Entradas populares

Translate

Datos personales

Mi foto
¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

Momentos Creativos
Fabro grafics

mayo 27, 2011

"Una al lado de la Otra"

Una al lado de la otra. Una silla de madera y otra exactamente igual. Una casa de color ocre y tejas marrón. Una cinta verde atada en forma de moño, un listón ramplón. Dos.

Dos cuerpos rechonchetes envueltos en abrigos color terracota. Dos pares de zapatillas blancas completamente alineadas y con la suela casi sin gastar.

-Carro.- Una voz mandona y grave. 
-Carro. -Una voz aguda y sublime.
-Augusto.
-El Lechero.
-Sofía.
-Lorena.

Sofía y Lorena se quedaban enraizadas en esas cómodas de madera. Con sus traseros atascados en los bordes y un cojín ahogado justo debajo.

Día tras día dormían en camas continuas, una al lado de la otra. 
Cabellos idénticos, útiles idénticos, personalidades simétricas que sólo se resignificaban en el "idéntico" corazón.

El único momento en que separaban era por la distancia de una puerta, en la que se guardaban olores y jabones fungibles con el individuo. Sentadas en la escuela de muy mala gana por estar tan lejos de su propio punto de visión, del patiesito, del pequeño espacio de 10 metros. desde su cumbre, dónde visualizaban ensoñadoramente la podredumbre de la humanidad.

Más allá de las barandas de la entradas, más allá del jardín, corrían jóvenes que habían crecido en el mismo tiempo, pero de forma distinta a las gemelas. Una bicicleta, unos libros y rostros sorrojados del calor.

La rosa que nunca les dieron, la carta de BFF que nunca llegó, el pulso acelerado que se atelarañó por falta de uso. La cerveza que nunca probaron, el disco de moda que decidieron no escuchar. El maldito y tan deseado beso, el primero que siguió de largo, descuidando un par de flores para salivar.

Las cómodas de madera con el cojín y las barandas. Una al lado de la otra. El tiempo que se desperdigó entre pasos, escaleras, soles nacientes y agonizantes. 

Sonidos sordos, muertes familiares desapercibidas. Grados nunca culminados, novelas empolvadas sin leer. Cajas de regalos de algunos familiares desconocidos que recibían moho. 

Silencios. Cuatro ojos que miraban como dos y eran uno. Silencio en el alma rebosante y en los oídos ausente. Serenatas que nunca llegaron a su puerta. Versos y poemas de otro futuro que no progresó. La charla de castidad que pasó desapercibida, ignorada y completamente desconocida.

Un infame pretendiente que nunca pudo ser corrido a escobazos porque nunca estuvo allí. Un regaño abortado por la madre fallecida. 

Gestos inanimados que se marcaban difuminadamente. Muecas de ojos abiertos y furtivos. 

Noches en vela que nunca alumbraron. Berridos silenciados en una cuna sin comprar, en un almacén sin conocer. Noches de pasión y amor que se escurriendo por entre las tablas del piso. Noticias de alegría y de vida que navegaron en el viento de lo inexistente.

Días, tardes y noches entre la virginal cama, el indiferente comedor y las cómodas de su vida. Un día, una al lado de la otra, otro día más que se cremaba en el atardecer. Un sol que ardía por los bordes de los minutos sin estrenar. Unas cenizas invisibles, átomos calcinados. Otro y otro y otro y muchos días. Un cementerio de segundos que fueron acumulándose en sus arrugas.

Un hueso que se quebró sin actividad previa. Una sangre desconocida. Una visita inesperada y un delirio temeroso de la presencia de un médico que rozó por rutina la herida. Una sin la otra. la Herida y la no herida. la Tocada y la no tocada. Un corazón de dos que se quebró en tres. Un adiós profundo que había destrozado la rutina de más de medio siglo. 

Una picazón, un ardor, ungüentos infértiles. Insensibilidad y palidez en la herida. 

Un bicho invisible que armado de paciencia roía la inerme capa de dermis de la pierna.

Otro día, una al lado de la otra y la otra con ella misma. Un sol parturiento que extendía sus crías de rayos por el mundo. Un sol cansado que moría en la tarde. 

Los hijos que no trajeron a sus nietos en la navidad nunca celebrada. Las peleas con las canas que se quedaron mudas a sus anchas. Un cuarto, dos camas.

