Al abrazo silencioso

La mujer se sentó agotada del día. 

- Hay días que susurran secretos petrificados con las lágrimas y sonrisas de la historia de la humanidad.- Dijo, dirigiéndose a quien estaba dormido en la cama de su habitación. 

-Te voy a contar uno que supe hoy... que llegó entre brisas y se coló en mis sentimientos, haciéndome aflorar lo que tenía reprimido... A decir verdad, no se puede recuperar el tiempo perdido, por eso un día gastado se va a la basura o al relicario.

El silencio inanimado, interrumpido por respiraciones periódicas, la oía con paciencia.

-Me duele... No sé qué... pero siento que necesito un abrazo... - Se le escaparon lágrimas irrazonables, producto de un capricho dulce y la necesidad ferviente de recomponerse. 

-Es que... - esperó ansiosa que él tomara la iniciativa y poder sentirse rodeada de los brazos incansables del amor, pero parecía tener la necesidad de gritar para ser oída por más ridículo, ilógico, triste e irónico que sonase. Más que depresión y miedo, se sentía frente a lo desconocido, incontrolable e inerme con la necesidad de un aliento. - Es que.. en aquellos días sensibles donde te puedes encontrar desubicado, necesitas manos que te atrapen con su  brazo metálico listo para la construcción... Sólo que construir no es fácil, y aveces la ansiedad por ver el nuevo edificio hace que los arquitectos retiren sus manos y no comprendan que deben es abrazarse al proyecto, no dejar pasar el tiempo.

Se quitó los aretes y los dejó en la mesita de noche, mientras se abrazó a la única compañía disponible del momento.

-Es complejo llegar a determinar qué tan aprehendido se tiene un concepto de imperfección hasta que llega el vidrio trasparente y nos congela la nariz con un golpe... No quiero sentirme así... No puedo exigir las palabras que quiero oír porque están en silencio, reveladas con hechos, no debo desistir de ellas, se que está allí, pero quiero sostenerlo para lograr quitarme el estúpido miedo, porque no quiero ahogarme de ansias ni caricias vanas, necesito del hecho de ti para ser feliz... porque necesito calor, compañía y dulzura... entre tantas cortinas de hierro lo único que me queda y en la vida necesito... eres tú.

Se abrazó a su pareja, el único ser que le había enseñado a que los demás importan, implorando que llegase la noche y con ella el beso morféico del amor verdadero