaban día a día.
Se repasaban sin necesidad de más reglas que ser sinceros.
Se acostumbraban al peso del otro con la caricia de un tierno beso, con la incertidumbre del mañana y la sonrisa de un días después de mañana.

En un día inesperado, un dulce escurridizo les había acompañado ¿Sería sólo lo que querían oír?, o se mantendrían con la sinceridad de ser los únicos en toda su historia... El tiempo lo grabaría en alguna corteza de sus almas.

La luz del ocaso del cuarto día se reflejaba en sus pupilas, cada cual con la imagen del otro. Los días y las horas pasaban a grandes zancadas recostándose en las luces vespertinas iridiscentes. Cálida compañía. Los reflejos de la imagen que sostenían enfrente eran parte del mágico resplandor que brotaba cuando sus miradas se conectaban, tan conectadas como el Destino lo había decidido. Estaban colgados en un plateado hilo mágico creando un cuadro de constelaciones de estrellas.

Sin darse cuenta, sus presencias reencarnaban el esplendor del momento, que no lograrían evitar recordar; como si sus mentes se trasformaran en cámaras, obturando imágenes de los primas de sus esencias,  atrapando sus presencias para sonreír después. Cada mirada, cada respiro, cada palabra, cada canción, cada beso. Cada instante, sacado más de una ficción que de realidad, se arraigaba en el espacio y se abigarraba a sus hermanos, formando una densa atmósfera de suspiros comprimidos. Instantes en los que trozos de sus almas comenzaban a conectarse, formando un hilillo, y a enrollarse; uniéndolos con una sutileza que sólo un día extraño podría acompañar. Extraño... peculiar... encantador para ella... fascinante para él. Algo tan extraño que sólo podía ser continuado por la presencia de su diversidad mutua; que hizo al aire enrarecido, que les rodeaba, inducirla a respirar a bocanadas su brisa, permitiendo que él recorriera palmo a palmo sus hombros y hallara reposo en su cuello.

-La única certeza que tengo en la vida es que en algún mañana "moriré".  Moriré, a pesar de seguir viviendo en las raíces de algún árbol, esparcida en la playa, en el estómago de alguna lombriz, en las puntas de un copo de nieve, en el polen de un pensamiento o en las partículas de algún monte verdoso... ¿Por que no vivir mi hoy? ¿Por qué no esperar mi mañana con aquel poeta guerrero? ¿Por que no creer en que veremos nuestros rostros en este mañana que anhelamos? ¿Por qué no creer en que él también quieres ese mañana?- Pensó ella, mientras le tomaba el rostro y le observaba las pupilas dilatadas.

Le veía felino, su sonrisa le era más que grata. También sonrió y se ruborizó, mientras le paseaban las manos del artista por su rostro, delineando los ángulos de sus mejillas y su quijada. Tomó esas caricias, para acariciarle el corazón los venideros mañanas, lo venideros amaneceres llenos de placeres indescriptibles que sólo el amor puede proporcionar. 

Cada vez que al cerrar los ojos le veía, se percataba de que había necesidad de una escoba para que su mente llegara a él; sólo necesitaba una excusa más para volver a verle. Se declaró demente por no conseguir                      alejarlo de sí, por tenerlo tan con ella, por hablarse a sí misma. El dictado de su consciencia se emitía con tal volumen que todo lo que no fuera él perdía existencia.

-Frente a aquel árbol me despojé de la incomodidad con un gesto más representativo que físico; y para mi sorpresa, inspiré un aire más tranquilo. Completamente envuelta en un tejido de realidades, distraída, aún más de lo usual, por el tono dorado de su piel cetrina, sonreí, atrapada en sus ojos, en sus brazos. El rodeado por mis respiraciones, por mis susurros; abrazado a mí. Yo aprisionada en él. Juntos con el aroma de la tarde, humectando nuestros sentimientos con la miel de cada beso, con la ternura de cada mirada.

La tontería, y una buena parte del miedo, se le quedó detrás. Con una ancha sonrisa pudo declararse que los diarios viejos con los paisajes vagabundos de gitanería irían a para en el estante de ejemplares pasados, sin actualidad alguna. Había llegado algo más profundo que bailes y caravanas; magia, involuntaria, espontánea... natural. Todo giraba alrededor de un cambio de vida, de paisaje. El inicio de un nuevo libro, donde pasar páginas no significaba sepultar en el pasado lo sentido sino realimentar y acrecentar la historia, aprendiendo y  enseñando a la par... o mejor, olvidando la educación y tan sólo compartiendo.

