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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

Momentos Creativos
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enero 29, 2011

0"Monólogo de la Gitana Enamorada"

-Descansa y respira hondo. Deja la discusión para desahogarte en soledad. Déjate ahogar por el olor de mi pelo y deja que la sinceridad de mi sonrisa te sorprenda por la espalda.- Suena un suspiro.
-No debería verte. Debería irme… Pero aquí estoy, como ves, en el camino alterno para perder la cabeza y no saber ni lo que he dicho.-
-Qué sigue, debo huir y decidir… ni siquiera la premisa de mi negativa puede salir. Oh… dulce problema. Respondes con el corazón, sin que pensemos en el tiempo.-
-Canto, en el silencio, quebrando el miedo a ser. Nunca ha sido mi intensión hechizarte – Dice la Gitana- pero las estrellas que iluminan hoy, tan lejos de nosotros, tan cerca de nuestra ilusión, susurran con la neblina que no hay palabras para describir…te … ni al sentimiento naciente tampoco.-
Entonces se sienta en el suelo, inerme ante la potente fuerza que hace a esos ojos dilatar. Lo que los separa es una barrera de cristal.
-No necesitas aprobación de nadie para acomodarte en mi corazón. Necesitas valor para tomar de nuevo mi rostro y admitir que lo que nos está uniendo no tiene ni la más mínimamente coherente explicación.-
Él habla pero sus palabras se intercalan con el viento haciendo que sean imposibles de capturar en este papel. La Gitana siente la tensión de su mirada, la frustración de la discusión de la inexistencia del silencio.
Pero en el beso frente al lago, todo calla y las consciencias se quiebran en miles de pedazos inútiles y deja de oírse el ruidoso y molesto cargo de duda. Las manos se inquietan sin lograr encontrar el lugar perfecto… pero a la luz de la niebla fría, encajan; y el mundo se detiene… porque tal ves encajarán. Porque aquel desvarío que los tenía locos tanto a él, como a la gitana de la niebla, los hacía materializarse en el aire y divagar en el camino, sosteniendo sus manos pecadoras a luz de la luna.

0"Noventa días de Vigía"

