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¿Quién es Lince? Soy un ser humano que ve en la realidad situaciones amargas y dulces. La metáfora, como una manera de ser implícitos, es mi modo de ofrecerle mis perspectivas sobre diversas cosas de el mundo que hemos creado. Espero lo disfruten.
"Límite es la palabra que define el momento en el que debes detenerte ante la dificultad de que tus decisiones no recaigan enteramente en tu voluntad". L.P

Momentos Creativos

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Fabro grafics

marzo 23, 2013

A la luna de la mudanza.

Estoy podando los árboles del bosque en el que duermo. Descuelgo imágenes y percibo recuerdos. Suena el plástico de bolsas, unas de basura, y otras de archivo, pero los papeles no suenan, sólo cuando los arrugo.
La música aparece tenue, no me detengo en ninguna canción en particular y pasan de corrido mientras el polvo se despercude y me da alergia.

Estoy organizando las prioridades, entonces el escritorio aparece lleno de maleza. Miro las tarjetas de presentación con cierto fastidio. Despido sin destino a las criaturas de felpa y los dibujos de carteles viejos. Los barro como periódico carente de interés mientras dejan en el suelo trozos coloridos de alguna fiesta de antaño.

Me quedo sin ganas de sentir mi lengua. Ni para comer ni para hablar. Y cuando salgo a la calle... me detengo en intervalos irregulares justo en los momentos en que una lágrima fugitiva hace un botín y salta al vacío por mis mejillas.

No es el día, no es el mundo. No es ignorar un abismo interno, ni tampoco arrastrarse en el barro. No es huir de una mirada con rabia, ni es sentir al otro como un enemigo. No es llorar, no es gritar, no es silenciar. No es trazar una línea y decir punto final. No es dejar atrás y desempolvar las máscaras de la alegría para que los demás no vayan a notar lo nostálgica que se ha vuelto mi mirada.

Me quedo impotente, con mi insulto. Me desgarro la garganta con el grito y combustiono en mis entrañas el veneno que como el de un escorpión sale en defensa de mi territorio.

Me quedo con el ritmo, el primitivo, el depresivo. El que me invade los oídos y con sus ondas apacigua mis quejidos. Me quedo con la espera de un futuro con tu ausencia. Me quedo con lo que construyo sin ayuda. Me quedo con mis libros y con mi pluma. Me quedo con el sueño que me repara cada nota de este canto amargo y desafinado que se ataca por salir una que otra mañana.

Me quedo con la sonrisa irónica y triunfal que anuncia la victoria de la razón. Con esa victoria sangrienta que se ufana de su existencia por haber destrozado las sensaciones y haberlas sometido a la violación y mutación del sentido.

Me quedo con la luna. Que no conversa. Con la nube que no se detiene. Con el paso siguiente. Con el despertar expectante.

Ser condicionado en un espacio, ser esclavo de las circunstancias todo gracias a un hoyo negro que me arrebata las emociones. Un torbellino que ebulle de soberbia y me despoja de toda expresión. Recojo los escombros del cuarto y termino sólo con esta sensación de estar invadido hasta el pecho. 

Me quedo con los segundos que se acumulan ya oliendo a formol y vienen a presionarme. Me quedo sin pensamientos, que si salen se quiebran en el aire, porque ando con la cabeza expuesta.

Es un instante donde en medio del desalojo de mi hogar, floto con nostalgia y desconocimiento. El sentido de todo parece escurrirse y desparramarse entre los dedos. Y siento frío, humedad, más que impotencia y rabia. Frío, estéril, gris y casi profano. Frío que me cubre como una sábana delgada e inútil para ser el consuelo paciente. 

1 comentario:

  1. Alguna vez traté de irme de casa de mis padres. No es tan fácil como parece.

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