Él miró a su alrededor y también se sintió diferente, no era la primera... pero si, la única. Respiró un aire mucho más pacífico de lo que había imaginado, a pesar de no ir en el camino de las palabras que había vociferado antes de conocerla. Comprobó que la piel se le encogía con pudor cuando él se acercaba. Ella se trasformaba con sólo recordar las pupilas brillante de aquel que "ni en sueños" había ensoñado tanto, y más que soñado evocado en sueños...

Más que palabras, los susurros, los embelesaron. Representaron dos rompecabezas abigarrados que se inter-presan, que se inter-prensan, para crear uno completamente distinto.

Ella sonrió con los planos enigmáticos del Destino y le recitó con la voz que ningún humano oiría -Llámalo como quieras: planetas alineados, cartas mágicas, lo que haya sido. No nos pusiste en el camino del otro por "coincidencia".

Se desprendió de la presencia trascendental que siempre la acompañaba como un ángel, de o no de la guarda, y contempló las incandescentes pupilas de sus ojos que le hablaban con un sonido sordo y con la gesticulación una boca exquisita habilitada para reproducir melodiosas palabras.

Él, engrandeciéndola y adulándola con su incontrolable mirada, dijo. -Te condeno a cadena perpetua... - Como si Calamaro pudiera describir más dulce lo que ya era dulce para el corazón de ella, quien deseó que ambos partieran rumbo a la prisión común que él había creado, donde "por un par de horas, no importara nada más que estar los dos... juntos".

agosto 07, 2011

El joven del árbol.

Respiró tranquilo, sintió partículas disparejas en el viento y sonrió medianamente. Su pelo negro contrastaba con la luz del sol. Era todo más grande que él, los árboles, las casas, el cielo... ella, en cierto sentido, porque él era tan grande para ella como el aire es necesario para respirar y por tanto para vivir. Observó fijamente sus palmas como si al hacerlo ella se reencarnara y la femenina espalda semi-desnuda se contorneara en medio de nervios y sensibilidades, una vez más.  

No existía otoño como tal, pero, en ese mes de agosto, los árboles se resquebrajaban con el viento, arrojando su follaje en una imitación a la lluvia. Soñaba despierto. -Se consumirá con la velocidad que nos devoramos- dijo como final a un discurso mental. La imagen del miedo ardiendo frente a sus ojos le brindaba un cálido alivio. El miedo desaparecería, llevándose consigo la pena y las limitaciones. Aparecieron detrás de sus párpados la imagen de los labios que le robaban el sueño, iluminados por el sol de un poco más de medio día. Un mordisco tenue a sus dedos que ella hacía combinando la picardía y la inocencia; una sonrisa espontánea, la unión de los labios rosa pálido para enviar un beso pequeño en el aire. La provocación más sutil, más suya, los instintos de ambos y la fusión de sus visiones.

En medio del césped que le rodeaba, vio un perro jugueteando con su dueño. Se recostó nuevamente en el tronco de aquel árbol donde por primera vez había sido reloj con ella, reloj sin noción de tiempo, reloj del momento en que se quitaban las telarañas de su corazón y contabilizaban algunas cicatrices a luz de la sinceridad. Se recostó con la tranquilidad que le faltó en la biblioteca al sujetarle a ella los brazos con fuerza, mientras jugueteaba con su cuello, rozando por intervalos el cuello y las mejillas. Sintió el impacto que esas emociones le daban a su estómago y a su corazón. 

Cerró los ojos, formando unas líneas aún tenues al rededor. El mundo ahora transcurría de tarde en tarde y su respiración se aceleraban sólo oír su voz, intérprete de melodías increíblemente afinadas, difuminadas en sus ojos. No podía impedir sentirse alagado por saber el impacto que recibía ella con cada mirada. Sonrió con satisfacción. 

Recordó el momento en que sintió su corazón al borde del abismo para explotar, todo en el resumen más perfecto, un beso. Un beso tras otro, el sabor de su combinación, su sabor exaltado y el de ella integrándose. Sintió como se aproximaban uno al otro con la intensión de fusionarse en un solo espacio, en una misma sensación, en la misma respiración y sin proponerlo, adivinó lo que ella estaba pensando en ese momento, conectados por sus pensamientos mutuos. Ella quería escribir la novela de su vida sobre su piel y dejar que él fuera su editor, quería encuadernarse junto a él, fusionando ese par de cuerpos, de hojas, en el mismo sentimiento.