90 días de vigía… El Soldado, de rifle cansado y rostro sudado, comienza a desfallecer, resistiendo débilmente en este terroso campo de batalla minado de ojos oscuros  y de lenguas expectantes a su presencia y error.
“El Enemigo”, su amado enemigo, avanza sin saber hacia donde avanzar y toda alianza que previamente formó se arraiga con dulzura.
Soldadito de Plomo, ¿qué es lo que te sucede? – El no poder disfrutar del amor… para lo cual no hay quien me consuele. El soldado está cansado de esperar pacientemente; de los desarmes ineficientes que le dejan otra esperanza rota y nada más.
Las balas lo han herido en las piernas y en el pecho. Las balas le han aniquilado mentalmente, al punto de imaginar un compromiso con la dulce muerte.
Dentro de su cerebro bélico, habitan gusanos rechonchos  que piensan en una absurda competencia… pero ¿qué tiene que ver esto con la verdad? Poco, nada o mucho… es igual. Como en toda guerra, es necesaria la existencia de una victima, de un mercenario y un motivo… qué sentido puede tener ésta, donde todos sus participantes no son más que porcelanas que rodean una peligrosa pelea mental de polos opuestos,  de perros rabiosos alrededor de un dilema.
Los cañones enemigos han rellenado cuerpos con fuego e incendiado toda esperanza de victoria… Para completar, las provisiones llegan cada vez más tarde y distanciadas que las anteriores. Esta situación continúa  privándole del alimento que le mueve a luchar… barriga llena y corazón…. por lo menos estaría satisfecho, pero cómo estarlo si lleva ya un mes sin ver avance ni de victoria, ni de consuelo, ni de romance.
Pero aquel sonriente Enfermero sigue allí, como si no pasara nada. Le mira de frente, prometiéndole un mundo mejor y un futuro de mieles… pero al tiempo le inyecta una maldita morfina a un soldado del ejército contrario mientras El Soldado espera y llora internamente por un antibiótico que sane o apacigüe sus infectadas heridas. Pero mientras El Soldado duerme como puede, el Enfermero cobija y abriga en las noches al soldado del ejército contrario. Que tortuoso apego. Este enfermero negligente es el verdadero enemigo… ¿alguien sabe quién puede luchar contra aquel que le cuida?
Soldadito de Plomo ¿qué es lo que te sucede? – El no poder disfrutar del amor… para lo cual no hay quien me consuele.
Ha sido una guerra de enemigos invisibles, de trincheras y escondites; una guerra en la que no hay límites ¿En el amor y la guerra todo se vale? … al menos este juego sucio le arrinconaba contra una moral bipartidista y gris que cambiaba bipolarmente con cada encuentro.
Y entonces, pregunto porqué esta guerra, para qué. En respuesta, sale al horizonte el sol anaranjado del amanecer cegando los trasnochados ojos por unos cuantos segundos; y después, dejándome divisar todas las ondulantes banderas que representan las conquista que este enemigo ha hecho en el corazón, cada bandera en alto representa un pecado, una victoria, una perdida y una confusión. Deja ver también escudos brillantes que se atiburran para armar una muralla de animadversión en contra de lo natural y cíclico. Elevo la vista un poco más, y veo unas nubes que lloran la nueva, la acostumbrada y tormentosa decepción cercana. No hay respuesta… me ignoran y el mundo sigue girando, así no más.
Soldadito de Plomo ¿qué es lo que te sucede? – El no poder disfrutar del amor… para lo cual no hay quien me consuele.
¿Acaso no hay amnistía para un mercenario de corazones con inocentes pretensiones?
¿No hay perdón para este soldado derrotado en voluntad y vencedor en sentimiento?
¿No hay solución para el dilema-guerra que El Enemigo vive?
Soldadito de Plomo ¿qué es lo que te sucede? – El no poder disfrutar del amor… para lo cual no hay quien me consuele. El Soldado no descansa ni duerme… El Soldado se evapora y ya no existe… es solo idea y no material.
En esta guerra vagabunda y farragosa, El Enemigo… el Enfermero eres tú…
¡Mercenario de sueños! Cómo amas explosionar cosas, romper papeles y hacer que te alaben el ego. No puedo juzgarte porque somos el mismo monstruo que devora anhelos y se refresca con la carne y sangre ajena.  Maleante de ilusiones, o como quiera que las ninfas te nombren, ¿dónde escondes aquel tesoro que en el paraíso como recompensa no corresponde? Dime si debo renunciar a saborear el pecado de nuevo. Dime, dónde encuentro tu esencia y cómo clonarla ¿Debo buscarla con rosas en la mano? o mejor debo dispararle a la esperanza infantil y olvidarme todo lo bello que podría ser una guerra donde no haya ejército, ni vida, ni camino, ni contexto sino sólo la vibrante energía de esta victoria.
Pedestal de incertidumbre, ¿dónde será la próxima vez que batalle? ¿al lado de tu hábitat? o en la niebla tacaña que guarda todos los errores perfectos y ambiguos de nuestra existencia.
Soldadito de Plomo ¿qué es lo que te sucede? – El no poder disfrutar del amor… para lo cual no hay quien me consuele. Este soldado reprocha la insensatez, esa que le enferma pero que provoca.
Te grito un alto sin revés, pero te aliento un sigue porque amo tu ballesta de sinceridad, que perfora cualquier actuación artística o estratégica que intente botándola a la basura y dejándome sin poder responder ni una palabra mas. Dejándome expuesta en la desnudez de la consciencia que ya exploras con soltura.

0"Pequeña Cortada de Papel"

Repentinamente, mi sueño se trunca. Siento que en mi pecho arde una mínima pizca de rencor. La impotencia aumenta el malhumor. Estas ironías de la vida y por supuesto sus injusticias ¿no son consecuencias de nuestros actos?... al menos, se sabe que no son cosas para cortarse las venas.
Una mirada endurecida y perdida, un desgano que se apodera de mis gestos ¿Qué se puede decir frente a algo que no es injusto pero que aún así hiere? Creo que si no encuentro una solución, posiblemente no pase nada… sólo siga existiendo, relegando el poder calmante a las garras del tiempo.
No es nada de importancia como para prestarle atención; creo que esto no tiene sentido alguno, como tampoco lo tiene todo lo que escribo. Qué es lo que busco entonces aquí… Qué es lo que salen… ¿versos? No… no pueden ser versos porque tan sólo son frases corrientes y mancilladas que no valen ni una lágrima ni una sonrisa. ¿Qué me esta motivando entonces? Creo que es la sensación de impotencia que me mueve internamente. Creo que es la cortada de hoja de papel que molesta mi ego y mis sentimientos.
 Si lo que escribo de nada vale, de nada vale lo que pienso… necesito ese algo para contar y necesito ese pretexto para lograrlo… pero qué tengo… nada… nada de sentimientos… nada de qué preocuparse… nada que hacer… nada que ver… nada… sólo una hoja en blanco.

