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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

Momentos Creativos
Fabro grafics

abril 27, 2011

"´Gafitas´ v/s Rubia"

¿Cómo perdonarle un acto tan vil, cruel y ruin? ¡Con la excusa del amor! 
Dos horas antes, había salido de la ducha directamente al armario en búsqueda de un atuendo ´matador´ y se había maquillado estratégicamente para ocultar las imperfecciones de su piel ya aumentar el volumen de sus labios. 
Una hora antes, se había recostado en el espaldar de su asiento a esperar la entrada de su Romeo. También , le había adivinado esa expresión tan característica en sus ojos verdes; pícara... que le decía, según su sexto sentido, que existiría algo entre los dos. 
Ahora, estaba allí, sentada sola en una banca de piedra, expuesta a los penetrantes rayos del sol. Sí observada, como se observa a un reverendo pedo, con repugnancia. Ignorada. Y allá estaba él, al lado de esa condenada rubia de aspecto contradictorio ¡!¡! -¡qué clase de mujer se viste con tenis y falda!- pensó. Pero lo más grave era que no comprendía que clase de macabros motivos llevaban a que aquel patrón masculino tan perfecto hablara con esa.... bicho raro, porque sólo eso podría ser.
Su cara se arrugó con una mueca de fastidio al pensar en la presencia de ese ser ´deforme´, a sus ojos, pero una conexión sincera de miradas entre los dos tórtolos le reveló  los límites de su inocencia y autoengaño. Se había estado escudando en la posibilidad de que el príncipe azul, junto a todos los que integraban su corte (los amigos) notara que esa muchachita era una mosca muerta que había pactado quien sabe qué porquerías con algún demonio por obtener esa voz que todos decían que era espectacular.
 Se dirigió hacia él, disimulando sus impulsos que la llevaban como miles de bufidos de toros furiosos; unos celos incontrolables que con un tono estridente interrumpieron la conversación tan calmada y agradable que llevaban ellos. 
Desdén no describe con suficiencia la mirada que recibió de las pupilas de aquel joven despreocupado. Lo que era su esperanza de un amor idílico se trasformó en un momento incómodo para la pareja en incubación. 
Si se hubiera quitado la venda de los ojos, para mejorar su ánimo habría necesitado encontrar un brebaje que le extendiera el día a 30 horas.
Después de cinco minutos, la historia de ese ´amor´ estaba más que resuelta para aquellos que observaban con objetividad. Él siguió hablando con la rubia, sin prestar atención a la otra presencia. Cada expresión de fastidio y repulsión eran ignoradas porque de no haber sido así le habrían marcado un tortuoso camino de borracheras con justificación dudosa.

Respiró. Resignada por no ser atendida, se alejó mientras sus gafas se empañaban de lágrimas que arrastraban la base y la pestañina alrededor de sus mejillas. Pidiéndose perdón a sí misma por ser tan ridícula, corrió al baño, donde pensaba que estaría más segura de cualquier ojo intruso que quisiera escudriñar dentro de su pecho que gracias a las lágrimas sentía como de cristal. Tomándose el lado izquierdo con molestia, se sintió humillada. 

Mientras intentaba con brusquedad remover la espesa capa de maquillaje regado por su rostro, la de cerebro   sin estrenar entraba campante a lavar sus manos. Su estómago se revolvió on la presencia de aquella escoria. Dudó un segundo... y miró detenidamente el dispensador de toallitas de papel. Sin meditarlo más de dos veces, tomó su maletín e impulsándose fuertemente golpeó la cabeza de la rubia que estrelló contra el vidrio. Embutió papel lo más que pudo para evitar el sangrado de la nariz de la joven que yacía en el suelo inconsciente. Tendría que esconderla, pero cómo, y si la metía al baño?.....

-Ángela! Tienes las copias de mañana?

Sus pensamientos metódicos se veían interrumpidos por la intervención de su querido galán. Tal vez era un alivio que sólo fueran sus pensamientos, pero en el fondo de su pecho, que ya no sentía traslúcido, percibió una sensación de frescura que le marcaba con una espina -Funcionaría-.

abril 24, 2011

"Sexy mujer en Lodo"

Sus ojos lucían vidriosos... tan rotos como su vestido y tan marchitos como su pelo. Enfrente suyo está el otro, que también huele a borracho, esa mezcla de cigarrillo, alcohol y sospechoso estupor caluroso. Él levantó la mano violentamente, mientras que en vano procuraba detener un desagradable eructo etílico. Miró de lado a lado la calle. Los postes, el asfalto y las fachadas relucían con un brillo plateado cenizo escindido entre la luz de la noche y las sobras de la misma. revolcó sus bolsillos en búsqueda de su "discurso", un montón de garabatos inteligibles en una servilleta mojada.