Se levantó un poco resignado por el trabajo que le aguardaba en casa, siguió sintiéndose pequeño con respecto al árbol testigo de sus susurros. Desprevenido tuvo que aceptar un golpe en su cabeza con un eucalipto como un cumplido y una llamada de atención bastante peculiar y maliciosa. Consumió su cigarrillo con la calma que el sabor de la saliva de ella utilizaba para bajar por su garganta, con una sensación imperceptible, con la integración de ambos. 

Era uno de los pocos en entender que el modo en que ella actuaba y lo que hacía era un poco más que casual y bonito; pero era el único en poseer el remo de plata necesario para avanzar en el río de su alma. Sin darse cuenta, se estaba empapando del aroma que ella desprendía cuando él se le acercaba para "no responder por lo que hacía". 

Realidad. 10 minutos de fumar un cigarrillo y pensar en algo agradable. Dispersó el humo y renovado retomó camino por las escaleras. Respiró despreocupado, pero su  expresión se congeló por un segundo al percibir el perfume que emanaba de su cabello alborotado. Sueño, Sueños. Se dejó guiar por el olfato y al girar, encontró la sonrisa con la que cada mañana se encontraría, los labios que observaría y los ojos que besaría.

No muy seguido, pero si alguna vez en cuando, las estrellas se alinean para hacer que el Destino sea benevolente y deje que los Sueños se vuelvan realidad.

agosto 05, 2011

0 Beso, el artículo.

¿Qué es tan mágico en un beso que hace que una pareja sea nuestra dirección de mirada, sumida en el melancólico ballet de la soledad? ¿Qué sabor tiene, identificable, que hace a los besantes sus expresiones suavizar?... ¿Qué tanto contiene de nicotina o alquitrán para hacer que después de uno, salga otro para ocupar su lugar? ¿Qué tanto de mentiroso y encantador tiene para que toda una sociedad se preocupe por no terminar en soledad? ¿Es un escape, donde todos nos refugiamos para no sentirnos mal; una prueba de valor... o calor? Podría ser sólo un intercambio de saliva, un gesto de amistad o la manifestación de una emoción físicamente necesaria.

¿Cuán mágico es un roce de labios a la luz del mundo? ¿Es más importante que la gran torre Eiffel, las batallas de Napoleón, el Holocausto, la guerra fría, las vías, las construcciones, el café, el internet, el hambre, la sed, la guerra, las prisiones, los tesoros, la aventura, la miseria, Hollywood, los diamantes, las minas, el petróleo, la Bolsa de Valores, Neruda, Virgilio, Poe, Aristóteles, Camus, Kafka, Marquez, Caicedo, Celia Cruz, Rolling Stones? ¿Porqué todo se resume a una pretensión, como si en el fondo, en un espejismo surrealista, todo se detuviera a contemplar y anhelar ese contacto humano?

¿Qué más puede ser este acto primitivo y meramente de dominación, sino una locura surrealista donde el mundo sangra y dos perdidos les da por mirarse y sentir con sus lenguas cómo es la ajena? incluso puedo imaginar la ironía que quería representar el pintor de la vida en su cuadro, él que nos despista con el alias de Destino.

Parezco adusta, insípida y mojigata, sólo por un mero ósculo, pero todo responde a tener como inicio el no despreciar la opinión contraria. Si me debato en las arenas ajenas de mis creencias y salgo de allí con vida, podré atravesar cualquier desierto con la frescura de mi conclusión, fruto del devaste y reconstrucción de mis propias ideas. Entonces más fuerte grito, ¡un beso no es naturaleza animal! 

Sino viera con sensatez, ¿cómo podría llegar a pensar de un beso lo que ahora sino contemplo qué significa desde otra perspectiva? ¿Con qué derecho me aferraría, confiada de la construcción de mi concepto, abandonada a la luz de mis argumentos susurrantes, a la convicción que ha resultado después de esta alfabética disputa? ¿Con qué podría entonces sostener que un beso es el acto más humilde de comunicarse con el lenguaje del amor? ¿Cómo podría tomar el rostro de aquel evocador y perderme en el sabor de su alma, que roza la mía? Cómo, si quiero ser justa, sonreiría al evocar el color con el que pinto esta sonrisa? 

