Sin saber la hora exacta, el mundo se trasforma. El prestigio y la sonrisas mueren a bala porque la sinceridad y los sueños no deben germinar en este país de maiz y misa.
Cada historiador da su causa, pero los fenómenos no se estudian en el presente. Somos fenómenos de espacio gris y pureza corrupta en su seno democrático. Cultura sin espacio, sin tiempo, sin personas, sólo gente.
Somos hijos de xenofílicos codiciosos, de materialistas, de intolerantes, de arribistas, de despreocupados, del internet y del ocio. Somos absurdos. Lo personal, cada vez más público y más manipulado, nos aleja de conocer el pasado para representarlo ignorantes y sonrientes frente a los errores.
Una guerra nos despertaría? No. Vivimos en ella tan inmersos que sólo el nombre nos extraña.
Los pensamientos críticos se expanden pero los ráfagas del silencio social los exilian a diálogos mentales.
El futuro nos carcome las manos atrofiadas y cae vacío al suelo, mientras tomamos con carcajadas las prótesis del conformismo. El porvenir se nos resbala en la cara como agua que no podemos retener.
El placer del presente nos mutila los sueños y deja que se destroces fugaces en el basurero personal. Empeñados en el conformismo, con la cadena perpetua a vivir muertos de la risa. Vivos y muertos... cagados de la risa sin ninguna diferencia.
Despierta frente a la realidad...
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