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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

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abril 07, 2015

0 A la ternura desvanece

La ternura es lo primero que llega y lo primero que se desgonza ante la desilusión.

No es fácil tomar en cuenta las diferencias y ver que si uno de los dos no se mutila, no podemos caber en la misma balsa. Perdona, pero no quiero seguir cambiando de piel y dejándome de lado. Perdona, no puedo ser yo quien renuncie a todo.

Me doy cuenta que arrastrarte por la arena no me hace tener un navegante a mi lado, sino un peso muerto en mar abierto. No hay voluntad, sólo supongo.

Trágame, no me atrevo hablarte del todo. Por alguna razón crítica termino riendo de tus chistes, o enmudeciendo con tristeza gris mientras espero inútilmente a que despabiles y te preocupes por hacer algo.

Estoy harta de decir lo que pienso a rostros ajenos y no poder ser concreta frente a ti.Tengo esta acumulación inflada que me incha el estómago y los lagrimales. Son tantas pequeñas cosas que me parece que estoy siendo devorada por termitas. 

octubre 10, 2013

Dejavú por miradas.

La mañana estaba despejada, pero el sol no era brillante. El viento frío golpeaba mis mejillas mientras yo caminaba con pasos cortos, con la boca cerrada para sentir algo de calor. 

Llevaba el pelo húmedo, recogido por una cola negra, para no mojar la chaqueta con las puntas que gotean cuando uno se lava el cabello. Camino un poco encorvada con las manos juntas sobre el vaso de té, sintiendo el contraste entre el cartón hirviendo y la pared invisible de viento.  Me gusta el aroma y la fresca de plástico en la que pongo el té. 

Me siento un momento, en una mesa plana. No tengo razón para hacerlo y aplasto mi cara de sueño y mi espalda perezosa en la madera resinada. Una vez más me encuentro con los ojos azules y grandes que se abren como para engullirme, brillantes. Primero lo vi en la fila y ahora luce menos sorprendido. El joven es alto, lleva chaqueta de cuero y tiene un cuello largo. 

Quito la mirada y giro la cabeza. No quiero divagar en por qué alguien me mira o no. Los ojos se mueven como mariposas y se posas donde se le de la gana, porque sí.  Vuelvo a mi té. 

En un momento, siento un cosquilleo escurridizo e intermitente, unos ojos en mi nuca. Giré sin pensarlo, arrepintiéndome sin razón cuando lo vi caminando, sin saber cuándo se levantó y a dónde había ido. No me sostuvo la mirada, triunfalmente la difuminó hacia el horizonte, sonriendo. 

Me desorienté. Una oleada de nervios me llevaron a tomar mi maleta e irme con té en mano. No sé porqué me marché tan sigilosa. Y mientras me iba, nuevamente, sentí ese cosquilleo escurridizo e intermitente.

septiembre 09, 2013

0 Para los caminos fundidos

Todas la personas que tocan una vida llegan a aportar positiva o negativamente a un cambio. Unos se quedan y otros se van, para empañar los vidrios, con sudor o con lluvia ausente. Lo que nos mantiene lejos o cerca unos de otros, quienes no compartimos cuna o sangre, es el camino, cuán unidos pueden ser, aunque diferentes, los pasos que damos y la dirección que elegimos.

Quien pide orientación sólo se arriesga a empezar a caminar, aún sin conocer el rumbo. Quien se esfuerza por alumbrar el camino con la inteligencia y el espíritu va dominando el destino. Si se camina solo se logra mayor distancia, mientras que si se camina en conjunto, más lejos se llegará y más grande será el camino. 

La confianza no se gana con una cena bonita, así un camino iluminado con luz artificial sólo crea sombras en las rocas, incrementa los obstáculos y cansa la vista. Las manos que alumbran con amor construyen lo que se necesita con exactitud y retiran las piedras sin dificultad.

Nadie merece entregarse en trozos o recibir mendrugos de amor para perseguir un camino ajeno y no perderse entre la duda. Si sólo entregamos un dibujo de exigencias ajenas y no lo que realmente, siendo únicos podemos dar, animalizamos el acto de correr juntos.   

La dicha de unirse en un camino que fusiona los sueños y las vidas más allá de lo que las dimensiones permiten ingresar en el otro es una consecuencia de comenzar a conocer cómo el amor verdadero, el que llevamos todos por dentro, nos habla, toca y trasforma. Porque despertar puede ser un proceso independiente, pero caminar es el dulce descubrimiento de vivir amando el presente, evocando la sabiduría del pasado y construyendo el bienestar del futuro. 


agosto 03, 2013

0 A la joven antojada de amor.

-Estas estúpidas y sensuales ganas de verle.- Piensa ella, con la impotencia de no saberse dueña entera del curso que toman las cosas entre los dos. Con las ganas de llamar, de reaccionar ante cualquier estímulo, de hacer que él se esfuerce por llegar. De privarle el beso que ella sí quiere sólo para tener el gusto de que él lo arrebate.

Lleva un silencioso deseo por morderle los labios, para que de ellos brote néctar; de aferrarse a un abrazo envolvente, de aquellos que dejan el frío de las noches en un plano desenfocado. Tiene ganas de darse la oportunidad de mirarlo con picardía, pero teme aburrirse y entrar en la etapa de excluirlo de sus reflexiones y por último de distanciarlo, como otros que se enredaron en su control y le hicieron saberse dueña de la dirección. La reta verse arrastrada por otras tendencias y se alivia de no llevar el control. 

Por un momento se decide en llamarlo, pero se arrepiente y decide escribir un saludo que no comprometa sus deseos. Nada más obvio que la ansiedad aguda de sentir la caricia no expresa en las manos frías. 

Se sienta en la sala de su casa a leer algo que la distraiga. Ignora los ruidos infantiles de sus hermanos y se deja llevar por la tinta. Pero quiere caminar por los senderos de la ciudad y tal vez encontrarlo en una esquina, reconocer su figura y alegrarse. Aprovechar para lucir una sonrisa, ser melosa por un rato, irónica como siempre y tierna sin quererlo, con su cabeza revuelta, sus altas defensas y su imaginación distraída. Aprovechar para dejarse invadir de lo desconocido y abandonar la lucha por el mando.  Tiene unas estúpidas y caprichosas ganas de verle.