Un beso es un atardecer condensado, instalado en los labios de lo humanos; un regalo de las estrellas, que explotaron para hacer que existieran; lo más fresco y sofisticado; una miradas más un sentimiento. 
La suma de la matemática del amor, el artículo de lenguaje del amor, un tú más un yo. Un detalle íntimo, una sonrisa, un alivio, la narración de la angustia, el sudor, el anhelo y la inspiración de la cabeza de un enamorado, la explicación del clima del corazón. La casualidad del encuentro de dos entre el mundo. La frontera que no pide más documentos que la voluntad entre dos países, culturas, razas, historias, sexos. Un nudo, una conexión y un crecimiento. El complemento de una canción, de una película, de un desayuno, de un saludo, de un hasta luego, del bienvenido del nacimiento, y del adiós de la muerte.

En este mundo de signos, nos procuramos valernos de la originalidad de contribuir, subsignificamos y resignificamos el mundo mismo. Todo es una gran hoja de papel que se repliega sobre el repliegue y nos reúne a todos bajos los mismos ojos de la materia y la trascendencia, de los sentidos físicos que compartimos y los pensamientos pasados que no han traído hasta donde estamos.

Desde un beso hasta la imagen de Dios, desde Platón hasta el arte de la medicina, desde escribir hasta pensar, todo se ve intermediado por nosotros, todo, dispuesto y descubierto, todo, reorganizado y redescubierto, todo innovado y olvidado, todo colgando al hilo que sostiene el tiempo, todo replegado en la pared del universo, todo una vibración en el espacio.   

agosto 04, 2011

Monólogo de la cabeza de la chica de la pared.

-Y me estrellé de nariz contra la pared. Estoy atrapada aquí, por mi propia voluntad -Dijo ella, con una pequeña lágrima dispersa en sus ojos rojos, aunque mucho más tranquila que la noche anterior. -Estaba dando vueltas en la cama, sin poder dormir y aquí estoy empapada en las lágrimas que nunca había conocido, pensando en lo que me dejó cada segundo a su lado- Yo había llegado respondiendo a su auxilio; al parecer, o por lo menos por un tiempo, todo se había quedado en suspenso, como el derecho de un feto, programado para cuando viva. Le tomé la mano para confortarla, estaba fría, igual que su mirada.

Me había llamado insistentemente. Me había rehusado a ir por mera prudencia, tal vez por un poco de miedo a herirla más, pero sobretodo porque suponía que no tenía cabida en esos asuntos del corazón, tenía mi atención en otros asuntos. Sin embargo, estaba sujetando su cabeza en alto como refuerzo moral, como una palabra, mejor un discurso mudo. Estaba con ella, en una actitud "casual" y habitual con la excepción de estar en un caso donde lo peculiar me anunciaba que lo extraño estaba por comenzar, insospechado, pero evidente. Prefiero seguir en silencio hasta no tener más argumentos, sin lógica no sonaría mi voz... no soy alguna clase de presentimiento.  

-Todavía siento su perfume y su barba que no me causa alergia- Ni un día había pasado; para mi era el grito de alarma que me decía que el camino sería largo y no muy cómodo. De cualquier modo, nos gusta lo difícil.

Fuera o no una broma, no una coincidencia, él ya no estaba... Sólo el tiempo confirmaría su regreso. Su pelo me cubría con ternura, sentía la presión en su cuerpo, la ansiedad, la duda, el respeto por los sentimientos en juego, sus recorridos y las lágrimas de sus ojos, yo palpitaba con su estrés. 

Definitivamente, si se sentía incómoda conmigo, lo más probable era que llamara a la percepción para alguna razón metafísica... pero mientras yo estuviera presente, no dudaría un momento en iluminarle la segunda cara de la moneda. El chocolate que pretendía calmarla un poco ya no estaba tan caliente, el humo que saldría si lo estuviese era más un vaho fundido con el aire. -Me tiene en sus planes de futuro.- Me explicó animada, para callarme un poco y derribar cada argumento en contra. Siendo más objetiva, la visualicé en el futuro, y un poco alcahueta le concedí la alegría de estar de acuerdo en la posibilidad de un mañana más feliz y resuelto.

