Todas la personas que tocan una vida llegan a aportar positiva o negativamente a un cambio. Unos se quedan y otros se van, para empañar los vidrios, con sudor o con lluvia ausente. Lo que nos mantiene lejos o cerca unos de otros, quienes no compartimos cuna o sangre, es el camino, cuán unidos pueden ser, aunque diferentes, los pasos que damos y la dirección que elegimos.
Quien pide orientación sólo se arriesga a empezar a caminar, aún sin conocer el rumbo. Quien se esfuerza por alumbrar el camino con la inteligencia y el espíritu va dominando el destino. Si se camina solo se logra mayor distancia, mientras que si se camina en conjunto, más lejos se llegará y más grande será el camino.
La confianza no se gana con una cena bonita, así un camino iluminado con luz artificial sólo crea sombras en las rocas, incrementa los obstáculos y cansa la vista. Las manos que alumbran con amor construyen lo que se necesita con exactitud y retiran las piedras sin dificultad.
Nadie merece entregarse en trozos o recibir mendrugos de amor para perseguir un camino ajeno y no perderse entre la duda. Si sólo entregamos un dibujo de exigencias ajenas y no lo que realmente, siendo únicos podemos dar, animalizamos el acto de correr juntos.
La dicha de unirse en un camino que fusiona los sueños y las vidas más allá de lo que las dimensiones permiten ingresar en el otro es una consecuencia de comenzar a conocer cómo el amor verdadero, el que llevamos todos por dentro, nos habla, toca y trasforma. Porque despertar puede ser un proceso independiente, pero caminar es el dulce descubrimiento de vivir amando el presente, evocando la sabiduría del pasado y construyendo el bienestar del futuro.
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ResponderEliminarsencillamente hermoso...te amo
ResponderEliminar:D
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