Una silla. Y una caja de madera corriente. Una brisa y una sola respiración. Dos ojos que eran sólo ojos. 
Una tarde crepuscular y un insulto no nacido. Enterradas en la madera, la Incrustrada y la Recostada.

Una junto a la otra y la otra junto a la una. Sofía en la silla goteando sus últimos suspiros de salúd y Lorena, descansando en su ataúd

mayo 22, 2011

A Mis Queridas Hurracas: Parte 2.


Pero de esas demoniácas, zurronas, zarrapastrosas, morrongas ninguna es más repulsiva que aquella que lidera, desde una perspectiva de temor, odio y rencor, esta organización degenerativa. Habrá que recibirla con un efusivo aplauso por ser la maestra del engaño, las falacias y el barro que enloda mentes.

Conociendo su historia, hay que declararla una rebelde frustrada. Gorda mental. De allí tendría yo que preguntarme ¿cómo una persona que se rebeló en la cuna es ahora la castradora de lo que por naturaleza le rodea? Con una mezquindad tan profunda que se disfraza de paciencia, esta mujer se regodea con las marionetas que ha construido y sentada en su casa sonríe torcida mientras brota los ojos en saltos irregulares.

En un comienzo, y después, siempre que la persona atacada esté presente, se desvive como anfitriona, lamiendo la suela como un trapero babea el piso. Tan experta es su actuación, que muy probablemente el conejo desprotegido se dirige con algo similar al amor fascinado hacia la boa que le engulle con la maldita boca salada y pastosa.

Es un Buitre desenfrenado, egocéntrico, con unas maquinaciones carentes de sentido alguno. Es la madre y señora de la chismorreadera, la raíz del árbol torcido. Entonces sólo aquellos seres cercanos al abismo, envueltos irremediablemente por destino caprichoso, vemos con claridad lo borrascoso de su interior. Cada piedra agudamente en punta asoma con un halo de vértigo, despotismo y es un nubarrón profundo que eleva los líquidos inocentes de la vitalidad y los escurre en aguas estancadas. Sus desdenes no son más que un reducido acto teatral que pretende identificar lo malo, lo negro.

Reviento entonces de impotencia por no poder descabezar cada una de estas malditas víboras deprimentes que chupan el poco brillo que produce una ilusión con sus pesimismos y propuestas retrógradas que pretenden reformar el mundo para llegar a la perfección, juzgándose perfectas. Escorias que escupen al cielo.

Debo confesar que es irónico que hable con tanto veneno porque podrían imaginar que estoy rebajándome a su "altura", pero hablo así con la diferencia de que yo no planeo lavar ningún cerebro, sino exponer con todo el asco las sensaciones me agobian cada vez que siento su ajena presencia rondando entre mis narices; porque sólo su olor me hace marearme hasta el retorcijón de estómago. 

La situación comprende tantas enfermedades que salen de mis ojos muchos gritos ¡FISGONAS! Retretes mentales de la escoria del odio.

Lo más lejano para todos los que leen sería imaginar una reacción de este estilo ante los hechos… ante la cercanía, pero los detalles los ignoran, esos detalles que aderezan mis emparedados, mis realidades, esos detalles que me susurran al oído tan viceralmente.

Si pudiera,  les refregaría la cabeza para hacerles ver que el “enemigo” no es otro que su propio ego poseído por el demonio del odio, poseído por la incapacidad y el placer inexplicable del sufrimiento ajeno.

Ay! Que triste semana para recibir con tal desagrado la cotidianeidad refractaria creada por incalculables blasfemas; buenas nuevas de seres en camino a esta vida, a la que no venimos por propia voluntad, pero de la que remilgamos por tener que irnos. 

¿Dónde queda esa fachada de puritanismo y centralidad mental?
¿Dónde que da esa in-diferencia, in-posibilidad, in-variabilidad? 

En la diversidad de posibilidades, en la espalda que sus ojos de Hurraca no pueden ver, en el trasero que prefieren no destapar por miedo a que la podredumbre cause un olor monumental, allí se refriegan los piojos de su existencia, proponiendo un brindis con sangre.

No me dedico sólo a despotricar de unas "damas", no. Me dedico a exhumar estos estorbos de mi vida; a rechazarlos con la fuerza de mi sensatez creciente; a expulsarlos del santuario que antes era oculto por el muro teatral de mis defensas. Las aparto de mi camino al igual que a todos los dulces innecesarios y los espacios de relleno. Los reproduzco por integridad y los observo detrás de la línea.

