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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

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Fabro grafics

agosto 12, 2011

"Rompecabezas de sus sutilezas 1"

Así se armaban y se desarmaban día a día.
Se repasaban sin necesidad de más reglas que ser sinceros.
Se acostumbraban al peso del otro con la caricia de un tierno beso, con la incertidumbre del mañana y la sonrisa de un días después de mañana.

En un día inesperado, un dulce escurridizo les había acompañado ¿Sería sólo lo que querían oír?, o se mantendrían con la sinceridad de ser los únicos en toda su historia... El tiempo lo grabaría en alguna corteza de sus almas.

La luz del ocaso del cuarto día se reflejaba en sus pupilas, cada cual con la imagen del otro. Los días y las horas pasaban a grandes zancadas recostándose en las luces vespertinas iridiscentes. Cálida compañía. Los reflejos de la imagen que sostenían enfrente eran parte del mágico resplandor que brotaba cuando sus miradas se conectaban, tan conectadas como el Destino lo había decidido. Estaban colgados en un plateado hilo mágico creando un cuadro de constelaciones de estrellas.

Sin darse cuenta, sus presencias reencarnaban el esplendor del momento, que no lograrían evitar recordar; como si sus mentes se trasformaran en cámaras, obturando imágenes de los primas de sus esencias,  atrapando sus presencias para sonreír después. Cada mirada, cada respiro, cada palabra, cada canción, cada beso. Cada instante, sacado más de una ficción que de realidad, se arraigaba en el espacio y se abigarraba a sus hermanos, formando una densa atmósfera de suspiros comprimidos. Instantes en los que trozos de sus almas comenzaban a conectarse, formando un hilillo, y a enrollarse; uniéndolos con una sutileza que sólo un día extraño podría acompañar. Extraño... peculiar... encantador para ella... fascinante para él. Algo tan extraño que sólo podía ser continuado por la presencia de su diversidad mutua; que hizo al aire enrarecido, que les rodeaba, inducirla a respirar a bocanadas su brisa, permitiendo que él recorriera palmo a palmo sus hombros y hallara reposo en su cuello.

-La única certeza que tengo en la vida es que en algún mañana "moriré".  Moriré, a pesar de seguir viviendo en las raíces de algún árbol, esparcida en la playa, en el estómago de alguna lombriz, en las puntas de un copo de nieve, en el polen de un pensamiento o en las partículas de algún monte verdoso... ¿Por que no vivir mi hoy? ¿Por qué no esperar mi mañana con aquel poeta guerrero? ¿Por que no creer en que veremos nuestros rostros en este mañana que anhelamos? ¿Por qué no creer en que él también quieres ese mañana?- Pensó ella, mientras le tomaba el rostro y le observaba las pupilas dilatadas.

Le veía felino, su sonrisa le era más que grata. También sonrió y se ruborizó, mientras le paseaban las manos del artista por su rostro, delineando los ángulos de sus mejillas y su quijada. Tomó esas caricias, para acariciarle el corazón los venideros mañanas, lo venideros amaneceres llenos de placeres indescriptibles que sólo el amor puede proporcionar. 

Cada vez que al cerrar los ojos le veía, se percataba de que había necesidad de una escoba para que su mente llegara a él; sólo necesitaba una excusa más para volver a verle. Se declaró demente por no conseguir                      alejarlo de sí, por tenerlo tan con ella, por hablarse a sí misma. El dictado de su consciencia se emitía con tal volumen que todo lo que no fuera él perdía existencia.

-Frente a aquel árbol me despojé de la incomodidad con un gesto más representativo que físico; y para mi sorpresa, inspiré un aire más tranquilo. Completamente envuelta en un tejido de realidades, distraída, aún más de lo usual, por el tono dorado de su piel cetrina, sonreí, atrapada en sus ojos, en sus brazos. El rodeado por mis respiraciones, por mis susurros; abrazado a mí. Yo aprisionada en él. Juntos con el aroma de la tarde, humectando nuestros sentimientos con la miel de cada beso, con la ternura de cada mirada.

La tontería, y una buena parte del miedo, se le quedó detrás. Con una ancha sonrisa pudo declararse que los diarios viejos con los paisajes vagabundos de gitanería irían a para en el estante de ejemplares pasados, sin actualidad alguna. Había llegado algo más profundo que bailes y caravanas; magia, involuntaria, espontánea... natural. Todo giraba alrededor de un cambio de vida, de paisaje. El inicio de un nuevo libro, donde pasar páginas no significaba sepultar en el pasado lo sentido sino realimentar y acrecentar la historia, aprendiendo y  enseñando a la par... o mejor, olvidando la educación y tan sólo compartiendo.

Él miró a su alrededor y también se sintió diferente, no era la primera... pero si, la única. Respiró un aire mucho más pacífico de lo que había imaginado, a pesar de no ir en el camino de las palabras que había vociferado antes de conocerla. Comprobó que la piel se le encogía con pudor cuando él se acercaba. Ella se trasformaba con sólo recordar las pupilas brillante de aquel que "ni en sueños" había ensoñado tanto, y más que soñado evocado en sueños...

Más que palabras, los susurros, los embelesaron. Representaron dos rompecabezas abigarrados que se inter-presan, que se inter-prensan, para crear uno completamente distinto.

Ella sonrió con los planos enigmáticos del Destino y le recitó con la voz que ningún humano oiría -Llámalo como quieras: planetas alineados, cartas mágicas, lo que haya sido. No nos pusiste en el camino del otro por "coincidencia".

Se desprendió de la presencia trascendental que siempre la acompañaba como un ángel, de o no de la guarda, y contempló las incandescentes pupilas de sus ojos que le hablaban con un sonido sordo y con la gesticulación una boca exquisita habilitada para reproducir melodiosas palabras.

Él, engrandeciéndola y adulándola con su incontrolable mirada, dijo. -Te condeno a cadena perpetua... - Como si Calamaro pudiera describir más dulce lo que ya era dulce para el corazón de ella, quien deseó que ambos partieran rumbo a la prisión común que él había creado, donde "por un par de horas, no importara nada más que estar los dos... juntos".

1 comentario:

  1. Absorción de los seres, cariño y eternidad unidos, eternos. Balas que sobrepasan el más duro exoesqueleto...

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