Envuelta en la suavidad de una cobija de material felpudo, la hice secar sus lágrimas y sonreír, sin optimismo no llegaríamos a ningún lado. Si bien no la dejaría elevarse en un imposible, no la llevaría a ver la vida sin sentido por ser demasiado "objetiva" un pequeño eufemismo de pesimista. No quise derramar sal en sus heridas, por lo que le pedí que no clausurara una historia que aún no finalizaba, con un sólo capítulo no teníamos material suficiente como para sonreír con tranquilidad, debíamos armarnos de paciencia por más rencillas que hubieran tenido las dos en el pasado.

Revivimos los momentos juntas, retroalimentamos la situación y sacamos el consuelo de vernos trabajando juntas por algo que tan feliz la hace. Muchos momentos a su lado la he reprochado, ignorado, y ayudado. En más de una oportunidad me declaré incrédula ante la posibilidad de muchas cosas. Muchas veces regresaba a mi, frustrada por no haberme oído correctamente. No soy su corazón, no soy su alma, no soy su percepción, ni su infancia, ni su experiencia (querida amiga mía), no soy su madre.... ¿seré su amiga?

Tarde me vale más que tu nunca...


Es curioso que lo que tanto nos duele lo busquemos en cada encuentro. Nos hiere admitir que llegamos tarde, pero en la tarde es que encontramos el brillo de nuestros ojos y los susurros que estremecen nuestros corazones. ¿Qué derecho tenemos de adueñarnos de esta palabra y trasformarla como lo que nunca habíamos soñado? ¿Qué derecho tengo de tenerte a mi lado? ¿Qué derecho tenemos a renunciar lo que no fue coincidencia?

Veo tus ojos y siento mis piernas desfallecer, eres mi tiempo completo, y te insinúas con sutileza en este fuera de tiempo, fuera de espacio, fuera de tiempo, porque no me importa cuánto tardaste sino que llegaste...

Me invades los nervios y me predispones a tu voz, me rondas en la noche avanzada, en la tarde, en el crepúsculo, en el amanecer, a las 10, a las 6, a cualquier instante. Me persigues aún después de vernos con tu sonrisa y tu expresión de plena satisfacción... de sentirte completamente tú ante mi.

Eres un inconveniente para mi ritmo cardiaco, una inusual sensación en mi estómago. 
Veníamos buscando en el polvo la miel de las nubes, veníamos maldiciendo la tarde porque sus rayos develaban nuestros vacios y las mentiras que usabamos para cubrirlos. 

Huíamos de esa sensatez, que nos gritaba que estábamos en el lugar equivocado y ya llegaría el gemelo un poco más tarde que temprano, resguardados en cualquier sitio, hasta que nos reconocimos y vimos uno en el otro todos los desastres y las mutilaciones que habíamos hecho para encajarnos a terceros... ¿Es realmente tarde? quién lo dice.... ¿nosotros? ¡por qué! ¿No se supone que no queremos verlo así?, y si nosotros no le significamos como tarde ¿porqué habría de serlo?. 

La vida es corta y tu y yo no somos inmortales, escapémonos a un lugar que sólo nosotros conozcamos, escapémonos a nuestro interior.  En verdad, ¿es todo? ¿un recuerdo? Eres más que una memoria...  Dónde vas a esconder que es mejor tarde que nunca. Yo te prefiero ahora, porque aunque tarde eres preciso y me haces feliz. ¿te hago yo feliz? ya lo has dicho. Te prefiero a mi lado que lejos, te prefiero ahora que nunca, te prefiero... a ti.

Pues, me doy, no puedo adivinar qué nos depara esta frase. Porque lo que quiero me ciega y me grita ensordeciéndome. Me doy por desorientada porque yo no puedo luchar sola, me doy... cuenta, que si te vas despertaré llorando de este sueño, sabiendo que este tarde para ti fue más tarde que para mi, fue un nunca.

Te doy las buenas tardes, porque para mi, todas, desde que veo tus ojos tan tralúcidos como el cristal, merecen buen augurio.  llueve, nos observan, y sin embargo, aún en mi peor estado, me brindas tu fortaleza. No puedo describir cuánto me gustaría que no se agotara. De tarde en tarde resucitas en mi mente, si no estás a mi lado, me besas la frente, la nariz y después dices que soy yo quien no puedo soportar no besar tu boca. 