Entonces sé que los ojos de estas sin vergüenzas, que sé que observan a hurtadillas cada una de mis emisiones,  responderán a estas declaraciones con un “¿seré yo maestro?” ¡Atrevidas!

Porque si hay algo que esté implicado en mis discursos es la esencial referencia interna, es cierto, pero no son su totalidad. Más se amarra a cada palabra sopesada la fantasía creativa que me acompaña sin compasión de los tormentos ajenos posibles y los propios. 

Esta naturalidad que me lleva a no actuar en lo que imagino, pero imaginar más de lo que actúo, más de lo que me rodea. A crear otros mundos. 

Recíprocamente lo que se encuentra tan desagradable es su incapacidad por descubrir el horizonte individual y dejar que los demás hagan lo mismo. 

Todo cambio comienza por el primer paso, la aceptación y reconocimiento. Salud!! queridas.

mayo 20, 2011

0Vórtice incesante.

Respiró profundo. Debía mantener la compostura o recibiría un par de horas de infertil plática. La vida la llevaba por una apestosas mareas dudosas, justamente ahora le había dado a la vida por decir "vete al carajo". 

Allí estaba sentada en el suelo áspero llorando, llorando no por haber sido tan estúpida como para ilusionarse, llorando por darse cuenta de su incompetencia y su propia incomprensión. ¿De dónde carajos sale esta enorme impaciencia que devora indiscriminadamente el dulce de cualquier contacto agotando las reservas cada vez más?

Contra sí, contracorriente, consigo, consolada por el arrullo de la noche, en su abrigo, sola o como se quiera definir, percibió ese maldito vórtice oscuro que la chupaba hacia la rutinaria expiración en el maizal. El miedo a fracasar es tan grande que muy pocas veces se podría especificar... Este miedo alucinante la estaba haciendo enrojecer al borde de un soponcio. Era un fracaso repugnante, había perdido contra sí.

-Tienes mil personas que te aman alrededor tuyo, que quisieran curar cualquier crisis que estés pasando- se pronuncia una voz amistosa.

Pero de inmediato replicaban 100 avechuchos degradantes, llamados en un sufrimiento paulatino, que insultan a la motivación dejándola en el subsuelo, la raíz de su propia depresión.
Dónde se encuentran aquellos fantasmas del ellos, dónde están para acudir en el rescate. Dónde está la Sonrisa Verdadera, putamente oculta entre una marea de decepciones y falacias autoinfringidas.

Pero toda su depresión se reduce a una bolsa de té menos en la alacena, unas lágrimas que arrastran maquillaje y una consciencia que le remata las flagelaciones con la sal de: Eres consciente de tu padecer, sigue aquí... bajo tu puerta. Toc... toc. Es el golpe de lo desconocido que aún no ha logrado atravesar el Muro que le has impuesto a los demás para no verte a ti misma.

mayo 19, 2011

"A mis queridas Hurracas: Parte 1".


Me sorprende ver cuánto me he demorado en referirme a ellas.

Comenzaré por el principio, son una Hurracas amargadas, chillonas y estridentes que irritarían a cualquier ser humano medianamente pensante; bueno, a excepción de aquellos cerebros ultraoxigenados e hipócritas que se identifican y se edifican en esa institución de la envidia.

Estas Hurracas son Hurracas por lo arcaicas que son; porque las pobres urracas no merecen tal insulto.
La frialdad de sus pensamientos es tan proporcional con la de su humanidad, fría no de cálculos y meditaciones, sino fría de estériles, de mortecinos, de difuntos soplos de aires de superioridad que se asientan en las cómodas de la mediocridad.

En corrillo, en aquelarre, en una cocina que parece más el baño de una rata, se reúnen y quisquillosas chirrean los dientes. Una de ellas sobresale por ser la anfitriona de aquel muladar. Recogida en su joroba, con una cabellera semejante a un estropajo de pelo de jabalí y unos ojos de ojeras dolosas, llenas de culpa, mentira e intensión ponzoñosa.

Con un garbo estorboso se levanta de las butacas de madera pegada con algo tan fuerte como es un moco para pegar un papel. Sin importar la hora del día, siempre luce una resentida sonrisa socarrona, que oculta la frustración de no poder amar, porque saca a correr a cualquier hombre ingenuo que cae a su lado.