enero 19, 2011

0"El Aliado de Cupido"

Sus pupilas negras y dilatadas acentuaban la expresión golosa de sus ojos verdes. La respiración aceleraba paulatinamente, los zapatos deportivos cafés avanzaban hacia el restaurante. Potente caballero antiguo de orden divina, hermoso aliado de Cupido.
Parecía ser que la insistente búsqueda por lograr encontrar su mirada nuevamente, valía la pena. El pulso arrebataba aún más la cantidad de excitación que recorría su sangre y un estremecimiento mudo que se posaba en cada parte de su cuerpo.
Nuevamente, ella está sentada en la mesa junto al restaurante, justo al lado del cuadro abstracto de cantantes, pero esta vez era diferente, no era lunes de biblioteca o martes de cine, en este miércoles vació, había caído en cuenta de su conducta predecible y, empeñada en disimularla, había cambiado de posición. Su cuello, pobrecillo, era quien le mantenía con firmeza para no mirarlo, mientras que esta adusta conducta incriminaba a su amiga, condenándola a la opinión del caballero que se sentía incómodo y vigilado con la mirada de esta detective amateur. Aún así, la sonrisa incoherente del rostro de la chica y la velocidad de las palabras en la conversación amistosa reflejaban esa intensa ansiedad inconsciente por hacerse notar, aunque voluntariamente hubiese pactado no girar y mirar. Una risa nerviosa recorría su interior y salía como espontaneidad del instante. Sus manos se inquietaban en su pelo, comenzando a enredarse, su risa fluía correspondiendo a la ilusión.
Como si fuera ahora una costumbre, juntas se sentaban a esperar. El interés de la una era inversamente  proporcional a la indiferencia de la otra, sin embargo ambas se soportaban por amistad real.
Ella esperaba, con sus pupilas expuestas al sol. Algo dentro de sí le decía que tal vez las cosas no saldrían a su favor ¿Hasta ahora quien podría saber si es así o no? Ahora, tan sólo en ocho días, sus amigos y su propia mente comenzaban a preocuparse de esa extraña vulnerabilidad. La impaciencia hizo que comenzara a tintinear los dedos, ya que esta era una penitencia auto-infligida. Su mirada revoloteaba buscando posarse en aquella cabeza rapada y ojos oscuros. Tras una larga espera, comenzaba a sentirse desolada. Otro día distinto donde reinaba el desgano.
Cerró los ojos y se transportó a un mundo paralelo donde el viento soplaba a su favor; en forma de mosaico veía el rostro de aquel caballero antiguo variando de expresión. Al parecer, su imagen externa se había transformado expectante. Y en este mundo transversal imagino un beso, un hermoso beso perfecto de historia épica. Sintió su alma cosquillearle en todas partes, ya no era parte del mundo material. Sin embargo, sólo sueños…. Sólo sueños eran sus tiernas fantasías…. Pobre corazón, expuesto a la tristeza que una frustración infantil puede acarrear. Su caballero no era pordiosero, pero ella no era la princesa por la que él luchaba… que triste y bellaca esa atracción… si tan sólo este Caballero se dignara a conocerle en persona.

enero 11, 2011

0"¿Dónde Estoy?"

