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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

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Fabro grafics

marzo 07, 2013

A mi concluso estado inverosímil

Quise mantenerme en silencio. Quise dejar que la ambigüedad de la distancia humectara su confianza en si mismo. Me esperé un reflejo de orgullo, un ruego lastimero, una amistad fingida y hasta la distancia más conveniente. Pero no esperé, y en estado de shock sigo, que fuera tan cobarde, tan pusilánime y tan deformado en tu moral y tu honor para mantener la farsa de un porte abnegado durante el tiempo que su presencia duró.

Estoy estupefacta. Me siento invadida. Aunque no logró conocerme, escarbó en mis ilusiones para construirse un disfraz, y manoseó mis modelos, mientras no dejaba de buscar la forma de no quedarse solo.

Qué cómico. Una larva arrastrándose de mariposa en mariposa para acapararla en una crisálida y succionarle la existencia. Debo sentir un placer intelectual nunca visto, lo supe, lo adiviné, sin necesidad de pruebas. Lo supe aún a través de las capas de hielo y actué.

Lo que me hace sentir ridícula es haber creído su teatro de dolor. Haberme dejado azotar por briznas congeladas de culpabilidad, creyendo que mis cambios habían derribado sus castillo de lego.

Maldita risa llorosa, confusa e inverosímil que me tiene clavada al piso mirando el derrumbe de lo creí una persona. Percibiendo el plástico quemado de sus miembros. Oliendo las notas de una canción fúnebre y un circo de paseo. Es este sentimiento repulsivo, que me tiene pálida como un ánima.

Me resisto a pensar que me engañó una marioneta endemoniada, me alivio de verme libre de su madeja y me aterro por el filo de sus hilos que trataron de arrancarme la piel de mi ingenuidad.

Su poesía barata salida de la sangre que robaste de mis letras me repugna. Sus palabras llenas de sueños son ceniza amarga amasada en la miseria de no tener carácter y tener que fingir ser alguien en todas partes. Bailo con la luna que se ríe del cementerio de recuerdos. Lloro por el frío de ver el espacio de la confianza vacío y profanado.

No me importa él, ni el quién, ni el por qué. Me duelen las letras que salieron de sus pastosas entrañas y se vuelven hojas desvencijadas. Me duelen las letras resabiadas con saliva ajena. Me duele el maltrato de tinta, la corrupción de su lengua y la ligereza de su entrega.

Le aplaudo. El patético intento de herirme solo terminó de arrastrar sus cenizas hacia lo lejos. Causó el peor repudio y decepción que he poseído. Pasó de ser humano a ni siquiera un cadáver o un monstruo. Es el deshecho de un pasado que gracias a sus idioteces enardece y lleva su aliento tóxico al averno.

Le aplaudo, no confiaba ni creía, tampoco le despreciaba. Ahora es el ejemplo de lo absurdo, inverosímil e irrepetible. Lo que no logra contacto ni siquiera de rechazo. Lo que existe por su inexistencia. Es el Nadie que borré y el Alguien que nunca supo ser.

Se adaptó a mi forma como una masa absorbente que succiona la base para empaparse de su naturaleza y lograr enredarse encima, como una carga multiforme que se mimetiza con las paredes por miedo a que una antorcha la despegue y tenga que salir deforme arrastrándose por entre las piedras. Se adaptó como se adaptará a quienes atrape con su lengua metálica.


Ahora lo miro todo con calma líquida. Si no fuera cierto, habría actuado. Habría gritado, aún en vano, tu eco le habría dado la redención de sus pecados.


Dejó de ser mi compañía para ser mi apéndice. Derretido como cera sobre agua. Completamente distinto, pero haciéndose el similar. No podía saber quién era él sin mí, quién había sido o iba a ser. Su naturaleza trasfigurante adaptable a cualquier agua. No le conocí. Y ahora que con sus actos, me río del prólogo, lloro por tu miseria y me sé satisfecha de acaecer en que no vale la pena.

Lo sabía, pero ver la prueba patente me erizó. Me vi engañada, burlada, acaparada. Lo que yo creí que era la necesidad de que no lo abandonara hizo que él, una vez más como con sus otras compañeras, se despegara de los vestigios de sus recuerdos y las partes que de otras había robado. Se aferrara a mi espalda y hurgara en el baúl de mis recuerdos, escarbó con patetismo y devoró múltiples formas para hacerse el atuendo más agradable a mis ojos. Para hacerse el accesorio perfecto.

El viento, el tiempo y la vida me dieron la razón, para sorprenderme con que la ingenuidad vale la pena, aún cuando hayan gusanos que se cuelen en la red de mariposas. Perdí un libro, la confianza y algunos recuerdos. Gané un mundo nuevo, lleno de la alegría de ser niño y del valor de ser un héroe.

2 comentarios:

  1. Nadie disfrutaría una loca como vos...

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  2. ¿Es un testimonio tuyo? No creo que haya un hombre o una mujer tan malos. Pero deberías sentirte alegre de estar libre y sin estorbos ¿no? Saludos. Carmen.

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