De este bulto de rimbombantes subhumanas, resalta la palidez de su tes y lo inanimados de sus huesos.  

La menor no es más que un títere desgraciado que mira por la ventana pasar la gente, mientras se suena con un ruido seco la mucosa negra de su propio corazón. Arde en deseos y frustración por escapar, pero no grita por libertad, se retuerce y arrastra por las suelas de Las Desocupadas Sarnosas para succionar del pecho materno una gota de líquido amarillo espeso que no es más que una miel ficticia.

Los bultos se disfrazan de damas con un estrambótico objetivo de realización personal. Los bultos se camuflan entre las libras, señalando a la "porquería" con los dedos embadurnados de excremento -Está gorda, es una ramera, coqueta, desenfrenada, abusiva, mentirosa, poca cosa, mosca muerta. Mientras que de cara al espejo en la "intimidad" su pecho sangra por una inflamación bulbosa e infectada de carne viva expuesta a las negras moscas de su integridad moral en descomposición.

Miro sus perfiles con algo de tristeza porque en el fondo me da lástima revuelta con coraje. Siendo sincera me encoleriza la ignorancia arrogante y despótica que envuelve sus palabras, porque no busca más que herir sin compasión a cualquier cosa que parezca humana.

Solo le pido a esta noche de bohemio jueves que me permita lavar mis heridas de esa lanza envenenada.

mayo 16, 2011

"Vagabundo y sin amor"

Ella había terminado allí, después de que una profunda depresión navegada entre las aguas de "consejos", lenguas viperinas que emitían amenazas implícitas con nada de provecho, la azotara con el látigo del ego traicionero. Después de un novio que desapareció, después de una consecución de calmantes cada vez más fuertes que por legalidad no se venden en farmacias.

Estaba allí, como el resultado de haberle escupido al cielo. Había aprendido de la calle lo que le habían prohibido en la sociedad; robar por hambre, robar por necesidad, atracar, insultar, amenazar por costumbre;   odiar por  la imposición de sobrevivir.

Estaba pasando por la calle hacia el mismo pedazo de asfalto donde había amanecido y había construido con algún tiempo de por medio. El frío de la tarde ya no le molestaba, al fin y al cabo, tras un par de años, terminó siendo su confidente. Entre la brisa helada de las cinco y el crepúsculo, respiró el humo de la calle, volviendo a su jauría para relatar a sí misma su día.

De tanto necesitar un abrazo había terminado por olvidar lo que significaban en realidad y lo había reemplazado por un momento de necesidad fisiológica con cualquiera que se atreviera siquiera a proponerlo.

El resguardo de habitantes de la calle no el lugar que creería cualquier novato, sumido en fantasías. El viejo gordinflón que dirigía el centro no era más que un granuja degenerado sexual, que a cuanta cara nueva veía exigía toda clase de porquerías profanas para cualquier mente. Era un vil chantajista que a cambio del beneficio de salud y derecho a una comida pedía la satisfacción de sus placeres banales. Lo que a la vagabunda respectaba, lo más irónico era que ni siquiera regalando su carne conseguía siquiera que este bastardo contemplara como posibilidad el ayudarle, porque una vez cumplido el cometido, generalmente unas cuatro veces, dejaba a las desgracidasas a su suerte, humilladas hasta los límites de las lágrimas hasta que hartas no regresaran.

El suicidio ya lo había descartado al igual que a las instintivamente improbables ilusiones amorosas.

Comprendió que en las cenizas de su existencia, se habían consumido los recuerdos, se habían aspirado sus expectativas y se estaban esfumando las últimas gotas de familiaridad que ahora empapaban sus ojos.

No lloraba como una joven desconsolada que extraña su hogar, no lloraba como una madre ya no madre por un aborto desaseado, lloraba como un espíritu desolado, en silencio, sin explicación, inundando el corazón de rabia y de soledad.

Llego su compañero de turno y se acomodó burdamente en el pedazo de yute húmedo en el que estaba ella. Un sonido seco de la caída del cuerpo oloroso a su lado hizo que inspirara precipitadamente. Los rugidos salvajes y sin sentimiento alguno no se hicieron esperar
Las estrellas comenzaron a recorrer las cintas caminadoras del cielo.

Su piel tostada se había acentuado con el tiempo y la luna dejaba percibir los dedos sucios que rebordeaban con caricias sexuales que por un momento prometían amor, pero que en cuanto se despegue, no serán más que el remordimiento del objeto usado.