¿Me dijiste alguna vez en algún sueño que para luego sería tarde? te respondo con lo único que sé que puedo, no es demasiado tarde... es tan tarde como sabes que soy yo, tan distraída, tan tenue, tan susurrante, tan difuminada, tan ... extraña.

¿Tarde, mal y nunca? como si fueran sinónimos, nunca me habían parecido amigables, porque la sociedad los usa para ponderar lo negativo, inoportuno o ineficaz, pero me siento tan incapaz de usarlo porque siento que nos estaría acuchillando por la espalda como si por fuerza del tiempo fuera mejor que lo determinado no se ejecutara ya, pero desde cuándo nos domina el tiempo así, envejeceremos, pero a nuestro gusto, proponiéndole una alianza y no una subordinación, confieso que si el Destino se puso de tu lado, al hechizarme a tu lado, es posible que el tiempo se refresque con nuestra experiencia.

¿En dónde te encontraré lucero de la tarde? guíame hacia tu sonrisa de nuevo, conduceme sin soltar mi mano, que voy distraída y la brisa me lleva siempre jugueteando.

¿De verdad te irás de mis atardeceres? ¿después de haberme susurrado el sentimiento que sobrepasa el querer? ¿Después de acomodarte en mi corazón y pintar un paisaje con tu alma en la mía? ¿Después de rozar nuestras esencias a través de la piel? ¿Después de saber que para mi tampoco el querer soporta lo que venimos construyendo?

agosto 02, 2011

A la treintena arbolada.

Alicia se sentó en el suelo y miró al techo. El blanco no le decía nada, simplemente la dejaba ser con su confusión y contradictoria consciencia. Los objetos del cuarto no adquirían mayor relevancia, un par de libros reposaban en el escritorio esperando pacientes a tener el chance de cambiarle el tema y aliviarle la presión interna. 

Ella no era completamente culpable de ser lo que era, pero si lo sería de la dirección que quería tomar... De verdad quería todo lo que era capaz de imaginarse con respecto a esa situación, pero la misma realidad le ponía freno... Tal vez el mundo le colaboraría esta vez en un acto de reconocimiento de esos cambios que estaba satisfactoriamente logrando.  Sintió un escozor en las mano, algunas costuras se reían por los lados y dejaban escurrir un par de gotas melancólicas. Al menos habría respuesta definitiva? clasificativa? categórica? Seguramente, si la hubiera, no serían tan extraños, tan frágiles, tan inmateriales, tan de ellos, tan ellos mismos. 

Quién podría controlar esa clase de sentimiento, cuándo todo se torna confuso e irrisorio, cuando el mundo se mofa de un sufrir minúsculo, tan vasto y tan profundo como es la soledad, seguramente, alguien... útopicamente. El consuelo reposaba sonriente con la satisfacción de poder identificarse mutuamente, pero los espejos los envolvían retorciendo la realidad para brindarle un toque literario a la jugada del Destino.

Alicia, de pelo negro intenso y ojos amarillentos, retiró de su lado las ropas que le amarraban y se entregó al vapor que emanaba de la ducha. Cerró los ojos y palpó su cuerpo, resusitando los fantasmas tan temidos del deseo genuino, del sentimiento... del querer... de la combinación de los colores de dos almas a la música de unos besos y al aroma de una tarde. 

Se sorprendió cuando al girar la cabeza vió el reflejo de la mirada enigmática que le robaba el aire y hacía a sus piernas temblar. Estaba tan cerca de esa esencia, tan cerca que podía tocar el rostro de ese cuerpo incorporal, de esa compañía mental.... Lo imaginaba? lo creaba? lo había soñado... y allí estaba, pero en u versión original.  

Sintió que la daga de su encantamiento se profundizaba con dulzura, el seguía tan lejos, tan enigmático, tan suyo como ella era de las estrellas... Un mes..... su mes, de ella, de él, de la tierra removida, de las curaciones expuestas. Se recostó en su lecho perfumado y se fundió con sus sueños en un cerrar de ojos, tan cálido como él los cerrara con ella, como si sólo los separara una nariz. Tan irreal como la barca de papel que los trasportaba, tan increíble como sus propias presencias, tan indescriptible como el sentimiento viviente, tan místico, tan sinuoso, tan ocre.... El todo enarbolado, inusual y extraño, exaltado, sincero y puro, repujado y grabado con la bandera de "más que una casualidad".