Los mejores.

"Si, comencé a hacerlo sólo por aburrimiento. Jamás pensé que llegara en realidad a gustarme tanto. A muchos les desagrada... por no decir que a la mayoría..." 

Graciela, la novedad del lugar, se expresaba con suma frescura. Seguramente, si fuese permitido hacerlo en recinto cerrado, sería de las mujeres de cigarrillo en boca y mirada inquietante. No tenía tabús, ni en política, religión o sexo. 

-Y...- Me picaba un poco la lengua... incluso, desde la primera vez en que la había visto, sentía deseos de saberlo... - para usted, cuál ha sido el mejor...

Me interrumpí. Un reflejo de indignación pérfida, pero pulcra, pintaba sus ojos avellana, que sin ser asombrosos, poseían un fino, y no por eso menos atractivo, barniz enigmático de pasión. Inevitablemente, era tosca; de cuerpo firme, aunque no voluptuosamente cuidado. Sus piernas, sin ser muy largas, lucían sin embargo sensualmente torneadas.

No respondió. Era dominante, me gustaba. 

-No le ha costado trabajo la atención al cliente, he oído buenos coment..

"Son cosas de la profesión"

Se agotaba el tema... Leí en su rostro la parquedad de nuestra conversación. No se me ocurría nada para bajarla de su nube de ego, aunque tampoco podía creerme su total indiferencia... ella se sentía atraída.

"Qué..." Me dijo más en tono de reclamo que como pregunta.

Ante mi silencio, se acercó y me miró intensamente. 

"Estoy segura de que se pregunta eso... qué..."

-El qué?-

 "si"

-Porqué habría de hacerlo?- Sus labios dibujaron una mueca crispada levemente desviada, retadora, atrevida.

"Porque no entiende qué hace una mujer como yo, trabajando en esto..."

Efectivamente, me había pillado... así era... No era que yo dudase de sus habilidades, pero ante las demás, realmente lucía distinta, muy distinta.

Por un momento no hizo nada. Entonces, me ruboricé, cuando me dio su abrigo y salía detrás del mostrador. "El mejor de todos fue..." -dudó un momento. Se detuvo para pensar... miró a su alrededor, a todas las piezas que le rodeaban "hmmm, muchos." 

Debió ver la confusión que crecía en mí, en alguno de mis gestos, porque continuó... "Si. Muchos... tantos que ni siquiera reducidos a mas o, a veces, a menos del tamaño de una cartilla, no pueden llegar a caber en un mismo, grande como éste, recinto.

Yo la seguía, ella caminaba con plena seguridad de que yo lo haría. Apagó las luces y siguió caminando, mientras se ponía el abrigo. No me había equivocado de sitio ni de persona. Entonces noté en su voz lo que fue la primera sonrisa... "Necesitaremos, más de un café para poderle explicar acerca de mis muchos. Porque sin límite de tiempo o espacio, cada uno ha sido el mejor en determinado momento, en determinada circunstancia... y se han ido reemplazando entre sí, para ayudarme a ser, cada vez más ser humano... Shackespeare, Poe, Verne, Dickens, White, Kafka, Aristóteles, Nabokov, Márquez, Suskind..."

Y continuó nombrando autores, uno tras otro, desprendiendo con humo, nombres de los mejores, los mejores amigos, consejeros... los creadores de los libros...