En lo más oscuro de la noche, el hombre la empujó del "lecho" para reemplazarla por otra más joven que venía amenazante.
Caminó para calmar su agitación. Había perdido la lucha de fieras, entre insultos y pelos arrancados, perdiendo también la ruana y dos dos pedazos de cartón que había conseguido la semana anterior ¿Qué podría pensar acerca de su sentido en la vida?, si caminaba sin rumbo que el humo de sus propias exhalaciones.

Si el sentido o el deber de todo ser humano fuera construir una torre y supiera que cuando le falta la última hilera, siempre y sin excepción tendrá que comenzar nuevamente, seguramente despreciaría el reto.

Se sentó justo enfrente de una iglesia, sin confesar a sí misma su tristeza. Recordó el apoyo de sus padres que en otro momento había sentido como hostigamiento y miró el amanecer fijamente. Con lentitud su corazón fue dando las buenas noches. Dos veces suspiró hasta que cayó profundo, lleno de sangre y vida, que fue extinguiéndose por falta de intervención adecuada. Su rostro sintió la caricia de esa brisa helada que llamaba amiga y su mano se aferró sobre el pedazo de piel que llamaba pecho y llena de ira solemne cerró los ojos, en plena consciencia de que en su vida no había amor. 

mayo 01, 2011

"A la Soledad Hambrienta"

¿Qué es lo que extraño? Anoche, imaginé que tan sólo era una reacción psicológica ante la seguridad de que no está.

Entonces creo que me conviene pensarlo hoy con la cabeza más fresca, ayer tuve pesadillas así que vi cómo mis poros se dilataban con las ideas de este viento desolador.

Ahora se le suma también el complejo permanente de los traumas redundantes. He inspirado 10 veces, pero la sensación continúa. Comienzo a compadecerme de mi sensación ... creo que es patética... La soledad intimidatoria que me susurra sensualmente, despertando la sensibilidad de todos mis sentidos, al oído en medio de sus evanescentes apariencias. 

Finalmente, todos estamos, solos. Pero qué clase de soledad describo... ¿la de aquella de una chica desolada que llora en su cama porque se siente despreciada por su compañero de clase?¿la de aquella mujer que siente que la dejó el tren de la pareja?¿la de aquella mujer divorciada que desprecia a los hombres que la miraron sólo por una vez y la restregaron contra el piso del olvido? No. Esta es una soledad seca... que sopla dentro de mis venas. Una soledad desértica mundial... Una soledad interna que nos acompaña a todos los románticos. Es un ánimo de flagelo que nos recuerda lo melancólico de nuestra propia existencia. 

Me deprime mirar el mundo y ver que el engaño nos mantiene en su órbita. Me deprime revisar los pasos de la historia y notar la falta de sensatez que nos agobia. Me deprime no poder aportar más.

En cierta medida la vida siempre es cínica, ilógica y contradictoria... porque la vida que nombramos es la vida humana. No me puedo nombrar catedrática ni tampoco tengo la autoridad de ninguna clase como para juzgar al ser ajeno. 

Esta soledad es un llanto invisible que enmudece a quienes tienen los ojos de la percepción para notarlo. Nada más puede ocurrir en mi cabeza. Este es un vaivén que conlleva sonrisas, amor, ilusión, crudeza y realidad. 

De la soledad de la que hablo es la misma que sientes contra ti mismo. Es la misma que interrumpe tu sueño en medio de la noche, la misma que te hace sudar en frío, la misma que perpetra tu interior y se aloja con ganzúas metálicas a tus carnes. Es la misma soledad que toma la forma de cualquier excusa, es tu hija... es tu entraña desdichada.

Me pregunto qué sería de nosotros sin esa esencia tortuosa. Pero aquí no acaba, porque esta detestable soledad ha tomado como forma tu partida. 

Anoche acepté que extrañaba el título que te había otorgado. Ahora, acepto que no eres tú lo que extraño... extraño el calor de alguien ¿Calor? Si. Pero no un calor corpóreo y efímero, extraño el calor de tu energía emanando por los filamentos de tu existencia alimentando la larva de mi apéndice. Estoy ansiosa de respirar un aire ajeno al mío, de analizar los rostros, de encontrar la historia que hay detrás.

Esta soledad es la que hace que me fije en ti, en ella y en él, simple y llanamente en la búsqueda de saber y conocer. ... ¿por qué no, crecer?