Aún recorro los tramos de nuestro comienzo... me da escalofrío. Debo agradecer... mucho.
Hoy te apoyas en mis brazos, buscando calor para tu cabeza, que está más pesada de lo que sería consciente. Te acomodas abrigando mi espalda y respirando en mi nuca.
Me estremece en ternura y en alegría sentir la tranquilidad de tus exhalaciones, la dulzura de tu rostro en descanso. Inhalas con una celeridad impávida... estés o no soñando, me haces sentir como si yo nunca despertara de esta fantasía tan perfecta y tan divinamente real.
Te amo. Recorro tu rostro... sonrío. Luchamos tanto para estar donde estamos, abandonamos los temores que esta sociedad mediocre y sin orientación nos arrojaba con migajas para vivir. Finalmente el no rendirnos nos dio el placer de encontrar lo perfecto para nuestra imperfección, el alma gemela... única, intransferible, indivisible, irrompible, ensoñadora, increiblemente hermosa...
Gracias a tu presencia, descubrí que en realidad hay momentos más especiales que los especiales; la cotidianidad de robarnos las palabras, de hablarnos con los ojos, de llorar de alegría, de abrazarnos con una locura espontánea, de probar una ambrosía ilimitada a cada segundo, en cada lugar , en cada brisa que pasa, en cada instante de estar juntos.
Debo admitir que dejé todo lo que un día me importó, que acepté cosas que me negaba y que todo lo he hecho sin arrepentirme, y no sólo eso, sino que también lo volvería a hacer otra vez. Porque probé de tus labios la explicación más que suficiente para entender que el mundo podía cambiar si yo cambiaba de perspectiva para verle, que la vida no era competencia, era complementariedad.
Y después de recoger las semillas de aquel árbol que nos vio morir en ego y nacer en libertad, estamos sembrando. Plantando en nuestros cuerpos y nuestras vidas una unión, un significado más trascendental, un viaje ilimitado e infinito, un mundo juntos.
No sólo te pido que te quedes otro día más en mi vida, para que ilumines con delicadeza los senderos de mi corazón; te pido que desempolves el grabado, que desde nuestra primera vida, ha sostenido tu esencia en mi alma.
Te pido que miremos juntos la luna y la inmensidad del mundo; que viajemos por nuestros cuerpos, encontrando la solución de todos los problemas; que sonriamos en paz. Te pido que nunca dejemos de ser únicos en nuestra forma de amar, tan perfectamente ideales.
Te pido que respires mi mismo aire y me devuelvas la vida con cada beso. Te pido que tomes mi mano y no la sueltes. Te pido lo que te nazca, te pido tu amor sin fin.
Hoy te apoyas en mis brazos, buscando calor para tu cabeza, que está más pesada de lo que sería consciente. Te acomodas abrigando mi espalda y respirando en mi nuca.
Me estremece en ternura y en alegría sentir la tranquilidad de tus exhalaciones, la dulzura de tu rostro en descanso. Inhalas con una celeridad impávida... estés o no soñando, me haces sentir como si yo nunca despertara de esta fantasía tan perfecta y tan divinamente real.
Te amo. Recorro tu rostro... sonrío. Luchamos tanto para estar donde estamos, abandonamos los temores que esta sociedad mediocre y sin orientación nos arrojaba con migajas para vivir. Finalmente el no rendirnos nos dio el placer de encontrar lo perfecto para nuestra imperfección, el alma gemela... única, intransferible, indivisible, irrompible, ensoñadora, increiblemente hermosa...
Gracias a tu presencia, descubrí que en realidad hay momentos más especiales que los especiales; la cotidianidad de robarnos las palabras, de hablarnos con los ojos, de llorar de alegría, de abrazarnos con una locura espontánea, de probar una ambrosía ilimitada a cada segundo, en cada lugar , en cada brisa que pasa, en cada instante de estar juntos.
Debo admitir que dejé todo lo que un día me importó, que acepté cosas que me negaba y que todo lo he hecho sin arrepentirme, y no sólo eso, sino que también lo volvería a hacer otra vez. Porque probé de tus labios la explicación más que suficiente para entender que el mundo podía cambiar si yo cambiaba de perspectiva para verle, que la vida no era competencia, era complementariedad.
Y después de recoger las semillas de aquel árbol que nos vio morir en ego y nacer en libertad, estamos sembrando. Plantando en nuestros cuerpos y nuestras vidas una unión, un significado más trascendental, un viaje ilimitado e infinito, un mundo juntos.
No sólo te pido que te quedes otro día más en mi vida, para que ilumines con delicadeza los senderos de mi corazón; te pido que desempolves el grabado, que desde nuestra primera vida, ha sostenido tu esencia en mi alma.
Te pido que miremos juntos la luna y la inmensidad del mundo; que viajemos por nuestros cuerpos, encontrando la solución de todos los problemas; que sonriamos en paz. Te pido que nunca dejemos de ser únicos en nuestra forma de amar, tan perfectamente ideales.
Te pido que respires mi mismo aire y me devuelvas la vida con cada beso. Te pido que tomes mi mano y no la sueltes. Te pido lo que te nazca, te pido tu amor sin fin.
Cae la noche y me encuentro estremecido en tus brazos. Se desprende esa soledad despavorida de nuestros cuerpos. Cae la noche y espero el mañana para que mi cuerpo siga amando lo que con templanza hemos construido :D.... bonita mañana alma gemela...
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