Embebido en un calor hormonal la miraba y en un parpadeo emergieron pensamientos morbosos con los que torció los labios.

Por lo tarde, le pareció mejor hablar primero y dejar todo claro. Entonces, trastabilló con el andén y tuvo que arrastrarse para llegar a tomar la mano de la marioneta inerte mental que estaba en el suelo. Se rió con inocencia y picardía por un corto espacio temporal, pero inmediatamente apretó la boca y se aserió. Algo aletargado se levantó del piso. Tras poseerse lo mejor que su estado le dejaba, decidió improvisar unos versos para poder conquistarla.

-  Violeta.....no! digo, Amamapola.... no! Vi... Vi... Virreina! no, tampoco tanto. Victoria.... mmmm Vicente... no. mmm Valeria Amamapola Vicenta Viviana, o como quiera que te llames.... tienes unos pétalos que yo.... mmmm quiero desflorar....

La mujer se giró, moviendo pesadamente la cabeza. El mareo la atropelló, pero no salió sangre sino un vómito maloliente. El hombre la miró y por intentar levantarla cayó justo al lado de lo que en instantes previos permanecía en el estómago de Magnolia, quien no dejaba de repetir su nombre.

Los dos, que al parecer no podían pertenecer a este mundo, o al menos no en ese estado, gritaron eufóricos. Un grito tan lamentable que dejaba ver cuán barata era la máscara de la droga y cuán profunda era la herida de sus corazones "incomprendidos". La mediocridad que se resguarda en las excusas...

La mujer no podía ser mayor de 27 años y el hombre debía tener aproximadamente  ¿40? no se. Pero ambos se revolcaban en plena calle en medio del vómito como si fueran niños en el fango. El cabello, los labios y la ropa untados de una masa amarillenta. A mi juicio de una bilis explotada.

La noche avanzaba, pero ante el hedor y el aspecto del vómito seco en los dos individuos, que ya estaban dormidos uno sobre el otro, ninguno de los que parecían, o mejor aparentaban, ser sus amigos se atrevía a acercárseles.

-Tenemos que llevarlos! -Expresó con angustia una vocecilla de mujer frágil y acongojada. Un joven de 25 años, de cabello rubio, que abrazaba a otro muchacho, hablaba por un teléfono celular afanada. Por el parecido en el rostro, se podría decir que era la hermana de la otra que yacía en sueño profundo sobre el pavimento.

Con asco y sin mucha fuerza, porque también habría de haber estado bebiendo, le levantó la cabeza a su... digamos que hermana. Lloraba... creo que más por el efecto depresivo del licor que por cualquier otra cosa. Sonaba y sonaba el celular... sonaba y sonaba hasta que histérica contestó. El escándalo fue tan absurda que ni merece ser contado, pero fue cómico en cuanto que las respuestas eran un si mami, no mami, bueno señora, con unos dedos cruzados que delataban la hipocresía con la que esta chica conversaba.

Yo estaba sentada en el establecimiento de enfrente, tomando un café con un primo. Gracias a la escena se me había quitado el apetito. Un par de minutos después llegaron dos agentes de policía en una moto, seguramente de algún CAI cercano, tal vez la llamada de algún individuo de al rededor.

La escena era tan desagradable que los mismos policías se negaron a levantar a los borrachos. Por la cara de horror de la joven que seguramente era la hermana de la otra, pensé, y efectivamente así fue, que los agentes habían decidido llamar a los acudientes.

En ese momento le comenté a mi primo lo triste que era pensar en que la única que levantaría esa muchacha sería la madre... por amor. Él, hasta que vio que la madre llegó en una camioneta no me creyó. Y lo que me parecía aún más triste era la manera en que ella vería retribuido ese amor. Realmente no lo decía por el vómito sino porque muy difícilmente alguien creería que a una madre le agradaría ver a sus hijos en esa situación.

Como es de imaginar las reacciones de novela no se hicieron esperar, lágrimas, gritos.... el patético escándalo que se daba frente a nosotros, frente a todos los que estaban allí. La madre procuró no salirse de sus casillas,  se notaba en las venas brotadas de su frente. Sé que la señora pretendía controlar sus impulsos por cachetear a la menos ebria. Se agotaba mi café, y ya me estaba cansando de tolerar aquella injusticia. Rechacé la oferta de continuar y le pedí a mi primo que nos marcháramos.