El suelo de baldosa imitación marfil de color terracota estaba impecable… en su mayoría.
-Qué…- Remilgando –No me mire así, Mija- Dice el sujeto en cuestión; un hombre de barba rala, contextura gruesa, piel porosa, cuerpo macizo y chamarra negra de cuerina.
Más desparramado que sentado, estaba apoyado en una pared blanca de cal, enfrente de una desgastada silla de madera, que no hubiera resistido el peso de aquel hombre en dado caso de que se hubiera sentado, justo en el umbral directo a la cocina, que parecía de juguete. La puerta inexistente de ésta era de una altura menor a dos metros y, en su interior, estaban todos los viejos regalos de bodas; una licuadora de base de pasta; una nevera, que cuando era nueva era blanca y ahora es de un color amarillento extraño; y una vieja estufa eléctrica con dos hornillos.
-No vaya empezar a regañarme… Usted siempre con el mismo cuento de que yo no me esfuerzo y que no lucho, pero ¡yo que me sacrifico por ustedes, mi familia!… ¡Yo no tengo la culpa!– Decía, con su voz madura de hombre 48 años que parecía arrastrar un catarro eterno, comenzando a sollozar; de una manera que parecía incoherente para la fuerza que proyectaba con su manera de hablar –No tengo plata!... no tengo- Tapándose la cara con ambas manos, mientras los poros anchos de su piel adquirían un aspecto reseco con un efecto mimético –La carga es muy dura, Mija; mis manos no dan pa‘tanto. Alimento cuatro bocas… tengo un hijo en el extranjero… la china está en el convento y al pela ‘o… David, Davidcito, está bien.  
Por un segundo, todo se queda en silencio. Apretó sus puños y frunció el seño moviendo su turupudo bigote.
La luz amarrilla, de bombillo de poca capacidad, irritaba los ojos y ofrecía una iluminación que distorsionaba las cosas. La miró a los cristalizados ojos e irritado giró la cara. Intentó levantarse fallidamente y se resignó a quedarse medio tirado en el piso.
De repente, se sintió en el mismo lugar de donde acaba de venir y sonrió. – ¡Fiesta! - Emocionado, comienza a tambalearse, movido por los ritmos que oía en su mente. La miró nuevamente y rió con un aire engreído. – ¿Sabe? usted era mucho más bonita antes… nunca se cuidó para mí, tragando basura y grasa… Marranona… y, tras de todo, quiere que no mire a nadie ¡No sea egoísta! Oiga, yo no tengo porque conformarme con sus gordos- Decía, como si fuera un niño de cinco años, levantando los hombros en señal de la poca importancia que significaba aquella inerme mujer. –Insisto en que me voy a devolver a mi parranda- intentando levantarse – Allá me adoran todas las nenas. No, no intente detenerme… Ni siquiera me hable porque sus palabras son incoherentes y pusilánimes… ¡Cretina inútil!
Al ver que no le detenían, volvió a desparramarse en el suelo, en medio de refunfuños y maldiciones. Bebió un trago más de aquel licor café claro de una marca que nadie reconocería. –Ahhhhj- algo resentido –Ese pasó por el camino viejo- Dijo, refiriéndose al trago. – ¡Fiesta!, ¡Fiesta! Que gente tan aburrida y tripuda me rodea, ni siquiera hablan un poquito, como para hacerme la conversa… Mija, ¡Fiesta! ¿No se le ofrece un traguito y pa´ la cama?
El silencio volvió a golpearlo, como el fantasma de su difunto padre lo hacía cuando repetidamente se sentaba a ver el amanecer completamente ebrio en cualquier calle de la ciudad.
-He dicho ¡FIESTA!- Y después de decir eso se resignó, mientras percibía un olor que no identificaba, un olor como a flor marchita.
Ese demonio del alcohol le había transformado con el tiempo; y ahora, a cada segundo, le quemaba internamente su alma, reforzando miles de prototipos de personalidad que no se interrelacionaban.
Se quedó mirando la pared blanca completamente absorto y, tras un suspiro –Mi  Amor, dulce María… míreme- La miró a los ojos, pero esos ojos inexpresivos de tanta tortura mental, espiritual y física le aterraron, al infundirle el miedo sagrado de lo imposible y divino; y retiró, como un cobarde, sus ojos verdes, cerrándolos fuertemente para evitar ver su obra. Porque él había hecho de ella lo que ella era ahí… si es que se puede decir que era. –Usted es el amor de mi vida y sin usted yo me muero. Es mi única esposa y mi único amor… Nunca la cambiaría por nadie. Jamás he podido pensar de forma diferente ¿Me perdona?
