Quiero dedicar esta entrada a aquella persona que ha pintado con lo colores del amor el lienzo de mi vida.
Te amo...
Estas ansias de tu presencia me
desvelan. Estoy pensándote a solas, mientras, sobre las flores, llueve afuera.
Tan delicado y frágil que
nuestras hojas se mantienen expuestas a la claridad de este amor. Tan dulce y
apacible que aparecen nuestras letras como versos de una canción, como la
construcción y el renacer de un mundo indefinible.
Espero el día en que nuestra
noche sea de eterna compañía. Ya que llegado el momento, despertaremos
sobresaltados por la idea de perder lo que hemos luchado. Por eso nos
refugiamos en la tierra que se destruye y caminamos de la mano, sembrando semillas. En un cementerio de amor,
cosechamos besos sinceros, besos de colores.
Si te perdiera, mis sentidos
sería la carroña de un cuervo del infierno; y trozo por trozo me desgranaría
como lágrima sobre la tierra, desparramada y sin forma.
Ha sido tanto el amor que florece
en nuestras pieles, que esta mujer que a todos contiene, deja caer con
delicadeza de sus mejillas el follaje encendido de otoño conmovido.
Guardo conmigo cada átomo de esa
sensación y lo adhiero a mi piel para coleccionar y marcar tus pasos en mi
cuerpo.
Y mientras escucho las palmas
gritar la melodía del reconocimiento, en mi mente, sólo imagino la emoción más
cercana a la fortuna de amarte. Soñar con tu presencia como un velo que recubre
en la noche mis silencios, musicaliza mi alma y mi empeño. Canto por ti, embriagada con la sangre de un
corazón que se posa en mis labios, sin dolor, con amor derretido en el más
pequeño y oculto poro de mi aposento.
Mientras, con sigilo y mirándote
con ternura, recorro las ramas de tus memorias, me poso sobre tus olas y reposo
en tus picos gritando sin fin que es amor en el eco de tus montañas.
Te tomé la mano con un contenedor
de cristal y aromaticé tu visa con frutos, semillas y flores.
Recogí los trozos de tu anhelo,
que se había frustrado, lavé tus heridas con versos y soplé tu contorno de
madera, tallando con rosas las mejoras de tu alma, guiándote sólo con besos por
el sendero de la vida. Humedeciendo tus piernas con la miel de estar completo,
sumergiendo tus labios en mis manos, llenas de caricias sin límite, ahora que
gracias a ti se atumultúan por salir de su escondite, donde con indiferencia
las había destinado a no existir.
Para así, enamorados, disfrutar
del caudal de la sublime felicidad; para encontrarse con el espacio de amarnos
y saborearnos. Con el momento para tomarnos, sentarnos, resolvernos, mordernos,
construirnos, continuarnos, adivinarnos, adorarnos. Volvernos eternos. Volcar
nuestra vida y existencia en ser el todo en el otro.
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