Lo que uno puede ver de casualidad por allí, ¿no?

abril 20, 2011

0" A mi Curación Estéril

Me pregunto si estoy pidiendo demasiado... Entre todas estas diabólicas heridas, la más grande es el saber que no han sanado.

Lo que pretendo aún con este intento es cambiar el curso con el que venía pensando en ello. Pero sin embargo el remedio no ha hecho efecto ¡Remedio estéril! cuánto he de callar para mentirme, diciéndome que funciona.

No quiero que la voz sensata gane la partida, pero tú me lo dificultas aún más ¿Acaso no es evidente que necesito una presencia? no estás aquí ¿No es evidente que sólo te pido que me abraces sin recordarme tu nombre? ni siquiera te escucho ¿No has entendido que quiero estar contigo para no cavar el hoyo yo sola? estás sin estar.

No quisiera que me mal interpretaras porque aún necesito esas sonrisas para vivir sin llorar. Tus ojos pueden curar el veneno que me carcome por el ego y la razón. No necesito la perfección, no necesito a alguien en especial. Sólo necesito a alguien.

Cada vez es más complicado percibir tu presencia. Puedo estar muy delicada, pero es que quién no lo estaría después de las nueve cadenas que carga. Puedo asegurarle a cualquiera que todo marchaba al margen de ignorar la realidad. Pero precisamente es aquel volcán al que tanto aludí en otros momentos que me muestra la falta del Nadie... la premura del Alguien. 

Es muy difícil rondar en estas aguas internas, porque se que con cada signo miles de fuetazos se sueltan de par en par. Pero este silencio actual no es agradable, ni paciente. Es de algo que no tiene importancia, pero cuánto me calmaría que la tuviera. 

De verdad te digo curación maltrecha que aún no logras apaciguar la tormenta de mis antiguas ilusiones. Si te esmeraras en profundizar dentro de mis ojos, no tendrías marcha atrás. Pero qué tan egoísta puedo ser contigo... ¿como lo fueron conmigo? No.

Si no nace mejor que muera, porque en limbo no hay salvaciones a medias tintas. Pero confieso que me encantaría sentir el pleno dominio y no el usufructo de mí. Tus ojos me vendan con paciencia, pero podrían incinerar mis tristezas. Tus labios me hacen sonreír, pero podrían hacerme estremecer de ternura.

Busco un cerebro similar... que me encante al hablar, me haga imaginar y se confunda con mi andar. Busco una maldita atmósfera ideal, que por ahora no pasa de ser un postín sobre lo natural. Busco una respiración pausada que se agite en el momento de actuar. Busco un papel de impresora. Busco 100 pesos más.

A mi Curación Estéril le pregunto qué esperas, qué debo esperar. A quién debo culpar si, Nadie es imprescindible.   

¿Es mucho pedir que te asomes al risco de lo inesperado, que me eleves en tus vuelos? creo que sueño mucho al concebir la posibilidad de un nuevo andar, pero ¿para qué andar, si puedo volar?



abril 19, 2011

0 "Incipiente Navegante"

En sus 25 años de vida, la joven de esta narración no se había sentido tan desmoralizada de sí misma, como en ese momento, un viernes de julio, a las 11 de la noche. Miró a su al rededor y por más compañeros que le rodearan, se sintió sola. El fárrago no la dejaba escuchar muy bien la voz de su cabeza, pero no por ello ésta se había callado.

-Que desperdicio de tiempo- Pensó, recordando lo imperceptible de sus pesados y somnolientos parpadeos mañaneros - El tiempo libre se me está esfumando-.

Sentada en una silla de madera de un bar, cuyo nombre era imposible tomar en serio, le abrumaban sus autoreclamos -¿Por qué no he buscado más consejos en los grandes autores... por qué me siento tan vacía?- Le dio tristeza. 

Los desorientados que la rodaban ululaban con júbilo por la llegada del fin de semestre. En cada uno de ellos identificó cómo había desperdiciado un lugar sagrado, un tiempo precioso, o una oportunidad de explorar la vida de otro modo. - Tal vez de caminar, de leer... por qué no de retomar mis clases de acuarela...- Se sintió peor.

En un abrir y cerrar de ojos, las mesas del establecimiento se llenaron de botellas de cerveza, su cerveza estaba intacta. -En estos tiempos de desplome cultural, tal vez buscar un horizonte es lo que me da un camino... Tal vez con ello logre que mis hijos... no sé si llegue a tenerlos... tal vez habrán mejores niños-. 