El silencio le irritaba cada vez más. En esta diabólica posición de recién nacido confundido intentaba susurrarse una respuesta, la respuesta que le habría gustado recibir;  imitando la voz de su mujer, en lo más bajo de una posición patética, se decía “te amo, te amo y te perdono” y cada palabra le quemaba más las entrañas porque le reventaba la cabeza contra una pared de mentira y de realidad. El silencio le quitaba las armas de la actuación y por primera vez este Nadie del silencio se mezclaba en la multitud, se reencarnaba en un nadie frente a él. Cuando el silencio decidió iluminarlo, en medio de la oscuridad absoluta, haciéndolo el protagonista de esta tragedia, El Imbécil decidió levantarse y comenzar su discurso político.
 –María, esta vez me has ganado ¡Maldita! Me has ganado y rezagado ¡Maldita! ¡Nunca fue mi intensión y por ende tampoco mi culpa!- Harto de que Nadie, siendo nadie, se apoderara de su esencia, comenzó a gritar, en un intento por sacar el remordimiento que su consciencia le estaba manteniendo como el veneno de sus borracheras. –Armando  fue extraditado y todo por mi culpa… ¡NO! no fue mi culpa…. Mija, perdóneme… Armando intentó escapar de esta vida que le ofrecíamos… Mija, no. Perdóneme… que le ofrecía yo; y ni siquiera supimos en qué se iba metiendo y  todo porque yo me sentía impotente de que me superara y decidí echarlo de la casa… Mija, no fue mi culpa- tomando un respiro que parecía irreal, continuó –Alicia…- Con las lágrimas en los ojos y deprimido –Ella está mejor allá… al fin y al cabo recluida al servicio de la caridad no tiene contacto con nosotros y con nadie ajeno a esa comunidad, al menos ella es un poco feliz-
El silencio comenzaba a aplastarlo y la aparición de sus lágrimas no abarcaba suficientemente el corazón roto de este hombre. De repente, comenzó a restregarse los ojos porque no podía creer lo que estaba viendo. El fantasma de su padre tomaba de la mano a María y la ayudaba a levantarse del suelo.
-¡No, no, no te voy a permitir que te la lleves! Ella es mía y sólo mía- Desesperado, sacó de su bolsillo izquierdo su billetera, tomó la única foto de María donde sonreía, cuando ésta tenía tan sólo quince años, y se la mostró al espanto que tenía en frente. En su mente, comenzaron a pasar miles de imágenes que habían debido ser felices, pero cada una era peor que la anterior; recordó la primera vez que la gritó, la primera ves que le pegó, las denuncias ante la policía, cómo sus amigos de borrachera lo azuzaban a demostrar su hombría limpiándose todo mugre en su mujer. En su mente, comenzaron miles de voces y de gritos a llamarle, tomando al mismo tiempo su corazón con fuerza, rasgándolo y exhibiéndolo al viento helado.
El silencio permitió que un par de sollozos llenaran la pequeña y destartalada cocina. El cemento de los ladrillos que unían el recinto era tan chambón como el esfuerzo ramplón del sujeto en cuestión por conseguir perdón de sí mismo. -¡No más… no puedo!- Luchando con la mujer que tenía en frente – ¡Cretina! Deja de reírte, deja de ignorarme… ¡Te mataré por joderme la vida, YO NO SOY LOCO! vieja estúpida… - Intentando recobrar el aliento que se había ido hacía mucho –David está bien.
David era un niño de contextura sumamente delgada, que al crecer haría cosas magníficas con sus dotes matemáticos. Sus ojos cafés de gran profundidad y sus peculiares orejas tenían un delicado vello de color  tostadito al rededor. David era de alma soñadora, sería un hombre ejemplar, de amor puro; era un sueño para ella y una nueva esperanza en su mísera vida. David era Nadie… y nadie es.
De pronto, frente al borracho, aparecieron, junto al espectro de su difunto padre, la imagen de María su único amor y de David el niño en vientre. La expresión impávida de María era muy distinta a la que tenía corpóreamente; ya que en el suelo,  su cabello lucía desordenado, sus ojos cristalizados con lágrimas acumuladas de tantos años, en su boca y en piso, que ella misma había encerado, escandalosa sangre seca que había salido mientras su existencia languidecía y en su vientre, yacía pulverizado en todo sentido el pequeño David.
El silencio rió frente al borracho y comenzó a giñarle el ojo seductoramente
– Yo no tengo la culpa…- Lo repitió seis veces, la misma cantidad de veces que acuchilló a María. –Yo no tengo la culpa… Dios- Decía ya sin lágrimas. El sujeto en cuestión respiró agitadamente, como en un ataque de nervios, y cerró firmemente los ojos, acariciando suavemente el mango del cuchillo helado, el que había clavado profundamente en su vientre buscando el perdón del amor, de sí mismo y de Dios.