La mujer sacó una pequeña libreta de su cartera y le pidió al mesero del bar que le prestara su lapicero. El hombre, alto y corpulento, accedió a entregarle una no sin antes pensar que era una patética, aunque por otra parte, se le despertó la preocupación de malgastar su tiempo en aquel cuchitril. Para ahogar la voz de su preocupada consciencia, mientras conseguía otro lapicero, el mesero buscó mofarse de la mujer con algunos de sus compañeros y ello sirvió al menos por el momento para quitarse de encima la mojigatería común de ser alguien en la vida.

La mujer, se concentró en sus letras. En vez de las voces de sus compañeros, creyó escuchar fragmentos poéticos de Borges, frases de suspenso de Doyle y fantasía de Bioy Casáres. Su cabeza brillaba por sobre el cabello opaco de los demás, pues las letras le danzaban en el cuero cabelludo y hacían una fiesta.

No tardó mucho en ver que su memoria no era espacio suficiente para alojar a tanta gente, no conseguía recordar al tipo de aquel libro de secundaria sobre un diablo en una botella, le faltaban los nombres de algunos de sus personajes favoritos. Sin siquiera despedirse, se marchó hasta la casa, entró a su biblioteca y desaforada reconstruyó las figuras más brillantes e ilustres que recordaba, para que la acompañasen. Por pequeña que pudiese parecer, la idea cambió su disposición a oír y construir los cuadros con otros matices de color. Pronto, su cabeza tenía tantas voces que se fundieron en una sola. Esa voz interna que la alentaba a crecer como ser humano y no como masa.

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The Reason - Cover a Hoobastank

abril 18, 2011

"Las memorias del Ángel de la muerte"

Con un poco de rubor en sus mejillas leía la carta.
-¿Para qué te vas, si te vas a regresar?- Se compadeció de si misma, tan sólo con el título, y se prometió no volver a permitir algo similar. - En tu venta turca de ilusiones de realidad normal, dejas los cimientos de tu puesto para regresar, sólo cuando se te antoja.- Sonrió y tomó la vieja caja de cartón donde guardaba las cosas de aquella pueril ilusión. -Eres un ángel que me alegra en la soledad, tras haberme arrebatado toda compañía- Le pareció irónico que un ángel de la muerte la hubiera seducido hasta tal punto de evidenciar su naturaleza y seguir a su sombra.

-Con quién estoy hablando... en esta tarde tan equánime y tan tostada, me siento a escuchar el rose de mis martillos, a reposar mis pies cansados del asfalto, a inspirar el aire ahumado de la ciudad... a olvidarme de ti. - Aún se sentía exhausta de toda esa maraña a la que llamaba sociedad, de ese entramado de relaciones que con ansiedad esperaba cambiar radicalmente. El olvido ya lo había pronunciado y sentía calma en su consciencia.

-Cuando la arena finalizó su caer... tras extinguirse la última esperanza, el aire pálido del instante atravesó mi pecho, en la hora exacta de mi natalicio...- No pudo evitar soltar una carcajada mientras sacaba de la caja otras notas y un dibujo de un paisaje. Las cosas que había escrito le recordaron la fecha de su anterior cumpleaños; la decisión con la que lo había dejado atrás. Pero que irónicamente, en una distancia no mayor a un mes, había vuelto a caer en aquella obsesión que parecía un lodazal que la hundía eminentemente. Sin embargo en algún momento ella habría de tocar fondo. Respiró un poco más tranquila al saber que era asunto superado.

Las frases que seguían todavía le emanaban del corazón, como si las palabras no hubieran quedado petrificadas sino en expectativa del tiempo. 
-Te posesiono en mi cabeza y te mantengo en el banco de los acusados. Como vidrios, estallan mis palabras en tus oídos, desmembrando tus sentidos. Cada esquirla se momifica en esta atmósfera y se suspende frente a ti. Brotan de mi pecho todos los males y las frustraciones. 
Como incienso, tu presencia permanece inanimada, pudriéndose, infectada por tu indecisión. Poco a poco, se desvalijan nuestros yesos y caen al suelo las máscaras de nuestros infinitos actos, de esta obra que llamaste amor. 
Cada uno de estos postines estalla dejando un grito, una lágrima, una sonrisa y una mirada al horizonte.-
Se sentó en la cama sin sentirse propia, una marea de recuerdos la movía en su propio laberinto mental. Poseída de una herida cicatrizante miró el papel y soltó un suspiro doloroso.
-Cada vez más cerca del veredicto, el espacio se atiborra de los escombros de nuestra obra. El aire no se mueve por la densa atmósfera y mi fuerza comienza a volcarse en los muebles que nos rodean.
Tú... sentado en el banco de los acusados, ¿cómo te declaras?---- SH! cállate, que los culpables son herejes sin voz. Eres culpable... culpable. Tu condena tiene que ser el exilio.
Allí estás... esperando, con una maldita sonrisa paciente, que me irrita en segundos, a que yo finalice mi discurso.-
Sacó un reloj de arena derretido y lo lanzó contra la pared, las arenas salieron volando por la ventana.
-El reloj que medía nuestro tiempo se paró. El calor de mi desilusión lo derritió y no es más que una masa tóxica y grumosa que habré de dejar atrás. Ahora, sólo mi irritación habla... mientras que muy bajo, la Nostalgia frustrada susurra versos desconsolados a su amigo el Corazón. 
Mi ira se queda sin voz por los bufidos coléricos y las Lágrimas en séquito de la trasparente Nostalgia me visten con la verdad. Le dan morfina al recuerdo y valor, el que tú nunca tuviste, a las palabras.
Te miro a los ojos...- 
Su piel se erizó al recordar esos ojos embrujantes.
-y me doy cuenta de que mi voluntad entra en el dilema de si creerte o no. Tus argumentos son como aviones de papel que me bombardean. Entonces, me doy cuenta de que mi camino ha fluctuado con una diversidad indescifrable que conforman un árbol de caminos. Te observo, pero ya la ira se ha marchado. Nostalgia canta deprimida, mientras la tranquilidad, de rostro impávido, revela que se ha llegado al veredicto. En medio de la sinfonía que enrojece mi rostro, una lágrima se destaca con un sólo de soprano.-
Respiró más tranquila y escuchó la dulce melodía que acompaña sus crímenes, sin sentir una necesidad agobiante de llorar que antes la acompañaba.
-Ahora me miras ensombrecido.- Recordó con nostalgia esa mirada petrificada.
-¿Recuerdas el sabor de mis labios?, ¿el aroma de mi cuello?. Para qué cierras los ojos... sé que así no lo quieras, en tus párpados ves esos beso que no podías resistir robarme. -Recordar el sabor de esos labios hizo que por un instante se sintiera en un vacío.
-Gracias... me haces sonreír... Si, me siento confortada por el curioso arlequín de mi encanto. Te digo hasta nunca, mientras beso tu frente, a pesar de que sé que no es el beso de consuelo que desearías recibir. -

Se preguntó si en el final de todo, él había tenido razón... pero no. Sin importar los argumentos en contra, la realidad le ofrecía una versión más coherente de la historia. Se sintió diferente. Tomó un lápiz y finalizó la carta. "El tiempo trasciende, dejando en el olvido lo que alguna vez nos robó el tiempo y el aliento, dejándome en una dimensión, donde espero con suerte no recordar más tu amor".



"Pronto, el pedido"

Andrés la miraba detrás de la malla negra. Desde afuera, sólo una observación aguda podría percibir el camuflado brillo de sus lentes. Su piel morena tenía un resplandor cobrizo con la luminosidad del día y dentro de la apretada cocina soportaba el agudo pitido porque sabía que volvería a verla.

Después del pedido, estilizó sus movimientos para atraer la atención, mientras introducía las papas fritas al microondas. Saludó entusiasmado y siguió los pasos de la joven que por rutina almorzaba allí. La eficiencia del servicio era producto de la ansiedad por un contacto visual.

-Gracias.

El sonido sublime le calmaba hasta el día siguiente. En las noches, sin oportunidad aparente, le pedía al destino, mago de lo imposible, que rompiera las barreras de una posición social y le dejara acercarse con su corazón en la mano ala chica.

Una menos cuarto. Su corazón se aceleró. Con cada inspiración, sentía que sus pulmones ardían. Sus piernas temblaban. La oyó. Sus pupilas se dilataron y el calor hizo que se ruborizara. Con la mayor rapidez que podía se abalanzó atenderla, pero sintió una punzada molesta. La joven estaba acompañada de un orangután con cara de perro que babeaba con cada frase insulsa que arrojaba. La presencia de aquel producía que su adrenalina aumentara. 

Sus pensamientos fluían al ritmo de los cuentos de hadas. La princesa se fijaría en el escuálido e inteligente joven y dejaría de lado al mono parlanchín que no la valoraba. El la salvaría de una vida llena de molestias y le daría verdadero amor. 

Pero en esta historia, una bruja no irrumpió en este amor sino la propia realidad se encargó de que después de ver el comportamiento enfermizo del tendero la chica huyera del restaurante. Jamás la volvió a ver y en sus ojos tostados se veía el halo de desesperación porque alguien se fijara en él.