0 "Nuestra Buburja"

Quería esconderme bajo la firme esperanza de que el tiempo acallara nuestro alineamiento. Quisiera que quisiera fuera un quiero y que la imagen de ti no se evapore de mis ojos, ni esta noche ni las que vendrán.
Discutes contigo mismo… Siento que voy directamente bajo tu anhelo; a caerme en un abismo de lo que no fue, de lo que no es, y al parecer, aún no será.
Los pedazos de esta tierra no se ven. El mar nos confunde, llevándonos con la corriente y alejándonos… Y ¿qué sucede si nadamos juntos; si construimos una burbuja de amor que nos saque de este mar de intrigas?
Agua y sed… no. Es diferente… ¿Es pecado querer estar con quien se quiere? La máxima tortura de la culpabilidad se diluye tan sólo con aspirar un poco más allá; tan sólo, con husmear en nuestros sentimientos.
La línea divisoria entre lo debido y lo querido se ha tornado en una cuerda loca que sujeta nuestros brazos al rodearnos.
¡Qué es esta sensación! ¿Cómo tu pócima hace tanto efecto? cada dosis que nos nace compartir hace que la inyección de cariño penetre, atolondrando, el cerebro, mientras que reímos con ese peculiar sentido sarcástico de tragedia cómica que tanto caracteriza nuestras interacciones acerca de la “dignidad” que nos aleja, aquella que sólo nos acerca cada vez más… pues, estoy ahí y tu aquí, a pesar de que Nadie tuviera consciencia y sin que nadie lo sepa.
¿Por qué aquí, porqué hoy? …. Sino te hubiera visto, todo hilo que me mantenía pendiente de este hermoso acto se habría roto… pero entonces, ¿qué será ahora, quién predice que sucede ahora, sino somos tú  y yo? Ahora, quiero retener la sensación de hormigueo en mi ombligo; saborear el sentido que te permite saborear; que con el tiempo, nos den sensaciones cada vez más incontrolables… Quiero dejarte libre. Libre de sentir lo que quieras sentir por mí; de tomar una vez más mi rostro; de enamorarte de mí… Libre de enamorarme de ti.
Los pedazos de esta tierra no se ven. El mar nos confunde, llevándonos con la corriente y alejándonos… y ¿qué sucede si nadamos juntos? ¿Si construimos una burbuja de amor que nos saque de este mar de intrigas?

enero 09, 2011

0"La Bailarina Exótica Mas ´Play´"

Las figuras torneadas de los excesos de grasa se movían contorsionándose por el ritmo instintivo de la música. Los pasos eran precarios y arrítmicos, cada pie se deslizaba hacia el lado contrario.  El movimiento hacía que aquel desagradable bulto gelatinoso de textura grumosa, trasero, saltara con descontrol.
El pantalón de moda, apretado hasta que las costuras laterales se rieran, marcaba con gran detalle la línea divisoria entre los “músculos” para sentarse.  El pectoral descendía, inclinándose en un torpe intento por movimientos maraqueantes; sin embargo, las que se bamboleaban eran sus escurridas y disparejas glándulas mamáreas.
Se recogía el pelo, rojo con tonos violáceos de tintura de pésima calidad, para evitar que el reciente alisado se  arruinara con el sudor emanante de su cuello.
Cada vez que “bailoteaba” crecía la tensión en quienes le observábamos porque lenta y firmemente su pantalón se escurría. En la quinta oportunidad, se escapó una serie de pensamientos míos y gritaron con alegría miles de alabanzas –Gracia divina la ocurrencia del repetitivo acto- ya que permitía que no fuera visible la entrada de monedas de una máquina dispensadora.
Mientras yo pensaba, ella actuaba. Marchado con ambos pies, moviendo la cuatridimensional cadera. Con los excesivamente abultados labios, sonreía, flirteando con su compañero; un soplamocos que se refugia en el arreglo personal y la “belleza” exterior para expulsar de sí todos los traumas sexuales que se apoderan de su volátil vanidad.
Pero mientras yo pensaba, ella actuaba. Bamboleándose como en combate de Karate. Me he dado cuenta de que todos sus movimientos ponían en el crucifijo del desprestigio hasta los más altos y respetables estereotipos, fusilándolos mediocremente. En ese momento, mientras yo pienso, el grasoso pelo “rojo” se mueve frígidamente hacia su espalda y me revela una imagen que es la provocadora de este sentimiento de alerta. Veo unos ahogados topos brillantes que se pierden en la obesidad de las orejas de esta exótica bailarina, mientras una gruesa gota de sudor recorre la hinchada, espinillada e irregular piel de su rostro.
Pero no me malinterpretéis no busco ofender a nadie, busco suscitar al asco hacia la discriminación y falta de amor propio, para que la gente se respete. Porque cuando alguien no se respeta, no siendo sí mismo sino algo parecido o un vacío estereotipo, es presa llamativa para plumas e ideas inquietas.